Acerca del dolor

Mar 22, 2025



El tema del dolor nos interpela, en lo personal y como sociedad, a lo largo de la vida. Cuando es tolerable para el sujeto, puede generar pregunta y a partir de su indagación perfilarse rumbos novedosos en el acontecer psíquico.

El dolor es una vivencia límite que también compromete al cuerpo. Al ser altamente singular – condicionado por muchas variables que hacen a la historia de la persona en cuestión, a la respuesta que recibe de sus seres significativos y a la dinámica del contexto social en el que le toca vivir- requiere de una tramitación subjetiva que permita pensar esa complejidad.

Es indudable que existe un modo de padecer con marcas de época. Nada de lo que el frenético consumo propone puede ofrecer una elaboración que contemple las causas de ese padecer; por el contrario, no sería más que insistir en la alienación. Es posible que inclusive queriendo escapar del dolor, el mismo se incremente cíclicamente.

En el campo específico de un espacio terapéutico su emergencia es un indicio: ¿qué nos duele?, ¿por qué duele?, ¿por qué retorna de ese modo ese dolor?

El camino por realizar escapa a un molde preestablecido acerca de qué hacer con el dolor. Por ejemplo, cuando un sujeto vive o sobrevive a circunstancias muy arrasadoras es probable que no pueda dar cuenta de ellas, y que eso retorne de distintos modos como un intento de ligadura psíquica acerca de lo acontecido. El dolor tiene su franja de lo tolerable y se requiere de tiempo para generar redes asociativas e inscripciones que permitan algún grado de elaboración.

Sin que nos remitamos a circunstancias de catástrofe para un observador -que por cierto ocurren una tras otra, en distintas franjas de la población-, puede cada sujeto convivir con pérdidas que le deparan mucho dolor. Tramas enlazadas a historias y circunstancias a veces no explicitadas, secretas hasta para el propio sujeto, y penar por eso, a veces buscando motivos para explicar su pena que parece no poder explicarse.

En nuestra época que todo se muestra y todo urge se olvida dimensionar el inconsciente. Muchos pueden llorar argumentando algo actual que no justifica tanto dolor e ignorar duelos pretéritos que perduran en sus efectos. Si además tenemos en cuenta, en la clínica actual, la presencia permanente de la amenaza que vive la mayoría de quedar excluido del sistema y las condiciones de pérdidas cotidianas de lo indispensable, ¿cómo no pensar que esto reactiva en cada sujeto el peor de sus fantasmas?

Si ubicamos una lupa en el tema del dolor, podemos decir que cada uno es diferente, que no hay respuesta buena frente al mismo porque cada dolor involucra muchos planos. Lo que sí hay, cuando se puede pensar, es respuestas singulares, mejores unas que otras. Por ejemplo, a veces tolerar cierto grado de dolor y no paralizarse puede generar una acción adecuada para ese sujeto, teniendo en cuenta que todo cambio subjetivo implica una respuesta distinta del entorno.

Posiblemente lo que más se observa en la actualidad es una conducta evitativa respecto de cualquier cosa que genere dolor. Nuestra sociedad ofrece formas de palearlo engañosas, inmediatas y generadoras de idiotez. La indagación en lo individual, por el contrario, permite para la pelota y pensar cómo se puede empezar a jugar mejor por la vida.

Sara Cohen es psicoanalista y psiquiatra. Autora del libro “¿Qué harás con todo lo que duele?” (Planeta, 2025)



Fuente Clarin.com

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