Plantar chía es el primer paso para cosechar en casa uno de los “súper alimentos” más estudiados de la última década. Esta planta mesoamericana se aclimató sin problemas al norte argentino y, con cuidados simples, puede prosperar también en macetas soleadas del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Al elegir cultivarla, se abre la puerta a disponer de un suministro propio de “semillas de oro” con alto contenido de ácido alfa-linolénico.
Además, cultivar chía en casa permite reducir la huella de carbono ligada al transporte y asegura el consumo de semillas frescas.
Varios estudios recientes muestran que, al integrar a la dieta diaria, disminuye triglicéridos, LDL y presión arterial sistólica. Esa combinación de lípidos saludables y fibra soluble favorece la saciedad y mejora la respuesta glucémica postprandial.
Antes de sembrar, preparar un lecho soleado con suelo mullido y drenaje rápido; incorporar compost y arena para lograr pH 6-7,5 y estructura ligera, condiciones que favorecen la emergencia y evitan encharcamientos fatales para la raíz.
El paso a paso para la siembra comienza esparciendo las diminutas semillas a voleo entre fines de enero y el 15 de febrero, cuando la temperatura media ronda los 25 °C; cubra con apenas 5 mm de sustrato y mantenga humedad constante: la germinación ocurre en 7-14 días.
Al alcanzar 10 cm, ralee hasta dejar 12-20 plantas /m²; esa densidad maximiza la captación de luz, suprime malezas y, tras las primeras cuatro semanas, permite suspender riegos porque la chía es muy tolerante a la sequía.
La cosecha llega hacia mayo-junio, cuando las espigas se tornan pardo-gris; corte al amanecer, deje secar boca abajo y desgrane suavemente. Reservar parte de las semillas y volver a sembrar en macetas abrigadas cada 60 días: así dispondrá de granos frescos durante todo el año en climas sin heladas severas.