Una novedad trascendente a destacar es que el pasado 16 de mayo la FDA (Food and Drugs Administration) aprobó el uso de un test -que se realiza con un simple análisis de sangre- que permite detectar dos proteínas (llamadas tau y beta-amiloide) cuya presencia son determinantes en los cambios cerebrales que inducen y que generan la enfermedad de Alzheimer.
Tan importante es este avance que la FDA validó este análisis como un “Dispositivo Innovador”, término solo reservado para aquello que puede cambiar un enfoque médico de manera sustancial.
Gracias a este análisis es posible entonces detectar el Alzheimer de manera muy temprana y en una etapa asintomática dado que la enfermedad se empieza a gestar muchos años antes de que aparezcan las primeras manifestaciones.
Lumipulse -así se llama el test desarrollado por la empresa japonesa Fujireido- ha demostrado una alta sensibilidad (91.7%) y una alta especificidad (97.3%).
Sensibilidad es la capacidad de la prueba para identificar correctamente a las personas que sí tienen la enfermedad.
Especificidad se refiere a la capacidad para identificar correctamente a las personas que no tienen la enfermedad.
La sensibilidad, además, mide qué tan bien el test detecta la enfermedad cuando realmente está presente, mientras que la especificidad mide qué tan bien el test descarta la enfermedad en quienes no la tienen. Ambas medidas son importantes para evaluar la confiabilidad de un método diagnóstico.
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente a los mayores de 55-60 años, causando un deterioro progresivo de la memoria, el pensamiento y funciones cognitivas.
En términos simples, es como si el cerebro empezara a “desconectar” muchas de sus neuronas por la interferencia de las dos proteínas anormales mencionadas y que comprometen funciones esenciales de las neuronas, lo que provoca que las personas olviden cosas, se desorienten o tengan problemas para realizar sus actividades cotidianas.
Este test cobra relevancia si se recuerda que el Alzheimer es la forma más común de demencia, afectando actualmente a más de 55 millones de personas en el planeta.
Además, se estima que una de cada ocho personas mayores de 65 años tiene esta patología mientras que a los 85 años la proporción aumenta a la mitad de la población.
Y cada año se suman unos 10 millones de nuevos diagnósticos, cifra que se espera que se incremente de manera considerable en las próximas décadas debido al envejecimiento de la población por la mayor expectativa de vida. Este crecimiento poblacional representa un desafío importante para los sistemas de salud y para las familias que cuidan a los pacientes.
Tradicionalmente, el diagnóstico se basa en evaluaciones clínicas y pruebas cognitivas, complementadas en algunos casos con estudios de imágenes cerebrales (PET) o punciones para extraer Líquido Cefalorraquídeo. Sin embargo, estos métodos son costosos, invasivos y no están al alcance de todos.
Este test quizás esté anunciando el comienzo de una nueva era en la detección precoz de esta enfermedad.