El tren de mineral de hierro que atraviesa Mauritania no es un medio de transporte convencional. No tiene horarios fijos ni una estación señalizada de partida. Comienza su viaje cuando sus más de 200 vagones están completamente cargados y solo quienes saben moverse entre las arenas del desierto pueden encontrarlo. Para subirse, hay que llegar a Zuerat, una ciudad al norte de Mauritania, y preguntar.

Eso fue lo que hizo Nicolás Pasquali, un argentino de 33 años que decidió vivir la travesía más extrema de su vida al otro lado del mundo. Ocultando su cara con un turbante, recorrió mercados y puestos callejeros en busca de información. Nadie le daba una respuesta precisa. La incertidumbre, sin embargo, era parte de la aventura.

El argentino que viajó en el tren más peligroso del mundo: cómo comenzó su travesía

Conocido como el tren del mineral de hierro o del desierto, conecta las minas de Zuerat con el puerto de Nuadibú, en la costa atlántica de Mauritania. Con una extensión de 2,5 kilómetros, no solo es uno de los trenes más largos del mundo, sino también una pieza clave para la economía del país: el mineral que transporta representa una parte fundamental del Producto Bruto Interno.

Se lo considera el más peligroso del mundo porque atraviesa el Sahara en condiciones extremas y porque, debido al material que traslada, corre el riesgo de ser asaltado.

A ese tren se subió Nicolás, a fines de octubre de 2024. A pesar de las pocas precisiones, el argentino tenía algunas certezas. La principal: una vez en marcha, no habría vuelta atrás.

Antes de dar inicio a su aventura, Nicolás se preparó durante semanas: llevaba puestas una gafas de esquí, guantes, un turbante y un bidón con agua. También cargó una linterna y una bolsa de dormir negra para camuflarse entre la carga al momento de los controles.

“Arranqué en Zuerat porque quería hacer el viaje completo y no por la mitad. En esa ciudad el tren se detiene para cargar el mineral, lo que me daba tiempo para subirme al vagón y acomodarme”, cuenta. “Elegí uno de los primeros vagones, cerca de la locomotora, porque si en algún momento del trayecto un vagón se desacoplaba, el maquinista solo intentaría reconectar los que estuvieran adelante”, agrega.

Nicolás Pasquali se cubrió el rostro con un turbante y utilizó su árabe básico para pasar desapercibido en Zuerat. Foto: Instagram @nicopasqualiok.Nicolás Pasquali se cubrió el rostro con un turbante y utilizó su árabe básico para pasar desapercibido en Zuerat. Foto: Instagram @nicopasqualiok.

¿Cómo fue viajar en el tren más peligroso del mundo?

Una vez adentro del vagón, Nicolás empezó a “construir su propio living”. ¿Cómo? Haciendo pequeños huecos en la carga de mineral para protegerse del viento y la velocidad. En un rincón colocó:

  • El bidón de agua y la comida.
  • Una caja para hacer sus necesidades.

Finalmente, el tren comenzó a moverse a una velocidad moderada, eso le permitió desplazarse sobre la carga de mineral, sacarse fotos y filmar algunos videos.

Con el correr de las horas, la marcha aumentó y Nicolás no pudo volver a ponerse de pie. “Me acurruqué en un rincón para protegerme porque, a mayor velocidad, más intenso es el viento en la cara y, si te entra un poco de mineral en los ojos o en la boca, puede ser peligroso. Hay que estar en buen estado físico, abrir la boca lo menos posible y taparla. Aunque de vez en cuando me la destapaba para respirar mejor”, dice.

Entrada la noche, la temperatura descendió bruscamente. Como había previsto, Nicolás se escondió entre la carga, envuelto en su bolsa de dormir negra. Desde ahí, con la cabeza apoyada en el metal del vagón, observó las estrellas. “Lo mejor que tiene el desierto son las noches. Pasa a ser una experiencia casi poética. A pesar del miedo, mirás para arriba y decís: ‘Wow’. Lamentablemente, no hay una foto que pueda reflejar lo que vi”, explica.

A mitad del trayecto, en la ciudad de Choum, un grupo de policías subió a realizar una inspección. Para evitar ser descubierto, se hundió aún más en el mineral, aguantó la respiración y se quedó inmóvil hasta que las luces de las linternas pasaron de largo y el tren reanudó su marcha.

Nicolás se subió al tren sin saber con certeza cuándo comenzaría su viaje. Foto: Instagram @nicopasqualiok.Nicolás se subió al tren sin saber con certeza cuándo comenzaría su viaje. Foto: Instagram @nicopasqualiok.

Tras casi 24 horas de viaje, Nicolás llegó a destino. Bajó en Nuadibú, cubierto de mineral, con la ropa manchada y una energía extraña recorriéndole el cuerpo. “Era como haber estado en una montaña rusa que, en vez de durar dos minutos, duró un día entero”, describe.

Esa sensación de “electricidad” no lo abandonó por días. “Tenía una mezcla intensa de alegría y adrenalina y tardé bastante en bajar a tierra. No podía dormir. Fue una de las mejores experiencias de mi vida”.



Fuente Clarin.com

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