Florencia “Hana” Ciliberti no parece dispuesta a que nadie le robe una de sus palabras más preciadas: “libertad”. Es la libertad del artista lo que ella defiende hace años y no sólo con palabras. “Me interesa derribar fronteras”, expresa la creadora de “Otras formas”, proyecto dedicado a unir la música y el arte visual, sus dos pasiones. Primero editó dos compilados con temas de artistas plásticos. Luego creó un sello específico para ellos, único en el mundo. Acaba de presentar un libro que repasa sus historias, y el siguiente paso es una película.

Otras formas, artistas visuales que hacen música es el nombre del libro editado por Gourmet Musical y con un original diseño de Alejandro Ros. “Son crónicas, historias de vida, basadas en entrevistas, con ciertas intervenciones autobiográficas. Me interesaba llegar a un público que no se sintiera ajeno. Me llevó mucho tiempo encontrar la voz, el tono. Siempre va desde la sencillez, que no quita que tenga intensidad”, dice a Página/12 la artista visual, música y gestora cultural, que reparte su tiempo entre realizar performances, esculturas, instalaciones y escribir canciones. Este es su primer libro. Hasta el momento –dice, entre risas– sólo había escrito “canciones de dos minutos”.

Fue dialogar conmigo y con los otros. Su voz fue mi voz; mi voz fue su voz“, expresa. Hace cerca de ocho años que viene investigando el tema. En el libro recupera ejemplos del pasado y bucea en la mirada y el camino de artistas contemporáneos, de diversos géneros –noise, pop, rock, tecno, experimental y otros–, con más o menos trayectoria, sin dejarse atravesar por su gusto personal. El recorrido abarca el período de fines de los sesenta hasta la actualidad. Jorge de la Vega –con su disco El gusanito en persona— y Federico Manuel Peralta Ramos –quien editó un disco con Columbia Records– son considerados pioneros. 

Roberto Jacoby y Eduardo Costa –autores de canciones de Virus–, Alfredo Pior, Vivi Tellas –fundadora de Las Bay Biscuits y autora de “Cleopatra la reina del Nilo”–, Matías Duville, Juan Becú, Dani Umpi, Magdalena Jitrik & Orquesta Roja, Nahuel Vecino y su banda A Tirador Láser, Benito Laren & Amalia Amoedo, Lavial y Testarosa, Rosana Schoijett & Cecilia Szalkowicz, Fátima Pecci Carou, Daiana Rose y Lola Granillo, Karina Peisajovich y Bruno Dubner, Javier Barrio, Las desesperadas por el Ritmo, Agustín Goytía y Juan Sorrentino son los nombres incluidos en el libro. “Me abrieron sus historias de manera muy sensible porque presté atención a algo que a nadie le importaba”, dice Ciliberti.  El hilo común es que todos tienen un “compromiso musical”; que piensan a la música “como un fin”, no como un complemento.

“Simplificar la vida del artista en una serie de objetos, períodos o movimientos es despojarla de su alma”, escribió la autora para la “Coda” del texto. Una de las ideas que recorre estas páginas es que para el mercado y la historia del arte es más sencillo encasillar a cada artista en una única disciplina. Por el contrario, “Otras formas”, como proyecto, busca enaltecer “todas las formas posibles en el campo del arte, porque entiende que eso hace a la identidad, a lo singular y extraordinario del artista y su obra“. “Para mí nunca fue un conflicto ser artista visual y música, pero me molestaba que en el mundo del arte no tuviera sentido poner mis videoclips y discos en el currículum, como si no formaran parte de mi obra”, grafica Hana.

El “gen” de su iniciativa se remonta a comienzos de los 2000, cuando cruzaba sus dos vocaciones en la galería Sonoridad Amarilla. Allí exponía y sumaba música. En 2012 obtuvo una beca del Centro de Investigaciones Artísticas (CIA) y se fue corriendo más al ámbito del arte visual. En 2016, mientras hacía muestras y tocaba en galerías y museos, inició su investigación sobre artistas visuales que hacen música.

Con el tiempo noté que en el campo del arte había artistas visuales que habían editado canciones y unos pocos discos. Pero estaba todo muy subterráneo, inclusive muchos de ellos siquiera sabían que el otro hacía música. Se despertó en mí una pasión enorme por tratar de reunir todas esas músicas“, cuenta la cantante. “A partir del primer compilado se me acercaron muchos más artistas para contarme sobre sus proyectos. En vista00000000s de Otras formas Volumen II decidí fundar el primer sello discográfico exclusivo. Esta música tenía que ser escuchada: yo la descubría pero tenía que ser compartida. Fui sacando muchos primeros discos de artistas que por ahí tenían dos, tres simples. Empezaron a reunir sus canciones entendiendo que había un movimiento que los amparaba y les daba el lugar que sentían tener con respecto a la música. Ya no era un hobbie o un caprichito, sino que era tan importante como un cuadro.”

Incluso al hablar de “Otras formas” Ciliberti escapa a las definiciones. No está segura de  calificarlo como un “movimiento”. Prefiere la idea de que es “una manera de ser”. A la creación del sello le siguió el armado de ciclos musicales en museos y galerías. Un hito fue el “Festival Nuestro”, en Tecnópolis, donde había “un escenario para el trap, otro para el rock y otro para los plásticos”. El siguiente paso es una película con el mismo eje. Está en etapa de posproducción. 

La autora siente una “inmensa felicidad”. A lo largo de estos años se conformó una escena de artistas que “celebran libremente sus músicas”. Ella, a su vez, participa de una muestra colectiva en el Centro Cultural Recoleta y se encamina a grabar su próximo disco.

–¿Cómo es tu relación con la música y el arte visual?
–Fue muy de la mano siempre, desde que tengo uso de razón. Inicialmente era dibujar, cantar, luego pintar al óleo, luego al acrílico, tenía mi banda. Sonoridad Amarilla fue un lugar de gran comodidad donde exhibía mi obra, cantaba, hacía shows. Iban todos los músicos. Los Baba, Daniel Melero daba clases, Cerati iba ahí, Leo García tocaba.  Siempre seguí haciendo las dos cosas, pero en “Otras formas” encontré la unión conceptual. Y ahora irónicamente volví al objeto –había dejado de pintar, estaba haciendo instalaciones–, y estoy participando de la “Bienal de Arte Sacro”. Presento esculturas de cerámica que son cajas musicales con composiciones mías. Encontré el objeto que me representa y estoy preparando una muestra para este año. 

–¿Qué lugar ocupa cada arte en tu vida?
–Yo voy por etapas, no hago todo al mismo tiempo. En este momento estoy terminando las esculturas, y pensando qué nueva forma va a tener cuando vaya al taller la nueva escultura que va a nacer. Me re conecto con eso. Cuando empiezo a estar en sintonía con un disco nuevo las palabras que me rodean me empiezan a resonar distinto. De repente anoto dos palabras porque eso ya me inspira una canción. Entro en sintonía con el lenguaje y me entrego a pleno. La espera que requiere cada actividad la respeto porque la espera hace que baje esa cosa encantada que no sé qué es.



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