Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de La Plata y Conicet identificó 16 especies de ceratopogónidos, conocidos como jejenes, que no estaban previamente registrados en el país, a la vez que ubicó que otras 102 especies de este insecto se encuentran en más lugares de los que se sabía. Los datos surgen del primer catálogo de este insecto elaborado en Argentina.
“Es la primera vez que se recopila toda la información de las especies de ceratopogónidos- más conocidos como jejenes, con su georeferenciación en Argentina. En el mundo se han hecho varios catálogos que se van actualizando”, contó a Télam la bióloga Florentina Díaz, investigadora de Conicet en el Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE).
El trabajo, que se publicó en la revista Zootaxa, fue posible gracias al estudio de la colección de los Ceratopogonidae del Museo de La Plata, perteneciente a la UNLP, y permitió agregar nuevas localizaciones para 102 especies en la Argentina y citar por primera vez en el país a 16 especies; al tiempo que se pudo excluir de la fauna nacional a dos especies de esta familia.
“Agregar nuevas localizaciones implica que se identificó una especie en más lugares que los que se tenía como referencia”, detalló Díaz.
Así, hasta el 31 de diciembre de 2022 se detectaron en Argentina 356 especies de ceratopogonidos, distribuidas en 35 géneros, siendo los más importantes el género Culicoides, con 51 especies, Forcipomyia con 67 especies, Stilobezzia con 40 especies y Dasyhelea con 37 especies.
Por su parte, Gustavo Spinelli, investigador del Instituto de Limnología “Dr. Raúl A. Ringuelet” (ILPLA), contó que este catálogo de ceratopogonidae “era inexistente cuando comenzamos con su estudio a fines de la década del 70; como resultado de los numerosos viajes de campaña a todas las ecoregiones de la Argentina llevados por nuestro equipo de trabajo a cabo en los últimos 45 años se ha formado una muy aceptable colección, que ha sido fundamental para la realización de este catálogo.”
Pero el inventario de ceratopogonidos realizado en colaboración entre el ILPLA y el CEPAVE no es solo una lista de todas las especies reportadas en el territorio argentino: para cada especie, se incluye la siguiente información: sexo y/o etapa de vida descrita en la descripción original, estado y sexo, depósito del material (principalmente de acuerdo con las descripciones originales), distribución de especies, localidades georreferenciadas para y principales referencias.
“El registro proporciona una base de datos fundamental para el monitoreo y conocimiento de la biodiversidad local y la detección de cambios en la distribución de las especies, lo que puede ser un indicador temprano de impactos ambientales”, indicó por su parte Mahia Ayala, becaria posdoctoral de Conicet, en un comunicado difundido por universidad.
Y continuó: “Además, el catálogo es una herramienta invaluable para la investigación científica, sumamente útil para conocer qué especies están presentes en el país, cuál es su distribución y comprender sus interacciones con otros organismos y con las condiciones climáticas de los sitios donde se encuentran”.
Los Jejenes, “chaquistes”, “manta blanca”, “mbarigui-mini”, “purrujas” o “polvorines” son algunos de los nombres vulgares que reciben las especies de Culicoides en países de habla hispana, mientras que en Brasil se los conoce como “maruim” o “mosquito pólvora”.
Son un grupo de moscas de tamaño pequeño a mediano, con una longitud de alas que varía de 0.4 a 7.0 mm. Se encuentran en prácticamente todos los rincones biogeográficos del mundo, excluyendo solamente la Antártida.
Aunque a menudo pasan desapercibidas, muchas de las hembras adultas de esta familia son hematófagas, es decir, se alimentan de sangre de vertebrados para desarrollar sus huevos, lo que las convierte en picadoras molestas para humanos, ganado y mascotas.
Además, algunas especies tienen la capacidad de transmitir enfermedades, el Virus de la Lengua Azul, que afecta al ganado ovino y a rumiantes silvestres y de cría, o la fiebre del Oropouche, que es la segunda causa de síndrome febril en humanos en las Américas.
Transmiten también a las personas una filaria parásita, Dipetalonema ozzardi, cuyos casos en la Argentina están restringidos al noroeste del país.
A pesar de su reputación de picadores molestos, capaces de causar dermatitis, los ceratopogónidos también desempeñan un papel esencial en la naturaleza ya que son importantes polinizadoras de plantas, como el cacao y los árboles de caucho. Además, sus larvas engullen detritos y son predadoras de otros organismos en hábitats acuáticos y semiacuáticos, contribuyendo al equilibrio ecológico.
De hecho, los adultos de ciertos géneros son ectoparásitos y succionan la hemolinfa de otros insectos, lo que puede ser beneficioso para el control de poblaciones de plagas.
Finalmente, la investigadora María Ronderos, también del CEPAVE, concluyó que “los catálogos son utilizados por expertos y no expertos; éste en particular cuenta con fotos que lo hacen más atractivo a la hora de ser usado y demuestra la importancia de la ciencia básica en la ciencia aplicada”.