En tiempos donde las tendencias cambian al ritmo frenético de las redes sociales, el clean fit aparece como un respiro visual y estilístico. Esta tendencia sobria, que ya ganó terreno entre modelos, creadores de contenido y fanáticos de la moda, apuesta a lo esencial: prendas básicas, cortes prolijos y una paleta de colores neutros que transmiten orden, elegancia y frescura.

Lejos de los looks recargados y de las combinaciones estridentes, el clean fit se impone por su simplicidad pensada. Más que un conjunto de prendas, es una actitud frente al vestir: elegir con criterio, priorizar la calidad y construir una imagen que hable por sí sola sin gritar.

Este estilo minimalista se construye a partir de ciertos pilares que garantizan su coherencia visual:

Vestir bajo el concepto clean fit no significa ser aburrido, sino saber combinar lo justo para lograr impacto sin estridencias. Un ejemplo infalible puede ser: pantalón de sastrería beige, remera blanca básica, blazer camel y zapatillas blancas bien limpias.

También, una de las formas más efectivas de llevar este look es utilizar el recurso del monocromo, es decir, vestirse todo de un mismo tono para lograr continuidad visual.

Lo mejor es que esta tendencia es completamente adaptable: podés usarla para ir al trabajo, para un evento formal o para una salida casual. La clave está en mantener la prolijidad, evitar los excesos y respetar una estética cuidada que, lejos de pasar de moda, se vuelve cada vez más atemporal.



Fuente Clarin.com

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