“Respecto a los eclipses de Luna, es como el agua de un río: parece lo mismo, pero siempre son diferentes”, dice Alejandro Blain, socio vitalicio y honorario de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía. De cara al próximo eclipse lunar total del 14 de marzo, conversó con Clarín sobre las razones del tono rojizo y explica algunos detalles de nuestra percepción del único satélite natural de la Tierra.
“Si vos estuvieras en la Luna, verías una Tierra que está eclipsando al Sol, y todo lo que verías es un anillo de luz alrededor de la Tierra. Esas luces que rodean a la Tierra no son más que los atardeceres y amaneceres en nuestro planeta”, explica. “Esos colores se proyectan hacia la Luna y nunca serán exactamente iguales, por eso cada eclipse será -y se verá- diferente”.
A su vez, cambiarán según la posición por la que pasa la Luna (si pasa más centrada -justo por el medio de la sombra de la Tierra o hacia un borde), ya que cada zona de la sombra de la Tierra tiene diferentes matices e intensidades: es más oscura hacia el centro y se aclara hacia el borde.

“Eso los hace únicos, porque todos se ven distintos. La Luna pasa de muy brillante a más oscura, ‘rojiza’… Para el que sabe de colores, hay un cambio continuo de matices: según el brillo y la intensidad, cambia la coloración”.
Tal es así que el astrónomo francés André Danjon creó una escala (la escala de Danjon) para describir la tonalidad de la Luna y clasificar la intensidad del eclipse lunar en función de su color y brillo, especialmente durante un eclipse lunar total.
A medida que avanza el eclipse, los observadores registran el color y el brillo de la Luna y asignan un valor en la escala, según las características visuales que se presenten, para compararlos a lo largo del tiempo y estudiar las condiciones atmosféricas de la Tierra. “Es como el muestrario de colores cuando vas a comprar pintura”, ilustra Alejandro.

¿Y la Luna de sangre?
“La Luna de sangre, en realidad, no tiene mucho que ver con algo astronómico, es algo cultural”, advierte el referente de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía (@asaramas).
Pero, ¿por qué se vuelve rojiza? La Luna se vuelve rojiza durante un eclipse lunar total porque “la luz que le llega no es ‘negra’ o completamente oscura, sino que está ‘teñida’ -como dijimos- por todos los amaneceres y atardeceres de la Tierra. Es decir, si estás en la Luna mirando la Tierra, vas a ver una aureola alrededor: es la atmósfera de la Tierra, por lo que la luz solar que llega a la Luna (en un eclipse lunar total) es la que atraviesa la atmósfera terrestre”.
Indica el experto: “Esta atmósfera dispersa y refracta la luz solar: mientras la luz azul se dispersa más, la luz roja predomina en su dirección, y llega a la Luna. Este fenómeno, llamado dispersión de Rayleigh, es lo que le da a la Luna su característico tono rojizo durante un eclipse lunar total”.

