El 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 2012. Esto se debe a partir de la iniciativa de Bután, país asiático que desde la década de 1970 mide la calidad de vida de sus habitantes con el índice de Felicidad Nacional Bruta (FNB).

El objetivo del organismo es fomentar a todos los países miembros a que adopten “un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado del crecimiento económico que promueva la felicidad y el bienestar de todos los pueblos”.

Si bien la felicidad es un objetivo universal al que todos aspiran, existen distintos modos de entender y practicar esta emoción tan buscada. Los ámbitos del mindfulness, la ciencia ayudan a alcanzar la felicidad mediante distintos tipos de recomendaciones.

Clara Badino es una de las mayores referentes de la práctica del mindfulness en nuestro país y fundadora de la Asociación Civil Visión Clara, orientada a la “difusión y enseñanza” de la técnica de meditación desde el año 1993.

El mindfulness entrena a la mente para estar presente en el momento. Badino enfatiza la importancia de anclarse en lo que ocurre en el ahora y los peligros de dejar que el cerebro rumbee escenarios inciertos.

“La gente sufre de antemano de algo que todavía no pasó. Hoy el futuro ocupa un lugar de excelencia en el estrés“, explica la precursora del modelo M.B.S.R (Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena) en Latinoamérica.

Badino detalla las consecuencias del estrés inducido por adelantarse al presente: “El estrés sostenido en el tiempo envilece al hombre, cultivando separación, desconexión de sí mismo, de los otros, competición como única forma de diferenciación y búsqueda desesperada de objetivos”.

Estanislao Bachrach une el arte del autoconocimiento con la neurociencia y el bienestar. El doctor especializado en Biología Molecular diferencia la satisfacción inmediata que, por ejemplo, puede generar comer o consumir una sustancia adictiva, del sentimiento de alegría prolongada. Este puede suceder compartiendo una charla o un momento significativo con un ser querido.

La explicación científica detrás de esta filosofía yace en los distintos tipos de neurotransmisores que encontramos en el cerebro. “El neurotransmisor que genera placer es la dopamina y el que genera felicidad es la serotonina“, dice Bachrach.

Según expone el profesional formado en la Universidad de Buenos Aires, “la dopamina acelera el mecanismo de las neuronas, y cuando estas se aceleran demasiado, mueren. Ese proceso se trata de la adicción. La serotonina, en cambio, desacelera las neuronas y genera un sentimiento de satisfacción más sano”.

El reconocido psicólogo y escritor Gabriel Rolón es autor de varios libros sobre la felicidad y ha dado numerosas charlas sobre salud mental, orientadas a desmitificar conceptos y convenciones cotidianas.

El psicoanalista cuestiona fuertemente la felicidad como un estado de plenitud absoluta. Rolón sostiene que las personas “tienden a idealizar las cosas y la felicidad no escapa a eso“, advirtiendo la posibilidad de perderse a uno mismo en la busca o espera de algo, ya sea un logro laboral o una pareja romántica que “nos complete“.

Rolón reflexiona: “Somos buscadores de la posibilidad de encontrar ese objeto que calmaría nuestro deseo para siempre y ese objeto, por suerte, no existe porque sino dejaríamos de desear y la vida dejaría de tener un sentido“.



Fuente Clarin.com

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