Durante años, los potes de telgopor fueron vistos como un residuo problemático, difícil de reciclar y con poco valor. Sin embargo, en el último tiempo ganaron protagonismo en el mundo de la jardinería casera, sobre todo entre quienes buscan armar su propia huerta sin gastar de más.
Su capacidad para retener la humedad, aislar las raíces del calor y su peso liviano los convirtieron en una opción ideal para quienes cultivan en balcones, terrazas o espacios pequeños. Además, son fáciles de manejar, algo que suma puntos si sos mayor o tenés movilidad reducida.
No hace falta ser un experto ni tener herramientas sofisticadas. Con un poco de ingenio y ganas, podés convertir cualquier pote que haya contenido helado o comida en una maceta lista para usar.
1. Limpiá bien el pote
Usá agua tibia con detergente para eliminar restos de comida o grasa. Dejalo secar bien antes de seguir.
2. Hacé agujeros de drenaje
Con un cúter, un destornillador caliente o una herramienta similar, perforá la base. Esto evita que el agua se acumule y pudra las raíces.
3. Decoralo a tu gusto (opcional)
Si querés que se vea más lindo, podés pintarlo con acrílicos, forrarlo con tela, papel reciclado o cuerda. Quedan geniales y le dan un toque personal a tu jardín.
4. Prepará la tierra y plantá
Poné una capa de piedras chiquitas en el fondo para mejorar el drenaje. Después, agregá tierra fértil y plantá lo que quieras: aromáticas, lechugas, flores o lo que gustes.
Si te gustó la idea de las macetas, hay otras formas igual de útiles y sencillas para darle una segunda vida al telgopor que tenés guardado en casa: