A veces pienso que Argentina es el único país donde la realidad se discute. No se corrige, no se enfrenta, no se cambia: se discute. Como si el solo hecho de debatirla hiciera desaparecer el problema. Pero los problemas están. Y crecen.

El Gobierno avanza con su plan de ajuste, y en la mira está Vialidad Nacional. Fusionarla, cerrarla, reducirla. La justificación: achicar el gasto público. ¿Alguien se detuvo a pensar en las rutas, en los caminos, en la infraestructura que hace posible que un país funcione? No. Porque en Argentina se administra con la tijera antes que con la inteligencia. Lo mismo ocurre con otros organismos estatales. ¿Hay exceso de burocracia? Sin dudas. Pero el método no puede ser el hachazo sin planificación.

Mientras tanto, la inflación sigue su curso. Comer es un lujo. Alquilar, un privilegio. Subas del 250% en alquileres dejan a miles de familias en la cuerda floja. Y mientras los precios corren más rápido que los sueldos, nos piden paciencia.

Ahora bien, ¿qué pasará si el Fondo Monetario Internacional impone un cambio en la política cambiaria? Ya conocemos la historia: cada condicionamiento externo termina con más ajuste y menos aire para la economía real. ¿Seguirá devaluando el bolsillo de la gente? ¿O finalmente entenderemos que sin producción, sin trabajo, sin previsibilidad, no hay país que aguante?

La pregunta es sencilla: ¿a dónde vamos? El Gobierno nos habla de sacrificios, pero no de futuro. Y sin un horizonte claro, lo único que crece en Argentina es la incertidumbre.

Liliana Canaves canavesliliana@gmail.com

Buenos Aires nos sorprende cada vez más. Debe ser la ciudad más burocrática del mundo. Hace unos tres años tuve que sacar un permiso para pintar mi departamento, pasé por una enorme cantidad de oficinas y cajas para pagar, en tres edificios municipales distintos, tardé unos dos meses para que me habilitasen. Resulta que ahora se superó: para poner en alquiler una habitación o mini departamento es tanta la documentación a presentar y tan arduo el trámite, que no me alcanzaría este espacio para enumerarlas.

Creerá CABA que los que alquilan les hacen competencia a los hoteles. Sabrá CABA que los hoteles dan servicios diarios y estos pequeños alquileres, no. Sabrá CABA que el que alquila tiene la necesidad de mejorar su pequeña entrada para llegar a fin de mes. Creerá CABA que tienen empleados que se dedican a hacer trámites. Le cuento a CABAque estos propietarios limpian ellos, lavan ellos y además obtienen ganancias muy magras, ya que mucho se destina al inmueble. Además ponen una tasa por el “Derecho de Uso Urbano”. O sea que ahora los que vamos a CABA debemos pagar un derecho de uso por caminar por la calle, ya que la habitación alquilada en cuestión es privada.

María Ojeda dfdurini@gmail.com

Entiendo que muchos de los que votamos a Javier Milei (para no votar al kirchnerismo, aclaro) estemos descontentos y desilusionados con su gobierno. Sus formas, su violencia verbal, esa tendencia al insulto rápido y a la descalificación de quienes lo critican, lo perjudican enormemente y nadie parece advertírselo. Pero de ahí a que conspicuos representantes de gestiones fallidas salgan a dar consejos, hay un trecho enorme. Cristina Fernández, con sus cotidianos y chabacanos “che, Milei”; Sergio Massa, responsable del “plan platita”, pidiendo “responsabilidad política” y aspirando a unir el peronismo (esfuerzo digno de mejor causa).

¿Tan escasa autocrítica tienen esos personajes como para ponerse a dar cátedra? ¿No asumen ninguna pizca de responsabilidad por el estado calamitoso en que se encuentro nuestro país? Hay políticos que tienen cara de mármol de Carrara y oportuna pérdida de memoria.

Irene Bianchi irenebeatrizbianchi@hotmail.com



Fuente Clarin.com

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