La actriz Eleonora Wexler cuenta en el ping pong con Viva cuáles son sus rutinas antes de salir a escena. Está de gira con la obra La mentira, que protagoniza con Gonzalo Heredia, y además hará Los pilares de la sociedad, en el teatro Alvear. Wexler también revela qué es lo que más le cuesta como mamá y qué opina de las cirugías estéticas.
– ¿Algún ritual antes de arrancar la función?
-Sí, prendo un sahumerio en el camarín y también paseo con un palo santo por las butacas y rodeo a mis compañeros. Creo mucho en las energías. También, nos abrazamos todo el equipo y después, los cuatro del elenco hacemos ejercicios de respiración. Nos damos fuerza.
-Sí, soy fan de los animales. Tuve una gata, Afrodita, durante 23 años, y ahora tengo dos perros. También tuve dos cobayos –Dolce & Gabanna- que trajo mi hija en la pandemia. Me terminé encariñando con ellos. Les daba de comer morrón. Todo bicho me genera mucha ternura. Son muy leales.
A los 14 años tuve una crisis. No sabía si quería seguir trabajando como actriz.
– ¿Un lugar en el mundo al que te gustaría volver?
-España, me encanta. Me siento muy cómoda ahí. Madrid me gusta mucho y Andalucía me vuelve loca.
– Tuviste una sola hija, Miranda, hoy de 21 años, ¿te quedaste con ganas de más hijos?
-No, creo que fue lo que tenía que ser. Miru llegó con mucho deseo. Fui mamá casi a los treinta. Me sentí muy plena en el embarazo.
– ¿Tu rutina antes de dormir?
-Si llego del teatro, lo primero que hago es sacarme el maquillaje y me pongo algunas cremitas. Tomo un té manzanilla sin azúcar y me como una porción de dulce. Miro una serie, peli o leo algo. Ese es mi ritual.

–La injusticia y la estupidez humana. La ignorancia. Y de lo cotidiano, me enoja mucho el tráfico, la gente maleducada y la agresión.
– ¿Ultima serie que viste?
–Vinagre de manzana. Es tremenda.
– ¿Qué actividades hacés para vos?
–Medito mucho, lo aprendí en yoga. Ahora arranqué con ballroom jazz y sigo estudiando inglés. Y quedó pendiente meterme en un curso de actuación. Me gusta ser estudiante.
-Trabajás desde muy chiquita, ¿paraste en algún momento?
-Sí, a los 14 años tuve una crisis. No sabía si quería seguir trabajando como actriz. Me llamaban para laburar y decía: “No quiero”. No sabía qué me pasaba. La adolescencia fue intensa; medio torturada por mis pensamientos, el mundo de adultos, mi imagen, qué actriz quería ser, quién era yo. Y en ese impasse me ofrecieron un reemplazo en la comedia musical Alta sociedad y acepté. Lo preparé en una semana. Tenía que actuar, cantar y bailar. Y cuando subí al escenario, algo me vibró de vuelta y volví. Lo sigo eligiendo más allá de frustraciones y de aciertos. Es lo que me gusta y donde me siento bien.
Cambiaría por ahí no haber arrancado a trabajar de tan chica. Fue a los 8 años en el musical Annie.
– ¿Cómo te manejás con las redes?¿Te cuesta desconectarte?
-Sí, me cuesta. De hecho, tengo una señal que me marca tener una hora de descanso todas los días. Cuando aparece, trato de dejar el celular, pero no siempre lo logro.
– ¿Tenés o tendrías una relación abierta?
-No, y no siento que sea algo cómodo para mí. Por lo menos en este momento de mi vida. No digo que en otro momento lo sea. Tampoco estoy preguntándole al otro si le gusta alguna o le reviso el teléfono. Confió en nuestro vínculo (está en pareja con el productor teatral Sebastián Blutrach). Y tampoco es que sea tan liberal. Me puedo paranoiquear o que me agarre alguna locurillas o un ataque de inseguridad, pero no soy muy enrollada.
-El cuidado de las plantas. Tengo una muy buena mano con el jardín más allá de que tenga una jardinera que es hermosa y la amo. A veces le “converso” a las plantas. Si las veo medio caiduchas les digo: “¿Qué pasó? Te voy a cambiar de lugar”.
-Ser positiva frente a todo.
-La impulsividad. Eso no me hace pensar bien.

-Hacer una película o una serie de época. Es un deseo desde niña.
– ¿Recibiste alguna propuesta indecente?
-No. Aprendí a defenderme de muy chiquita y ponía mucha distancia.
-En este momento, no, pero nunca le cierro la puerta. Hice biodecodificación, sistémica, de todo…
-Milanesa con puré, tortilla de papa o pescados y mariscos.
– ¿Qué es lo que más te costó como mamá?
-La adolescencia de mi hija. Uno tiene muchos miedos y dudas. Decís: “¿Está bien lo que estoy haciendo? ¿Está bien la libertad que le estoy dejando porque quiero que sea libre y que aprenda?” A la vez, hay que confiar en los valores que le diste.
– ¿Alguna cirugía estética?
-Nunca. Trabajamos con nuestra expresión, con nuestra cara. No es fácil verse crecer y ver cómo funciona el mercado cuando una está más grande. No hay espacio o hay menos. Yo voy a cumplir 51 años. No es fácil aceptar el paso del tiempo. Igual, dentro de mí sigue vivo el espíritu vivo y hay algo del juego y del disfrute en mi vida. Creo que unos de los desafíos más importantes es aceptar la vejez con dignidad. Y convertirse en sabio/a y no en un viejo choto.
– ¿Tuviste muchos novios?
-Sí, varios. Era noviera. El primero lo tuve a los 15 años. Él, tenía 21. Me gustaba desde muy chica. Era brava. .. (Risas).
Mi sueño es hacer una película o serie de época. Es un deseo desde chica.
– ¿Cómo viene el 2025 en lo laboral, además del teatro?
-Ahora estamos de gira con La mentira por el interior del país y después estrenaré Los pilares de la sociedad, de Henrik Ibsen, en el teatro Alvear, dirigida por Jorge Suárez. Estoy muy agradecida.
– ¿Qué cambiarías de tu vida?
-Por ahí no haber empezado a trabajar de tan chica. Empecé a los ocho años en el musical Annie. Era una nenita a la que le gustaba jugar arriba del escenario. Me crié en un mundo de adultos y me perdí esa cosa de la niñez.