Betty Draper fuma de manera seductora en la cocina que sólo usa por necesidad cuando llega la hora de servirle la cena a sus hijos. Tiene manos elongadas con uñas pintadas de un rojo obscenamente perfecto, con las que sostienen al cigarrillo mientras sus labios pintados dejan la marca distintiva –el beso de rouge a tono– un símbolo para nada menor si se tiene en cuenta que durante décadas el debate en torno al uso de maquillaje con tonos fuertes, despertaba arduas peleas en todos los estratos sociales. Ese rojo se transformó en un signo de protesta silenciosa que anunciaba el destape de la segunda ola de feminismo y la gran revolución sexual, un cambio cultural que se avecinaba. Betty es la esposa de Don Draper en la serie Mad Men, que entre el año 2007 y 2015, consiguió romantizar una era, una industria y un momento histórico; la década de 1960.

Entre Mad Men y la cultura Argentina de los años 40 y 50 de la cual se nutre Alfredo Arias para hacer las obras que forman parte de su última muestra individual, Mobiliario familiar en la galería Cosmocosa, hay una distancia considerable.

Marta Minujin, AlfredoFoto: gentileza Cosmocosa.Arias y Cynthia Cohen. Foto: gentileza Cosmocosa.Marta Minujin, AlfredoFoto: gentileza Cosmocosa.Arias y Cynthia Cohen. Foto: gentileza Cosmocosa.

Marylin, Sofía y la Coca

Sin embargo, sus trabajos despiertan un deseo similar al que generó la emblemática serie, así como lo hicieron algunas de las figuras más icónicas del cine y la televisión desde Sofia Lauren hasta Marylin Monroe, la Coca Sarli y Christina Hendricks en el papel de Joan Holloway, otro insuperable personaje de Mad Men.

Hay algo en los trabajos de Arias que despiertan el aluvión de imágenes de ayer y hoy. ¿Qué esconde esa mano tan sensual?

Alfredo Arias, Taco Alto, detalle, 2024, porcelana fri´a, mesa de madera y cu´pula de plexiglas. 126.5 x 60 x 60 cm. Foto: gentileza Cosmocosa.Alfredo Arias, Taco Alto, detalle, 2024, porcelana fri´a, mesa de madera y cu´pula de plexiglas. 126.5 x 60 x 60 cm. Foto: gentileza Cosmocosa.

Ella reaparece junto a un teléfono, una tijera y un huevo frito con un cigarrillo incrustado en el medio, un homenaje al cine. Juntas conforman el “Hitch–Exvotos”, una vitrina dónde estas piezas en cerámicas y porcelana fría aluden a dos films de Alfred Hitchcock, Para atrapar al Ladrón y La llamada fatal protagonizadas por Grace Kelly, un referente absoluto de las películas del director.

Cuando Alfredo era chico el cine se convirtió en una gran pasión y fuente de inspiración a pesar de que estaba convencido de que la fabricación de las películas se producía en la misma sala, lo que que le producía temor.

Sin embargo, su fascinación por el séptimo arte no desapareció sino que fue allí donde encontró a sus grandes maestros, incluso más que en el universo del teatro, donde es considerado un referente máximo desde hace décadas.

Alfredo Arias, de la serie Armario Hitchcock, 2024, cera´mica, 33 x 42 x 42cm.  Foto: gentileza Cosmocosa.Alfredo Arias, de la serie Armario Hitchcock, 2024, cera´mica, 33 x 42 x 42cm. Foto: gentileza Cosmocosa.

En 1969 Arias se radicó en París, una ciudad con la que inicialmente no se sentía identificado por no tener un sentido de comunidad artística como el que existía en Buenos Aires, hasta que conoció al dramaturgo, escritor y dibujante Copi (Raúl Damonte Botana) que le propuso dirigir Eva Perón, con una puesta en escena que causó un enorme revuelo dado que el protagónico había quedado en manos de un hombre (algo así como que nadie se meta con nuestros íconos).

