Ya sin Estados Unidos, el 20 de marzo, en las afueras de un cuartel de Londres, el primer ministro inglés Keir Starmer presidió una reunión de los aproximadamente cuarenta países que integran la coalición que respalda a Ucrania en la guerra con Rusia.
Fue considerada el inicio de una fase operativa para la construcción de un sistema europeo de defensa propio. No es una tarea simple. Estos cuarenta países suman dos millones de efectivos en sus Fuerzas Armadas, pero desplegables -es decir que pueden ser empleados operativamente en 48 horas- son sólo sesenta mil.
A pesar de la impresión causada tras el final de la Guerra Fría, Europa nunca ha sido un continente pacífico. Desde la Guerra de los Cien Años hasta la Caída del Muro, pasando por las napoleónicas, las mundiales y los conflictos con el Imperio Otomano, la historia europea ha estado marcada por enfrentamientos constantes.
En paralelo, la lucha por el dominio colonial aumentó las tensiones entre potencias como España, Reino Unido, Francia y Holanda, en las que se combinaban también rivalidades económicas, religiosas y nacionales (incluso el Papa en algún momento intentó controlar o moderar estas tensiones, aunque sin éxito).
Entre los siglos XVI y XX, Europa ejerció una supremacía global mediante la expansión de sus imperios. España y Portugal iniciaron la conquista de América y Asia y África respectivamente, seguidos por Holanda, Francia y el Reino Unido. Esta expansión consolidó el poder europeo en estos tres continentes.
En el siglo XIX, la colonización alcanzó su apogeo con el reparto de África, y en el XX, las guerras mundiales y los movimientos independentistas debilitaron los imperios hasta hacerlos caer: la devolución de Hong Kong a China en 1997 por parte del Reino Unido y de Macao en 1999 por parte de Portugal, son dos hitos trascendentes en este sentido.
Este es el contexto en el que se dan las diferencias entre Estados Unidos y Europa respecto a la guerra de Ucrania, que han llevado a la última a establecer un plan de defensa propio. Se ha dicho que el mismo costará ochocientos mil millones de euros.
La presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, dijo que “necesitamos un esfuerzo de la defensa europea y lo necesitamos ya mismo”. Sin embargo, se plantean múltiples interrogantes. Todavía falta saber si aún logrando dicho dinero bastaría para disuadir a Moscú de abandonar territorio europeo desde el punto de vista militar.
Desde febrero de 2022 -cuando tuvo lugar la invasión rusa a Ucrania-, los países europeos que integran la OTAN se han propuesto aumentar su presupuesto militar bajo presión de Estados Unidos, que ha tenido en ello un objetivo permanente durante la última década.
Pero el problema es que si Estados Unidos abandona el escenario europeo, podrían retirar además grandes cantidades de armamento y equipos. El gasto militar sumado de los treinta y un miembros de la OTAN (sin Estados Unidos) es varias veces el de Rusia.
Pero su coordinación y efectividad es menor. El plan de defensa europeo permitiría a Europa flexibilizar a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI) recursos hacia países más pobres. Durante esta semana se realizará en Bruselas una nueva Cumbre de dirigentes de la Comisión Europea de la UE y los jefes militares de los países miembros.
Mientras tanto la conducción política europea, que de hecho intentan mantener Francia y el Reino Unido, muestra contradicciones no sólo dentro de la UE, sino también con Estados Unidos. Primero, Trump se mostró dispuesto a aceptar la buena voluntad del líder ruso, Vladimir Putin, para negociar la paz, pero después amenazó con sanciones a gran escala contra Rusia. El presidente estadounidense envió el mensaje tanto a Kiev como a Moscú de “sentarse en la mesa de negociaciones ahora, antes de que sea demasiado tarde”.
El Reino Unido comenzó apoyando tres semanas atrás un plan para enviar trescientos mil soldados europeos a Ucrania para garantizar su defensa. Después esta fuerza se redujo al 10% (treinta mil), para finalmente dejarla en esa misma cantidad, pero integrada por todos los países de la OTAN menos Estados Unidos, poniendo la condición de que este país apoye el despliegue.
Francia es el único país de la OTAN, además de Estados Unidos, que tiene armamento nuclear. Ello se dio después de la salida del Reino Unido de la UE, que redujo la capacidad nuclear del bloque a sólo Francia. El presidente francés ha dicho que estudia extender a sus socios europeos la defensa de su armamento atómico, que es modernizado en forma periódica, independientemente de Estados Unidos.
Cabe señalar que en la década del sesenta, hace más de medio siglo, el general Charles De Gaulle abandonó la OTAN para mantener la independencia de Francia, para retornar luego. Macron dijo: “Tenemos el ejército más eficaz de Europa y gracias a las decisiones tomadas por nuestros antecesores tras la Segunda Guerra Mundial, disponemos de capacidad en disuasión nuclear”.
Francia cuenta con doscientas noventa y nueve cabezas nucleares que pueden causar daño a Rusia, pero ésta cuenta a su vez con más de cinco mil. Desde esta perspectiva, es claro que una entrada en combate de Europa contra Rusia en este momento favorecería a esta última.
La desarticulación de la alianza militar occidental que ha generado treinta y cinco años de paz debe ser evitada no sólo por Occidente, sino también por el mundo en su conjunto.
Rosendo Fraga es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría y del Comité de FF.AA. y Política Exterior,CARI