Y más allá de su color, otro de los matices observables de la Luna es su “tamaño” visible. Tamaño con comillas, ya que se trata de efectos visuales.
Sobre superlunas y microlunas
Fred Espenak es un astrofísico estadounidense especializado en la predicción y cálculo de eclipses. Trabajó en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, donde se dedicó a la elaboración de efemérides de eclipses solares y lunares convirtiéndose en una de las mayores autoridades en el tema (hay quienes lo llaman “Mr. Eclipse”).
En su sitio web AstroPixels lanzó hace unos años: “¿Realmente se puede notar alguna diferencia entre una superluna y una ‘Luna promedio’? Es muy poco probable, sobre todo porque no se pueden comparar una al lado de la otra. Pero el poder de la sugestión puede convencer a algunas personas de que ‘¡es la Luna más grande que he visto jamás!’”
Y reflexionó: “Por el lado positivo, cualquier publicidad que haga que la gente mire el cielo nocturno es algo bueno. Solo hay que tener cuidado de no dejarse engañar por la exageración”.
Dice Blain a Clarín: “Las superlunas y microlunas no son términos astronómicos ni astrológicos, y ni siquiera puede decirse que solo son ‘marquetineros’: solo buscan llamar la atención”.
El eclipse lunar del 14 de marzo de 2025 ocurrirá durante un apogeo, que es cuando la Luna está en su punto más lejano de la Tierra y, por eso, tendrá un tamaño aparente levemente menor al habitual (lo que popularmente se menciona como microluna), pero estas sutiles diferencias son casi imposibles de percibir.
“Si la Luna se ve más grande, significa que está en el perigeo, su punto más cercano a la Tierra. Si está en el apogeo, su punto más lejano, se ve un poco más chica; pero esas diferencias son casi imperceptibles a simple vista”, señala el socio de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía.
“Aquí también influye un efecto psicológico sobre cómo percibimos el tamaño de los objetos en el cielo. Nuestro cerebro compara tamaños midiendo ángulos, pero solo puede hacerlo horizontalmente. Cuando levantás la mirada para ver algo en lo alto, perdés la noción de su tamaño. Es un error de juicio acerca del tamaño del objeto, una falla de percepción”, explica a Clarín, y aclara: “Cuando está la Luna en el horizonte, se dice que está en su tamaño ‘correcto’, es decir, cuando la percibimos con su verdadero tamaño”.
Más ilusiones ópticas astronómicas
Esta es una de las ilusiones visuales que se ponen en juego al mirar el cielo. Alejandro cuenta que una consulta que recibe frecuentemente es “¿hasta dónde llega (a ver) un telescopio?” Pero, en realidad, “el telescopio no te ayuda a ver más lejos, sino que hace que los objetos sean más visibles, porque intensifica la luz: es como un embudo que junta luz. La punta del telescopio es ancha y lo que entra sale más concentrado por la otra punta, permitiendo que el ojo vea los objetos más brillantes. o comience a ver otros que antes no podía ver”.

“En el caso de las estrellas, por más aumento que le pongas, siempre se van a ver como puntitos de luz, pero te permite ver muchas más estrellas que antes. Si lo apuntás a Júpiter, vas a ver las bandas de las nubes de colores, y ahí tiene sentido aumentar la imagen. Pero el telescopio no ‘llega’ a ningún lado, solo intensifica la luz”.
Otra “ilusión óptica” astronómica se relaciona con la distorsión atmosférica en amaneceres y atardeceres: es decir, cuando el Sol o la Luna están cerca del horizonte, la atmósfera funciona como una lente y distorsiona su forma, achatándolos. Este efecto puede hacer que el Sol se vea como un óvalo, o que la Luna parezca más ancha de lo normal, aunque solo está muy achatada.
Existen varios ejercicios prácticos y sencillos para experimentar cómo el cerebro nos “engaña” al ver la Luna. Uno de ellos está al alcance de la mano: si estirás el brazo y comparás la Luna con la punta de tu dedo meñique, tanto cuando está en el horizonte como cuando está en lo alto del cielo, notarás que su tamaño aparente es el mismo en ambos casos. Esto demuestra cómo nuestra mente juega con nuestra percepción de los objetos.
La madrugada del viernes 14 de marzo podremos ver el primer eclipse lunar del año, que se puede ver directamente a simple vista, sin necesidad de protección especial (como sí es necesario en el caso de un eclipse solar). ¡Seguí leyendo lo que tenés que saber!
Durante todo el año la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía organiza visitas guiadas con observación por telescopio todos los jueves, viernes y sábados a las 20:30 y 21:30 hs. El costo de las entradas es de cinco mil pesos, y para menores de 6 años es gratis (cupos limitados). Las entradas se ponen en venta en www.asaramas.ar los días lunes (aproximadamente a las 21 horas) para todos los cupos de la semana. La actividad dura aproximadamente una hora y al telescopio principal se accede subiendo dos pisos por escalera. Se suspende por cielo nublado.