La Argentina de los últimos cuarenta años tuvo entre sus momentos emblemáticos uno que destaca como verdadero “parteaguas”: el Juicio a las Juntas. Un logro único y reconocido, cuando un tribunal civil juzgó a los ex comandantes de las juntas militares de la última dictadura por su responsabilidad en la comisión de graves violaciones a los derechos humanos, y lo hizo de manera oral y pública, bajo las leyes de la Constitución. Fue un acontecimiento inédito hasta entonces en nuestro país y en el mundo. Durante estas décadas se produjeron infinidad de libros, artículos académicos, investigaciones y crónicas periodísticas, obras teatrales y películas.

Su recuerdo, 40 años después, sigue reverberando. El testimonio de una de las víctimas, en aquellas audiencias que se desarrollaron entre abril y agosto de 1985, Guillermo Fernández, secuestrado y fugado del centro clandestino de detención llamado Mansión Seré, fue uno de los primeros de miles y es recreado en la obra Seré, dirigida e interpretada por Lautaro Delgado Tymruk, que se ofrece en el Teatro del Pueblo. Otra obra, La memoria futura, de Luciana Mastromauro, traza cuatro recorridos simultáneos sobre textos de mujeres cuyos nietos fueron secuestrados, apropiados y -algunos de ellos- restituidos gracias a la tarea infatigable de Abuelas de Plaza de Mayo, ofrecida en el Parque de la Memoria.

En Cuando hicimos historia. Acuerdos y desacuerdos en torno al Juicio a las Juntas (Siglo XXI), un libro colectivo coordinado por Roberto Gargarella, Agustina Ramón Michel y Lautaro García Alonso con prólogo de Luis Moreno Ocampo, se le pregunta a los autores por la imagen que mejor representa aquel momento, en el entendimiento de que la memoria social de aquel Juicio está construida de hechos y razones, pero también de imágenes que apelan a las emociones y los sentimientos más íntimos, que agregan una dimensión esencial de esa memoria común. Para Pablo Gerchunoff, la imagen del Juicio “es una persona de espaldas dando su testimonio”.

Para Elizabeth Jelin, la imagen escogida es el alegato final del fiscal Strassera antes de la sentencia. El sociólogo Emilio Crenzel pone el foco en el momento en que los ex comandantes ingresan a la sala de audiencias de la Cámara Federal aquel 22 de abril del ’85, día en el que se iniciaban las audiencias: “Una imagen que expresa la adecuación de quienes habían ejercido de facto el máximo poder del Estado a las reglas del Estado de derecho”.

En ese instante quedaba fijada la trascendencia y naturaleza del cambio de régimen que representó pasar de la dictadura a la democracia: los dictadores sometidos a los jueces de la Constitución y los hechos ocurridos cuando ésta no regía investigados, esclarecidos y sancionados penalmente bajo el imperio de la Constitución nacional a través de sus poderes legítimamente constituidos y con todas las garantías del debido proceso. Los gobernantes debajo de la Constitución y sujetos al imperio de la ley, nunca más por encima, o liberados, de ella, es un pilar de la república democrática . Esa es la garantía básica de protección de nuestras libertades.



Fuente Clarin.com

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