En lo profundo del monte chaqueño, donde la tierra es seca y el sol no da tregua, crece silencioso y poderoso un árbol legendario: el guayacán. Su aspecto robusto y su crecimiento lento lo convirtieron en uno de los mayores tesoros botánicos de América del Sur. Y aunque muchos no lo sepan, este árbol tiene la madera más resistente del mundo, valorada tanto por su dureza como por su belleza.
Durante siglos, el guayacán formó parte del paisaje y de la vida de las comunidades del norte argentino. No solo ofrece sombra y cobijo a distintas especies del ecosistema, sino que también fue utilizado por sus propiedades curativas y constructivas, pasando de generación en generación como un recurso natural invaluable.
Hoy, este árbol nativo despierta un renovado interés no solo entre científicos y carpinteros, sino también entre quienes buscan conectar con los saberes ancestrales y proteger los recursos naturales del país.
El guayacán (también conocido como Bulnesia sarmientoi) es una especie capaz de resistir las condiciones más extremas del suelo y del clima, lo que ya lo vuelve una rareza. Pero lo que realmente lo distingue es su madera de alta densidad, tan pesada que se hunde en el agua, algo poco común entre los árboles, de acuerdo un artículo de La República de Perú. A simple vista, su madera presenta tonos que van del marrón oscuro al verde, con vetas que le otorgan una estética única.
Su crecimiento es lento, lo que también contribuye a su fortaleza. Algunos ejemplares pueden vivir décadas e incluso siglos, convirtiéndose en testigos vivos del tiempo y la cultura local. Por eso, no sorprende que sea un árbol protegido y valorado en diversas regiones de América Latina.
Además de su uso en la ebanistería de lujo y la fabricación de objetos resistentes al paso del tiempo, el guayacán también se destaca por sus propiedades medicinales. En la medicina tradicional, su corteza cocida fue utilizada para tratar reumatismos, heridas y hasta diabetes. Las flores, por su parte, suelen emplearse en infusiones para aliviar la tos, según la fuente anteriormente citada.
Incluso su resina da origen al guayacol, un extracto que funciona como antiséptico, expectorante y estimulante, utilizado históricamente en el tratamiento de enfermedades respiratorias.
El guayacán es nativo de las zonas tropicales y subtropicales de América, y se lo puede encontrar en países como México, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. En Argentina, crece especialmente en las provincias del norte y noroeste, sobre todo en el Chaco semiárido, donde el monte nativo aún conserva su riqueza natural.