Si comiste una palta, no sabés qué hacer con la cáscara y no querés tirarla, tenés que conocer las múltiples ideas sustentables que existen para convertirla en un recurso útil que no solo permite ahorrar, cuidar la piel, sino que también podés mejorar las plantas sin generar residuos innecesarios.
La cáscara de esta fruta lidera la lista de restos con un valor oculto importante, por sus propiedades y textura. Conocé los cuatro usos prácticos y fáciles de aplicar que existen.
Cada parte de la palta tiene una función que puede aprovecharse. Mientras muchos tiran la cáscara, otros ya la integran a sus rutinas cotidianas como insumo natural. Estas cuatro propuestas combinan simplicidad y eficacia, sin necesidad de gastar dinero ni recurrir a químicos.
Las mitades vacías de la cáscara se transforman en pequeñas macetas ecológicas ideales para germinar semillas como rúcula o albahaca. Basta con limpiarlas, llenarlas con tierra fértil, sembrar y regar a diario.
Al crecer la planta, podés enterrarlas directamente en una maceta o jardín. La cáscara se degrada sin dañar el suelo y aporta nutrientes al sustrato.
Gracias a su textura rugosa, la cáscara de palta es una base natural para exfoliar la piel. Según Minhavida, sitio que brinda información sobre salud, al combinarla con miel o aceite de coco, se obtiene una pasta que elimina células muertas.
Aplicala sobre la piel húmeda con movimientos circulares, especialmente en manos y pies, así lograrás que deje la piel más suave.
La misma fuente menciona que la cáscara cuenta con nutrientes que también benefician al cabello ya que colabora en la mejora del brillo, fortalecimiento de raíces y una regeneración capilar.
Se puede hervir la piel de la palta, logrando así una infusión, que una vez colada y fría se puede usar como enjuague final luego del shampoo.
La cáscara de palta también cumple una función clave en el compost. Cortada en pequeños trozos, se integra a la mezcla orgánica y acelera su descomposición.
Su contenido de potasio y fibra vegetal fortalece el sustrato y mejora el desarrollo de las plantas. Es una forma sencilla de sumar nutrientes sin recurrir a fertilizantes comerciales.
Aporta nutrientes y se desintegra de forma natural. No libera olores, es fácil de manejar y permite crear productos útiles para el cuerpo y el jardín. Estas ideas sustentables enseñan a valorar los residuos como insumos y promueven el ahorro sin químicos ni plásticos.