Por los efectos del cambio climático se consolidó en el mundo una forma de producir que evite las dañinas emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. El campo y la industria han redefinido sus mecanismos. Y se generan así fuentes de energía que a simple vista parecen insólitas.

Por ejemplo, el aceite de cocina usado que es utilizado como combustible por países europeos. Saesa, de capitales nacionales, nacida en 2006 y bajo la batuta de Juan Bosch fundador y CEO, encontró el filón y buscó los proveedores, el lugar en contenedores y certificó los procesos para despejar cualquier sombra y anudó un negocio de 1.200 toneladas por el equivalente a US$ 1,2 millones.

“Se trata de feedstocks avanzados o de segunda generación, es decir, deshechos o derivados de otros procesos productivos, que no compiten con alimentos y por tanto no generan huella de carbono. Todos cumplen con los más altos estándares de trazabilidad y sostenibilidad y contamos cuenta con la certificación ISCC que habilita a comercializarlos. Por ejemplo, el aceite técnico de maíz, oleínas, aceite usado de cocina y lodos de depuración son los primeros productos que llevamos desde Argentina a Chile, Holanda, España y Portugal”, dice Bosch a Clarín.

Puede parecer menor para una firma como Saesa que se dedica a comercializar el 33% del volumen gas que se permite contratar en forma entre generadoras y grandes usuarios, como industria de porte a hoteles de envergadura.

Actualmente cuenta con contratos de prestación de servicio de despacho con tres empresas internacionales cuya actividad es la extracción y comercialización de gas natural. También hay comercializadoras de gas que descansan en Saesa el servicio de despacho diario. Y empresas cargadoras a las que Saesa administra sus contratos de compra de gas. De ese mercado se amplió a las  operaciones de compra y venta de Energía Renovable entre privados.  Así diseña, financia e instala proyectos de autogeneración.

-¿Cómo se les ocurrió lanzarse a las exportaciones de bioenergía?, le preguntó Clarín a Bosch.

-Viví varios años en España y desde nuestra oficinas en Málaga detectamos la oportunidad. Y así salimos a a buscar las oleínas, ácidos grasos y aceites técnicos de maíz, materiales ayudan a alcanzar objetivos de descarbonización en los que está comprometida Europa. Esta exportación representa un primer paso hacia un mercado global que demanda fuentes más limpias y sostenibles. Estamos trabajando en distintas opciones de biomasa, otro recurso enorme de Argentina y de Sudamérica. El desafío en este caso es logístico y llevará más tiempo, pero el apetito en Europa es alto.

Con este proyecto Saesa da otro paso en su expansión internacional. En 2021 puso un pie en Brasil con la compra de la Central Térmica Uruguayana, y sigue trabajando con la exportación de gas natural argentino.



Fuente Clarin.com

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