Catalina Riganti tiene 33 años. El 6 de febrero de 1992 el país asistía a la revolución de su nacimiento y el de sus cuatro hermanos. Los Riganti fueron los primeros quintillizos nacidos por fertilización asistida en Argentina y llegaron al mundo tras siete años de búsqueda por parte de sus padres.

Tras un embarazo de alto riesgo y con reposo absoluto llegaron Franco, Sofía, Camila, Martina y Catalina (en ese orden). “Los quintillizos Riganti”, repetían una y otra vez los medios locales, haciendo alusión al bloque que hasta ese momento parecía indivisible.

Sin embargo, tanto Andrea como Claudio -madre y padre de los cinco hermanos- apostaron siempre a la individualidad de cada uno de sus hijos. Por eso hoy que los quintillizos ya son adultos recorren caminos completamente diferentes, aunque siempre unidos por un vínculo de amor inquebrantable.

¿Quién es Catalina Riganti?

“¿Cuántos años tenés?”, le preguntó esta cronista a Catalina Riganti. “Tenemos 33”, respondió ella.

Ser quintilliza es una parte crucial de su identidad, pero no lo es todo. “Yo no hice nada para ser quintilliza, simplemente nacimos. En todo caso, el mérito es de mis padres”, aseguró.

Catalina Riganti en su lugar de trabajo, el Concejo Deliberante de San Isidro. Foto: Francisco Loureiro. Catalina Riganti en su lugar de trabajo, el Concejo Deliberante de San Isidro. Foto: Francisco Loureiro.

Ya no son los cinco niños que asistían al living de Susana Giménez. Como en la clásica colección literaria, cada cual eligió su propia aventura. Hace rato dejaron el hogar familiar, se volcaron a distintas profesiones y armaron sus vidas de adultos.

Y Catalina optó por la función pública. Hoy cumple su segundo mandato como concejal de San Isidro por el partido Con Vocación. “Yo creo que nos marcó para bien esto de la vida en comunidad”, reflexionó.

Estudió relaciones públicas, hizo una maestría en políticas públicas y, en 2017, con 25 años, se convirtió en la concejal más joven de su ciudad. Vive con sus dos gatos, Pimienta y Oliva, y se prepara para el próximo paso, cuando el 10 de diciembre finalice su gestión. “Sé que quiero seguir en política y aportando desde acá. Me interesa mucho todo lo que es el tercer sector, ONGs, fundaciones, relaciones institucionales, que es lo que vengo haciendo”.

Varios años atrás: los quintillizos Riganti, preparados para ir a la escuela. Foto: Germán García Adrasti. Varios años atrás: los quintillizos Riganti, preparados para ir a la escuela. Foto: Germán García Adrasti.

Por fuera de su trabajo disfruta de las más variadas actividades: “Hago yoga con mi hermana Cami, que es mi profe; hago pilates; me gusta pintar y me encanta viajar. Siempre mezclé el voluntariado, que también es un hobby, con viajar. Entonces, además de viajar por placer, me gustan los viajes con propósito, ver qué pasa en otras ciudades, aprender de otras culturas. Soy bastante inquieta”.

Del voluntariado, a la política

La primera experiencia de Catalina en voluntariado se dio mientras asistía a la escuela secundaria. “Ya desde muy chica me empezó a interesar el mundo social. Estando en el colegio me metí en Techo y ahí se me abrió el mundo del voluntariado y de cuánto se podía aportar desde el tercer sector”.

Al principio, los fines de semana colaboraba con la ONG que se dedica a mejorar las condiciones de vivienda y hábitat. Luego, también de la mano de Techo, comenzó a viajar a varias provincias. Más tarde llegó el turno de otras organizaciones, incluso en el exterior.

Catalina Riganti vive junto a sus dos gatos: Pimienta y Oliva. Foto: Francisco Loureiro. Catalina Riganti vive junto a sus dos gatos: Pimienta y Oliva. Foto: Francisco Loureiro.

En 2013 Techo le asignó como tarea un relevamiento en Beccar, la ciudad de toda su vida. Aquella experiencia, recordó, fue decisiva. “Me tocó La Cava, que es el barrio popular más grande de San Isidro. Estaba haciendo un censo en mi misma calle, en la que vivo, pero adentro de La Cava, y decía: ‘Acá no hay luz, no hay gas, no hay agua, no puede ser que en cinco cuadras sea tan distinto’”.

