Los rankings gastronómicos suelen despertar gran interés entre los amantes de la buena comida. Cada año, diversas publicaciones internacionales evalúan la calidad de los establecimientos y sus especialidades, reconociendo a aquellos que logran destacarse en el exigente mundo de la repostería.
En esta ocasión, la selección de los mejores postres del mundo llamó la atención por incluir a dos clásicos de Argentina. La presencia de estos exponentes nacionales en el listado reafirma la excelencia de la gastronomía local y la importancia de sus tradiciones dulces.
En un ranking dominado por establecimientos de Europa, Asia y América del Norte, Argentina logró asegurarse dos posiciones con lugares icónicos de su escena gastronómica. Rapanui, ubicado en Bariloche, alcanzó el séptimo puesto gracias a su inigualable helado de chocolate, mientras que Café Tortoni, en Buenos Aires, obtuvo el noveno lugar con sus tradicionales churros.
Taste Atlas destacó la calidad y el sabor de estas dos especialidades, que son parte esencial de la cultura argentina. Sobre Rapanui, la publicación afirmó: “El helado de chocolate de Rapanui está elaborado con cacao de primera calidad, ofreciendo un sabor rico e indulgente que es un verdadero placer para los amantes del chocolate”.
Por su parte, el Café Tortoni fue elogiado por su historia y tradición: “Es un café histórico e icónico de Buenos Aires y fue un símbolo del patrimonio cultural de la ciudad desde su creación en 1858”.
Los postres argentinos conquistaron paladares en diferentes partes del mundo, y este reconocimiento reafirma la calidad de la repostería nacional. Rapanui, con su elaboración artesanal y la selección de ingredientes premium, logró destacarse dentro del competitivo universo del chocolate. Su helado, con una textura cremosa y un sabor profundo, es una experiencia ineludible para quienes visitan Bariloche.
Por otro lado, el Café Tortoni es un punto de encuentro para porteños y turistas, y ofrece una experiencia gastronómica que se mantiene fiel a la tradición. Sus churros, servidos con chocolate caliente, son un emblema de la merienda argentina y fueron parte del paisaje cultural de Buenos Aires desde sus inicios.