Desde el inicio de su carrera Arias entendía el valor agregado de identificarse como un artista multifacético, abrazando al arte en todas su expresiones. Es así como armó un camino consolidado dentro del circuito local, vinculandose al Instituto Di Tella y la llamada “Manzana Loca”, que incluía al Florida Garden y galerías como Lirolay, donde se celebraba un clima fértil para la creatividad, los discursos críticos y la creación libre.

Alfredo Arias con los galeristas Amparo y Teo Di´scoli de Cosmocosa. Foto: gentileza Cosmocosa.Alfredo Arias con los galeristas Amparo y Teo Di´scoli de Cosmocosa. Foto: gentileza Cosmocosa.

Arias, que por entonces usaba sus dos apellidos –Rodríguez Arias– aparece una y otra vez en las fotos más icónicas de aquel entonces, como por ejemplo la tapa de la revista Primera Plana de 1966, junto a otros artistas amigos que representan el espíritu y la intención del arte pop como Delia Cancela, Dalila Puzzovio, Edgardo Gimenez y Charlie Squirru.

Intenciones disímiles

Mobiliario familiar está dividida en dos instancias que tienen aspectos en común pero intenciones disímiles. Por un lado está la reminiscencia y el recuerdo de la infancia durante años 40 y 50 (Alfredo nació en Lanús en 1944) inmortalizada en obras preciosistas que conviven con muebles tradicionales de la época, como el pupitre de madera, lo que permite que dialoguen símbolos de la argentinidad desde el guardapolvo blanco hasta las masitas dulces, el churrasco y el escudo.

Alfredo Arias, Geografi´a, serie pupitres, 2024, pupitre de madera con vitrina y porcelana fria, 82 x 104.5 x 70 cm. Foto: gentileza Cosmocosa.Alfredo Arias, Geografi´a, serie pupitres, 2024, pupitre de madera con vitrina y porcelana fria, 82 x 104.5 x 70 cm. Foto: gentileza Cosmocosa.

Una síntesis del folklore nacional, la familia, la ciudad y las raíces.

Arias también deja ingresar a la fantasía a través de la historia de las hermanas Tita y Tota Peliagudo, dos personajes un tanto terroríficas y seductoras a lo Jessica Rabbit, que develan un relato de fantasmas, desamor, “resentimientos, secretos y culpas innombrables”.

Alfredo Arias, La Sagrada Familia, 2024, te´cnica mixta de objetos encontrados y porcelana fri´a con bases de madera, 72 x 39 x 47 cm. Foto: gentileza Cosmocosa.Alfredo Arias, La Sagrada Familia, 2024, te´cnica mixta de objetos encontrados y porcelana fri´a con bases de madera, 72 x 39 x 47 cm. Foto: gentileza Cosmocosa.

En palabras de María José Herrera quien acompaña a la muestra con su texto, “Las Peliagudo representan la hipocresía de la sociedad argentina de los años 40 y 50, la infancia de Alfredo Arias. No obstante, el artista las viste con ropajes más recientes: la aparatosa sensualidad de las hombreras de los gloriosos 80, momento en que el eclecticismo se entronizó en la moda como sinónimo de la libertad posmoderna”.

Encerradas en una mansión, viven un romance en paralelo con un personaje, Mr. Merengue, a quien perciben como un fantasma, engañándose a sí mismas.

Mobiliario familiar es un ejemplo más que recuerda que Alfredo Arias tiene la habilidad de hacer una lectura crítica de nuestra sociedad de manera exuberante, con altura, inteligencia y delicadeza, que concluye con una dramática cortina negra entre dos importante columnas blancas. Fin de la escena.

Mobiliario familiar, de Alfredo Arias en la galería Cosmocosa (Montevideo 1430), de lunes a viernes de 14 a 19 y otros horarios con cita previa a info@cosmocosa.com





Fuente Clarin.com

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