Desde 1930, las pruebas sistemáticas que miden la inteligencia de la sociedad mostraban razones para el optimismo. Generación tras generación, los resultados eran mejores. En otras palabras, los hijos eran más inteligentes que sus padres, que a su vez habían logrado puntajes más altos que los abuelos. Y así. Hasta que las evaluaciones realizadas entre finales del siglo pasado y los 25 años que lleva este mostraron otra cosa.
“Vemos que se basaron en los test de coeficiente de inteligencia (IQ, por sus siglas en inglés), que incluyen pruebas de aritmética, vocabulario y razonamiento visual. Y hubo un decrecimiento en estas capacidades, lo que podría indicar que la inteligencia está declinando”, explicó a BBC Mundo la neuropsicóloga Katherine Possin, profesora del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco.
Esas conclusiones coinciden con otras registradas en países como Dinamarca, Reino Unido, Francia, Holanda o Finlandia, con una tradición sostenida en esta clase de estudios aplicados sobre la población. En todos ellos, los puntajes de IQ cayeron en comparación con generaciones anteriores.
¿Por qué sucede esto? ¿Tienen algo que ver las computadoras? El investigador neozelandés James R. Flynn estudió este fenómeno desde el siglo pasado hasta comienzos de este. Fue quien registró el aumento de la inteligencia desde la década de 1930. Su nombre quedó asociado a esa curva de mejora: se llama el efecto Flynn. Ese que ahora se detuvo.
De momento, no hay una sola hipótesis sobre la caída generalizada de la inteligencia. Pero hay investigaciones que apuntan a factores ambientales y no genéticos. De nuevo, la neuropsicóloga Possin: “Uno de los principales resultados del estudio es precisamente ese, que sugiere que la variación no está relacionada con el componente familiar como habían considerado investigaciones anteriores”, explicó.
¿Cuáles son esos factores “ambientales”? Cambios en el sistema educativo, modificaciones en la nutrición de los chicos, mutación en algunos hábitos como dejar de lado los libros impresos y pasar más tiempo delante de series o juegos.
De hecho, hilando fino, los resultados mostraron caídas en algunas habilidades específicas: el razonamiento verbal, la resolución de problemas visuales y analogías y las habilidades computacionales y matemáticas. ¿Tienen algo que ver las computadoras?