“Yo soy narradora oral, o como muchos me conocen, soy cuentacuentos”, afirma en un tono suave y firme Graciela Joaquín (62), mejor conocida —y por quien suele responder— como La Juje. Hace pocos días llegó de Marruecos, donde fue la única mujer latinoamericana en participar en el Festival Internacional del Cuento de Marrakech, un evento que hizo historia al romper el Récord Guinness de narración más larga e ininterrumpida.
Fueron 88 horas y 35 minutos. Poco más de tres días en los que el territorio marroquí se llenó de historias, leyendas y cuentos de todo el mundo. Los 106 narradores de 33 países y 21 lenguas maternas no sólo enriquecieron a Marruecos con la cultura de la narración, sino que también batieron el Récord Guinness al contar historias de forma ininterrumpida por más de 80 horas. La Juje se encargó de compartir relatos nacionales, narraciones jujeñas y adaptaciones de cuentos lomenses.
Esta cuentacuentos de corazón lomense lleva 38 años viviendo en Lomas de Zamora, pero su historia comienza en La Quiaca, Jujuy, donde nació y creció rodeada de relatos y tradiciones. Hija de un inmigrante árabe, descubrió desde muy pequeña su amor por la narración oral a través de su padre: “Un gran contador de cuentos”. Se recibió de abogada y se mudó a Buenos Aires para ejercer su profesión, pero hace 15 años decidió dedicarse por completo a perfeccionar su habilidad de contar historias.
Desde entonces La Juje se ha especializado en la narración oral, un arte que requiere técnica y formación. “Se estudia cómo proyectar la voz, cómo adaptar los cuentos y muchas otras cosas que se perfeccionan con maestros”, explica. En Argentina, la narración oral es una disciplina en crecimiento, aunque en otros países tiene mayor reconocimiento. Y su trabajo no se limita a los niños: “La narración es para todo público”.
Su repertorio es extenso, incluye cuentos de autores nacionales e internacionales, pero lo que más le apasiona es difundir las historias autóctonas del norte argentino. “Cuando llegué a Buenos Aires me di cuenta de que mucha gente desconocía leyendas como la de la Pachamama, el Día de los Muertos o el Cerro de los Siete Colores. Como amo Jujuy, transmitir esas historias es fundamental para mí”, señala. Además, también cuenta cuentos de autores lomenses.

Su talento y dedicación la llevaron a escenarios internacionales. Fue invitada a festivales en Colombia, México y España y durante la pandemia sus narraciones virtuales cruzaron fronteras, llegando a los organizadores del festival en Londres. Fue así como recibió la invitación para participar en un evento único: un festival de narración oral en Marrakech que buscaba batir un Récord Guinness.
Marruecos es un país con una fuerte tradición oral. En la Plaza Jemaa el-Fna los narradores han contado historias durante siglos. Sin embargo, en el último tiempo, el arte de la narración se estaba perdiendo entre los jóvenes, lo que motivó al gobierno marroquí a trabajar junto con narradores de Londres para organizar un evento que revitalizara esta práctica.

El festival reunió a narradores de todo el mundo. Graciela fue la única latinoamericana y la única que hablaba español. “Me mandaron la invitación y aunque al principio dudé, mi familia me apoyó para que fuera”, cuenta. Lo que vivió allí fue mágico: “Marrakech parece una ciudad sacada de un cuento de Aladino. Sus calles angostas, la Medina de color rojizo, el mercado histórico, los encantadores de serpientes… Todo es de cuentos”.
El festival se llevó a cabo en una carpa inmensa, decorada al estilo de Las Mil y Una Noches, con alfombras de camello y almohadones de colores. “Fue ahí donde me enteré de que querían batir un Récord Guinness”, recuerda. Para lograrlo, los narradores debían contar historias sin interrupción bajo estrictos requisitos: Cada narrador debía contar más de 5 minutos, entre un narrador y otro no podían pasar más de 2 minutos de intervalo, no podía haber más de 2 minutos de introducción o canción, debía haber más de 10 personas escuchando en todo momento y todo el evento debía ser grabado sin interrupciones.
“Conté varios cuentos de 40 minutos, otros de media hora”, dice. Pese a que la mayoría de los narradores hablaban en inglés, ella pudo contar historias en español con ayuda de un traductor. Entre sus relatos, incluyó leyendas del norte argentino como la de Coquena, la Pachamama, el Río Chico y la Manca Fiesta, una antigua tradición de trueque en La Quiaca que está en proceso de ser reconocida como patrimonio cultural.

Además de narrar en el festival, también colaboró con Henna Café Marrakech, un proyecto que enseña español a marroquíes para mejorar sus oportunidades laborales, donde compartió cuentos en su lengua materna.”Nos alojamos en un rihab, las antiguas viviendas árabes convertidas en alojamientos para turistas. Cada habitación era diferente, con terrazas, livings y una pileta central con arabescos”, recuerda.

Ahora, Graciela tiene invitaciones para participar en festivales en Londres y Australia. Mientras sigue ejerciendo como abogada, su corazón está en la narración. “Estoy disfrutando el ahora”, concluye.