Entonces supo que, más allá del voluntariado, el paso siguiente era desde otro lugar. “Y ahí me picó el bichito de ‘esto no se cambia solamente desde el tercer sector, ni desde construir viviendas’, sino que es más una decisión política que las cosas mejoren y avancen. Así que empecé a incursionar desde el lado vecinalista y entendí que se podían mezclar esos mundos: o sea, poner el voluntariado y toda la experiencia en el territorio al servicio de un trabajo en política”.

Catalina, la quintilliza

“Yo no concibo la vida de otra forma, compartimos el útero, la panza. Eso, al menos a mí, me marcó bastante en lo que es vivir con más personas y en comunidad y entender que no estás bien si el otro no está bien”, señaló Catalina.

Catalina Riganti: "Me marcó vivir con más personas y en comunidad y entender que no estás bien si el otro no está bien”. Foto: Francisco Loureiro.Catalina Riganti: “Me marcó vivir con más personas y en comunidad y entender que no estás bien si el otro no está bien”. Foto: Francisco Loureiro.

Desconoce cómo es el universo de los hermanos que no son múltiples: para ella, lo natural desde siempre fue ser cinco en simultáneo: “Es muy divertido, somos muy amigos: salimos a comer, si hay un problema nos juntamos a charlar. Tenemos un grupo de WhatsApp los cinco y estamos todo el tiempo hablando, preguntándonos cosas, haciendo reflexiones, invitándonos a comer en la casa de uno, de otro… realmente es muy satisfactorio, re lindo”.

El rol que su mamá y su papá le otorgaron a la individualidad de cada hijo fue vital. “Nos dieron mucha libertad para lo que quisiéramos hacer, lo que quisiéramos estudiar, en lo que quisiéramos trabajar. Hubo mucha libertad de su lado y eso nos hizo crecer como grupo, pero también como individuos, cada uno con su individualidad y su personalidad”.

Todo eso -y cada aspecto de lo que supone la crianza de cinco niños en paralelo- significó un enorme esfuerzo por parte de esos padres. “Mis viejos eran laburantes de clase media, no es fácil tener cinco pibes de un día para el otro, no me lo puedo imaginar. Estuvieron siete años intentando quedar embarazados y, de repente, cinco chicos al mismo tiempo, con todo lo que eso implica”, reconoció.

"Nuestros padres nos dieron mucha libertad para lo que quisiéramos hacer", dijo Catalina Riganti. Foto: Francisco Loureiro. “Nuestros padres nos dieron mucha libertad para lo que quisiéramos hacer”, dijo Catalina Riganti. Foto: Francisco Loureiro.

Un modelo de familia más libre

La casa de los Riganti fue, durante mucho tiempo, el escenario que dio cobijo a una multitud. Los cinco hermanos, sus amigos, la familia. Los recuerdos de esos tiempos, para Catalina, son 100% positivos. Sin embargo, por ahora se inclina por otra realidad para sí misma.

Hoy me gusta mucho estar sola, elijo estar sola. Pero, al mismo tiempo, cuando se hace un festejo y vamos con mis hermanos, todos con sus parejas, es tan lindo tener tanta gente, ponerte al día de qué pasó. Me gustan mucho mis momentos de soledad, pero también me gustan las mesas familiares gigantes, con mucha gente, con muchas anécdotas, donde se vive bien, que no sea una imposición tener que ir, sino disfrutar los encuentros”.

Catalina Riganti: "Hoy me gusta mucho estar sola, elijo estar sola". Foto: Francisco Loureiro. Catalina Riganti: “Hoy me gusta mucho estar sola, elijo estar sola”. Foto: Francisco Loureiro.

“Eso en mi familia siempre fue así, incluso cuando mi mamá y mi papá se separaron el modelo de familia que yo vi era más libre”, destacó. Actualmente sabe que le gusta su familia numerosa, pero aún no se plantea la maternidad: “No sé si necesariamente hijos, no lo tengo claro todavía”.

Mientras tanto, entre risas, le cedió la responsabilidad al resto de los Riganti: “Obviamente, me gustaría ser tía, pero todas mis hermanas dicen lo mismo: ‘Bueno, a mí también me gustaría ser tía, ¿cuándo arrancan?’”.

¿Quién es Catalina Riganti hoy? “Me siento una transformadora. Mi misión es transformar espacios y mejorarlos: cuestionar, ver qué se puede hacer en conjunto y que ese espacio, esa persona, esa situación estén mejor al final del día. Soy una persona muy, muy feliz y eso se la debo -en parte- a mi familia. Amo mi vida, a mi familia, a mis gatos y a mi rutina (que es bastante no rutinaria y por eso también me divierte mucho). Yo no me aburro nunca”.



Fuente Clarin.com

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