En tiempos bastante recientes comenzó a instalarse en el paisaje de la danza de Buenos Aires un fenómeno singular: obras creadas para, o interpretadas por, bailarines atípicos. Atípicos por la edad o por la particularidades físicas o por la preparación para el escenario.

Así, en los últimos dos años podemos contar Yo bailo, de Damián Malvacio; Juego del tiempo, de Margarita Bali, y ahora el flamante La, de la coreógrafa Roxana Grinstein, que creó un solo para Liliana Toccaceli.

Margarita Bali, bailarina, coreógrafa y videasta, estrenó en 2024 su bello Juego del tiempo con un éxito colosal en el Teatro Cervantes. Tenía 81 años en ese momento y esta temporada regresa con la obra.

Liliana Toccaceli tiene 70 años, la misma edad que Roxana Grinstein.

Roxana Grinstein, Damián Malvacio y Lili Toccaceli, los entrevistados. Fotos: Fernando de la OrdenRoxana Grinstein, Damián Malvacio y Lili Toccaceli, los entrevistados. Fotos: Fernando de la Orden

Damián Malvacio está lejos de cumplir 40 años, pero trabaja con intérpretes que superan los 60.

Estas, digamos, peculiaridades generacionales, no son un fenómeno nuevo y podemos encontrar otros ejemplos previos aquí, en la Argentina, y muchos, crecientemente, en Europa y los Estados Unidos.

Pero los tres ejemplos citados, y que se dan relativamente en poco tiempo, pueden indicar ya una tendencia local nacida de una combinación de circunstancias. ¿O quizá se trata nada más que de una moda, fugaz como todas las modas?

La bailarina y los coreógrafos.La bailarina y los coreógrafos.

Bailar con lo que se tiene

Damián Malvacio, coreógrafo y codirector del Taller de Danza del Teatro San Martín, montó con un grupo de vecinas del barrio de Villa Urquiza, de entre 60 y 90 años, una obra preciosa y conmovedora. En 2024 la repuso para una sala del Complejo Teatral de Buenos Aires, también recientemente para un festival en Montevideo y este mismo año para un festival en Australia. Los elencos van cambiando porque cada montaje lo realiza con mujeres del propio lugar.

Roxana Grinstein es una coreógrafa de extensa trayectoria y además directora del Grupo de Danza de la Universidad de las Artes. Creó su La para una bailarina de no menos extensa carrera, Liliana Toccaceli, que formó parte del Ballet Contemporáneo del San Martín y pertenece a una compañía de tango hasta el día de hoy. Tiene ahora 70 años.

En la entrevista están presentes Grinstein, Toccaceli y Malvacio y esto dicen:

Roxana Grinstein, coreógrafa y docente. Foto Emiliana Miguelez
Roxana Grinstein, coreógrafa y docente. Foto Emiliana Miguelez

-Toccaceli: Bailé muchas obras de Roxana, y La está relacionada precisamente con el paso del tiempo y la fragilidad, y con aquellos procesos que me llevaron a ser la bailarina que soy. Bailo desde que tenía 3 años y siempre acepté lo que me tocó en cada momento. A los 20, a los 40 y ahora, que tengo 70.

-Grinstein: En principio no estaba en nosotras la idea de hablar de la Generación Silver, ese fenómeno que comenzó hace años y que revaloriza a gente de cualquier campo que se suponía ya lista para retirarse de la vida útil. Nos interesó en todo caso hablar, sin melancolía, de lo que somos aquí y ahora. No estamos siguiendo una moda; hablamos de lo que nos está pasando.

-¿Por qué el título “La”?

-Grinstein: En la música es la nota de referencia. Creo que después de avanzar durante tanto tiempo por este camino de la danza pasás a ser una referencia. Gente -pueden ser bailarines, otros coreógrafos, o tus amigos o tu familia- que dice “¡hace tanto tiempo que está aquí y continúa estando!”. Quiero decir, seguís avanzando pero también cambiando.

Las obras no hablan desde la melancolía. Las obras no hablan desde la melancolía.

-Malvacio: Yo elegí claramente trabajar con personas mayores, con personas que se postergaron durante mucho tiempo, pero que además no hicieron de la danza su profesión. El título Yo bailo representa eso, “bailo con lo que soy”. Por otro lado, están creciendo los festivales de danza para este tipo de bailarines. Existe uno en Canadá que se llama Viejos y arrugados, hay otro en Australia. Son gente que tiene ganas de vivir, de ser protagonistas de su propia vida.

-Toccaceli: Y ofrecer su arte al público.

-Malvacio: No, a ellos mismos. La entrega al público sería la última parte de este camino. Agrego: cada vez que se abre la inscripción para un nuevo Yo bailo se anotan no menos de 150 personas, de las que no puedo tomar más de 30.

-Roxana, ¿qué se cuenta en “La”?

-Consiste sobre todo en una atmósfera. No hago obras narrativas, literales. Más bien son sensaciones, como un perfume. Empezamos con Liliana a trabajar la idea de un cuerpo inestable y esto me llevó a un diseño espacial en diagonales, a los “fuera de eje”, a la idea de estabilidad e inestabilidad, de los recuerdos. Incluyo también algunos guiños a otras coreografías mías, que en distintos momentos bailó Liliana. Es una obra romántica (se ríe) porque yo soy romántica.

-Malvacio: De paso, parece que este 2025 es el año de la Generación Silver.

-Grinstein: Creo que comenzó a agotarse esta idea de un “mercado” dirigido exclusivamente al consumo de adolescentes y jóvenes.

Pros y contras

-Una pregunta para los dos coreógrafos: ¿qué hay a favor y qué en contra en el hecho de trabajar coreográficamente con gente no profesional, o sí profesional, pero ya con menos posibilidades físicas?

-Grinstein: Cada obra tiene el lenguaje que se merece. Nunca pensé en las destrezas por sí mismas sino en qué destrezas tiene determinado bailarín que se corresponden con lo que me imagino para determinada obra.

-Malvacio: También me pregunto, como bailarín profesional, por qué hay que dejar de bailar a los 40 años cuando hay tanta gente, aquí mismo en la Argentina, que continúa su carrera mucho tiempo más y en un estado perfecto. Trabajo con personas no profesionales, claro, que tienen otro tipo de belleza; pero no dejo de decirles: “lo verdaderamente virtuoso para nosotros es poder seguir el compás de la música y el diseño del espacio; que cuando se arma una ronda, se vea realmente ese círculo”.

Y agrega: “Porque he tenido gente que ha trabajado siempre frente a una computadora, o han sido enfermeras o amas de casa o dentistas. Me gusta especialmente un recorrido espacial de Yo bailo sobre música de Puccini; mientras ellas caminan puedo ver cómo la vida ha pasado por esos cuerpos”.

-Liliana, fuiste integrante del Ballet del Colón, luego del Ballet del San Martín, luego te volcaste al tango, ¿con qué estado de espíritu afrontaste estas distintas etapas?

-Siempre experimenté una gran felicidad al bailar, pero ahora más que nunca. No siento ninguna exigencia y ningún límite. Por supuesto, me entreno todos los días, dos horas por día. Soy una bailarina de esta edad, pero con todo el bagaje que ya me pertenece. Tuve lesiones como todo bailarín, de la que me llevó muchos meses recuperarme. Pero hoy (se ríe) no me duele nada.

“La”: todos los sábados a las 21, hasta el 29 de marzo, en El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034.



Fuente Clarin.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *