Alejandra Locomotora Oliveras lucha por su vida en el hospital Cullen de Santa Fe, donde se encuentra internada desde el lunes 14 tras sufrir un accidente cerebro vascular que según los médicos ya le provocó un “daño irreversible”. “Estamos intentando preservar la parte del cerebro que no se vio afectada por el ACV”, expresó este miércoles el jefe de terapia, Néstor Carrizo, quien confirmó que la paciente se mantuvo estable en las últimas 72 horas.

Surgida en el deporte, con pasos por el mundo del espectáculo, la política y las redes sociales, el país aguarda e implora por buenas noticias vinculadas a Locomotora. Mientras tanto, el ambiente del boxeo sigue destacando la trayectoria de una luchadora del ring pero también de la vida, pionera en la disciplina pero también un ejemplo de resiliencia. Fue madre adolescente (Alejandro, su hijo mayor, nació cuando ella tenía apenas 15 años) y padeció violencia machista de quien entonces era su pareja. Esa situación la impulsó a aprender a defenderse con los puños.

“En el pueblo no había boxeo. Así que cuando él (su pareja) no estaba, hacía sentadillas, abdominales en el piso, me entrenaba con mi sombra”, contó en una entrevista publicada en el sitio Aires de Santa Fe, en 2021. Resistió lo que pudo hasta que un día se animó a enfrentarlo. Fue su primer nocaut, que la liberó para siempre del horror doméstico con el que conviven tantas mujeres, pero también el inicio de un camino lleno de gloria que la hizo consagrarse a nivel mundial.

Así lo contó Locomotora: “Un día vino a pegarme, como lo hacía siempre. Entonces lo esperé, cerré el puño y le di con toda la fuerza que tenía. Cayó sorprendidísimo al suelo. Entonces agarré a mi bebé, una bolsa de nylon, y me fui. No volví nunca más”.

A Alejandra la esperaba otra pelea, la de la calle. Allí subsistió vendiendo empanadas y alfajores, haciendo trabajos de jardinería y oficiando como locutora en una radio. Hasta que apostó por el boxeo, empujada por su admiración por Mike Tyson. Apenas un mes después de ingresar por primera vez a un gimnasio, hizo su primera pelea como aficionada. La rama femenina todavía estaba lejos de su explosión a nivel global y especialmente en Argentina, donde se reglamentó recién el 25 de marzo de 2001.

Su primer combate profesional fue el 12 de agosto de 2005, y de allí a la victoria de su vida en forma meteórica: nueve meses más tarde y con solo siete peleas en su récord personal (seis victorias y un empate), tuvo su primera chance mundialista y no la desperdició.

El 20 de mayo de 2006, en Tijuana, México, Locomotora desafió a la local Jackie Nava, entonces campeona supergallo del Consejo Mundial de Boxeo y una de las mejores libra por libra del planeta. Con una actuación deslumbrante, pese a haber convivido durante parte del pleito con una triple fractura en su mano derecha, la argentina derribó dos veces a su rival en el segundo asalto y la despachó definitivamente en el octavo con un zurdazo fulminante que le permitió firmar una victoria que, aún hoy, es una de las más importantes de una compatriota.

De esta manera, la jujeña se convirtió en la primera argentina en ganar una corona en el exterior y en la primera en conseguir un título reconocido por uno de los organismos históricos de este deporte, ya que las únicas campeonas hasta entonces, Acuña (en las categorías supergallo y pluma) y la cordobesa Carolina Gutiérrez (gallo) habían obtenido títulos de la Women’s International Boxing Association (WIBA).

Fue el arranque de una carrera notable, que se terminó con su última función, el 8 de abril de 2017, cuando derrotó por puntos a la mexicana Lesly Morales, en Cutral Co. Se despidió sin anuncios estridentes y con un récord profesional de 33 victorias (16 antes del límite), tres derrotas y dos empates. Hoy la vida la vuelve a poner arriba de un ring y Locomotora está dando pelea.



Fuente Clarin.com

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