Nomura estima que las exportaciones chinas a EE.UU. cayeron más de 50% en abril, con un ”shock negativo directo” de -1.1% del PBI, con una desocupación de 5/10 millones de puestos de trabajo que pueden trepar a 15,8 millones en el resto del año.

“Societé Génerale” señala que las ventas chinas a EE.UU. se hundieron más de 70% en abril, con un “shock negativo directo” de -2% del producto, con una pérdida de empleo de más de 20 millones de puestos.

Todo ésto es efecto del arancel especial de 145% impuesto a China por Donald Trump, que ha cerrado el acceso al mayor mercado de consumo del mundo, que es el norteamericano.

La Organización Mundial de Comercio (OMC) advierte que las exportaciones chinas a EE.UU. se desplomarán 77% en 2025, tras ascender a U$S 440.000 millones el año anterior; y COSCO -principal empresa naviera china- subraya que el volumen de contenedores con bienes destinados al mercado estadounidense cayó 13% en las 3 primeras semanas de abril, y disminuiría a 22% en el mes.

Por eso, según Goldman Sachs, se perderían en China 16 millones de empleos manufactureros este año, y cerrarían 9.000 fábricas sólo en la provincia de Guangdong.

El sector manufacturero exportador se extiende por todo el sur de China en un arco desplegado desde Shenzhen a Shanghai, y abarca los extremos de los gigantescos hinterlands industriales situados en las cuencas de los ríos Pearl y Yangtzé.

Allí producen y venden al mundo más de 1 millón y medio de compañías manufactureras, todas de tecnología avanzada y de personal altamente calificado, que disponen de energía barata y abundante, así como de créditos fácilmente disponibles. Su elevadísimo nivel de productividad (comparable o superior al norteamericano) es obra de una feroz competencia, alentada y supervisada por un Partido-Estado dotado de una visión estratégica de largo plazo.

Se puede asegurar, en suma, que la actividad manufacturera china se ha contraído a medida que los aranceles especiales de 145% impuestos por Trump producen sus efectos; es ésto lo que ha hecho que la actividad manufacturera de la República Popular (según el Índice de Compras PMI) cayera en abril a 49 puntos, el menor nivel desde diciembre de 2023.

El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, advirtió hace 20 días de que era “insostenible” que las dos mayores economías del mundo mantuvieran clausurados sus respectivos mercados internos, con el agregado – en opinión de la mano derecha de Trump – de que China era más perjudicada que EE.UU. por esta inédita situación.

China – adujo Bessent – exportaba a EE.UU. cinco veces más que las ventas norteamericanas a la República Popular; y por eso se vería forzada a despedir operarios y cerrar compañías manufactureras, lo que no había ocurrido nunca desde 1978 (cuando Deng Xiaoping volcó el sistema al capitalismo).

La posibilidad de abrir o cerrar el mercado interno norteamericano, el mayor mercado de consumo del mundo, es la carta ganadora de Trump y éste lo sabe. Por eso, el tiempo juega a su favor y en contra de la República Popular.

China por su parte carece de un mercado alternativo, porque todos los otros, con la Unión Europea en primer lugar, han alcanzado un punto de saturación por la monumental avalancha exportadora de la República Popular, cuya superior productividad y menores costos la tornan hoy imbatible en el capitalismo globalizado del siglo XXI.

De ahí que se imponga negociar entre las dos superpotencias. Ante esta imperiosa exigencia de la realidad de las cosas, la cuestión de quién cede primero, o quién llama primero al otro es una minucia irrelevante en el gran juego estratégico de la época.

Sintomáticamente, y en forma unánime, la semana pasada todos los medios de comunicación de la República Popular expresaron que había llegado el momento de negociar con Trump.

Señalaban como un elemento a favor que la economía norteamericana se contrajo -0.3% en los primeros 3 meses del año. Sólo faltó agregar que las importaciones aumentaron 41% en marzo, con un alza extraordinaria del déficit comercial que trepó a -U$S 162.000 millones. Ello se debió al adelantamiento generalizado de las compras en China que realizaron los importadores estadounidenses, para evitar el arancel especial de 145% que se haría efectivo en abril. Una vez más se comprueba que la historia no es un torneo de argumentos, sino una puja de realidades y de necesidades.

Estas manifestaciones de la prensa china, convalidadas por el Ministerio de Comercio, provocaron un salto en Wall Street de más de 3%. Lo mismo se repitió en Europa y Asia, con el resultado de que se recuperaron prácticamente la totalidad de los activos bursátiles perdidos a partir del 2 de abril y, sintomáticamente, desaparecían los usuales pronósticos sobre la inminente “recesión” norteamericana.

En síntesis, comienzan ahora las negociaciones entre China y EE.UU. que deben culminar con el acuerdo directo entre Donald Trump y Xi Jinping.

Siempre la gran lección de la historia son los acontecimientos guiados por la razón, esto es debidamente narrados: la mayor lección de la historia es la historia misma.



Fuente Clarin.com

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