La psicología, dedicada al estudio de la mente y el comportamiento humano, ha identificado patrones que permiten reconocer a quienes ocultan intenciones manipuladoras detrás de una apariencia amable.

Aunque pueden parecer confiables o generosos, estas personas suelen tener motivaciones egoístas o dañinas. Dominar el lenguaje verbal y no verbal es una de sus principales herramientas: saben exactamente qué decir y cómo actuar para ganarse la confianza de los demás, mientras ocultan su verdadero propósito.

La terapeuta especialista en emociones y creadora de la escuela BioSanacionEmocional, Andrea Lasprilla, en un video viral en TikTok, explicó algunos indicios para detectar a aquellas personas que simulan ser amables y generosas.

Según ella, hay personas que hacen uso de la “amabilidad estratégica”, es decir, actúan con generosidad selectiva solo cuando hay personas que los miren, buscan reconocimiento o esperan algo a cambio.

En Psychology Today, el psicólogo Robert N. Kraft, profesor de psicología cognitiva en la Universidad de Otterbein y autor del libro Memoria percibida: recordando el Holocausto, explica que estas personas “emplean técnicas coercitivas para persuadirnos de que cumplamos su voluntad”, por lo que no es amabilidad auténtica, sino una herramienta más que usan para su propio beneficio.

De acuerdo con los estudios de comunicación de Albert Mehrabian, profesor emérito de psicología en la Universidad de California en Los Ángeles, solo el 7% de lo que comunican las personas proviene de las palabras y el 93% es comunicación no verbal, ya sea el tono de la voz o el lenguaje corporal, según la regla 7-38-55. Esto se ve claramente, cuando alguien te dice que le encantaría ayudarte pero mantiene los brazos cruzados, por lo sus palabras no estén alineadas con sus actos.

Como señala el European Journal of Social Psychology, la incongruencia entre discurso y conducta en contextos sociales es una forma de manipulación relacional frecuente en entornos laborales y familiares.

Alguien que siempre está dispuesto a aceptar ayuda, pero nunca está disponible para ofrecerla, suele ser una persona que finge y busca una relación unilateral, sin tener en cuenta la importancia de la reciprocidad a nivel psicológico.

Quien es verdaderamente buena persona sabe que puede equivocarse, pide disculpas, reconoce sus errores. En cambio, quienes fingen esa bondad rara vez aceptan críticas. Justifican sus malas acciones o las minimizan, e incluso pueden reaccionar con hostilidad ante cualquier señalamiento. Su imagen moral es tan frágil que cualquier roce con la realidad se percibe como un ataque.

La página de psicología Psicología y Mente, estableció las actitudes de las personas que sí son buenas y no fingen serlo.



Fuente Clarin.com

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