Todos los veranos me gusta hacerme un plan de lectura que, en general, termino incumpliendo. Este año pensé en dedicarme a Dostoievski -de quien no leí las novelas más largas- y luego me hice la lista de los libros que me gustaría releer y que marcaron mi historia. La verdad que se acercaba el fin de año y ningún plan me cuajaba. Así que opté -y recomiendo- sumarme a un Reto Lector 2025, y un par de Clubes de Lectura. Algunas personas me preguntaron: ¿por qué alguien como vos necesita de un club de lectura?

Esta pregunta da por sobreentendido que los escritores no padecemos -como cualquier hijo de vecino- bloqueos lectores. O que nuestra formación, supuestamente superior, nos hace ajenos a leer con otros. Nada más equivocado, creo yo, y lo digo por experiencia adquirida. Formar parte de un club de lectura ayuda muchísimo. Y hay para todos los gustos.

Están algunos clubes donde se abordan los libros del momento, otros de género romántico o policial (por citar un par: el de Patricia Andrea Lob, que abarca los dos géneros, y el de Marina Berg, El club del misterio, solo de policial). En muchos cambia el sitio de debate. Los hay por WhatsApp, por Telegram, con encuentros por Zoom o presenciales. Algunos son gratuitos y otros son pagos. En algunos es posible elegir si uno quiere participar el mes siguiente, de acuerdo a qué leen el mes siguiente (como Escape a Plutón, uno de los primeros, fundado por Martín Jali), en otros la suscripción es un poco más rígida. En algunos clubes de lectura, el libro se recibe por correo o hay que ir a buscarlo a la librería como el de Clara Anich en la Librería Mandrágora, o como Pez Banana.

En la mayoría, el formato de la lectura queda librada al lector: puede comprar el libro, pedirlo prestado, leerlo en el formato que se desee. Otros adoptan la forma de taller de lectura, semana a semana, como en Chasco Club o bien el de Valentín Muro, que se hace a través de un foro en la plataforma y donde hay muchísima info sobre el libro que se viene leyendo. Hay clubes de lectura en francés, o en inglés. La sommelier de libros hace Mateadas literarias que consisten en una reunión presencial o virtual donde los lectores se encuentran con Luciana Mauro, a descifrar aquello que tuvieron delante de sus ojos.

Qué libro leo a cargo de Flor Pescetti incluye retos lectores, lo mismo que la Biblioteca Digital de Chile (a la que cualquier lector con pasaporte puede acceder para asociarse gratis). Los retos son propuestas un poco azarosas de doce o quince libros para leer por año: por ejemplo, “En marzo leer un libro que tenga un nombre de mujer en la tapa” o “En abril, un libro prestado”. Lo más normal es que en los retos, las personas participantes hayan leído libros muy diferentes que pueden comentar entre sí. Yo estoy contenta con la modalidad: mantuve en forma la curiosidad lectora, gracias a esta amigable y generosa propuesta de los promotores de lectora.



Fuente Clarin.com

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