Luis Ángel Schumacher vivía tranquilo en Pigüé, al sudoeste de la provincia de Buenos Aires, hasta que su pasado por fin devino presente. Por orden de la Justicia federal bonaerense, fue detenido para ser indagado sobre su participación en más de cien secuestros durante la última dictadura. Su detención, acompañada del allanamiento de su casa, se activó luego de que una sobreviviente de los centros clandestinos “1 y 60”, como se conoció entonces al Cuerpo de Infantería Motorizada de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, y Regimiento de Infantería 7, lo señalara como integrante de la patota que secuestraba y torturaba en esos lugares. En el marco del juicio que se está desarrollando por esos hechos, mencionó que el policía retirado fue una de las personas que golpeó a su hermano en el piso de la celda en donde permaneció tabicado.
Según su legajo policial, Schumacher ingresó en la Escuela Juan Vucetich en 1975 como cadete. Para enero de 1976 había recibido un ascenso a oficial ayudante y un traslado al Cuerpo de Infantería Motorizada. Stella Maris Spósito lo mencionó como uno de los responsables de su secuestro, del de su mamá Etelvina Yanelli y de su hermano, Hugo Morán, sucedidos a fines de mayo de 1976. “Con el tiempo me enteré de que fue este muchacho”, testimonió el pasado jueves en el juicio por los crímenes de lesa humanidad sucedidos en 1 y 60 y la comisaría 8° de La Plata, ante el Tribunal Oral Federal 1 de esa ciudad. Su testimonio fue fundamental para identificar a un represor de la última dictadura que, hasta el momento, no había sido identificado por la Justicia. Schumacher tiene 69 años. Después de 1 y 60 prestó servicio en diferentes comisarías del interior de la provincia de Buenos Aires. Se retiró con el grado de capitán en Bahía Blanca, en 2005.
El juez federal de instrucción Ernesto Kreplak libró la orden de detención contra Schumacher el jueves y la concretó el mismo día su par de Bahía Blanca Walter López Da Silva. El sábado, el magistrado platense lo indagó por los secuestros de más de 120 personas que fueron mantenidas cautivas en 1 y 60 entre marzo y julio de 1976, período en que Schumacher cumplió tareas allí. “Existen elementos de prueba diversos, serios, objetivos, concordantes y suficientes que fundan el grado de sospecha necesario” para avanzar en este sentido, sostuvo Kreplak en su resolución. El magistrado tiene 10 días hábiles para procesarlo. El acusado quedó detenido.
Patadas en el piso
Spósito declaró en la causa que lleva el nombre de Alberto Crinigan, un genocida integrante del Batallón 601 que coescribió junto a Victoria Villarruel un libro prodictadura. Es la segunda vez que la sobreviviente cuenta lo que sufrieron ella y su familia durante el terrorismo de Estado ante la Justicia y que menciona la participación de Schumacher en aquellos delitos. La primera fue en el marco de los juicios por la verdad en tiempos de impunidad, cuando además de ella también declaró su hermano, Hugo Morán, quien vio e increpó al policía retirado en pleno cautiverio.
El operativo que convirtió a Stella Maris y a parte de su familia en víctimas de la última dictadura sucedió el 28 de mayo de 1976. “Recuerdo la fecha porque el 31 tenía que rendir un examen y les pregunté (a sus captores) si me dejarían libre para rendir”, contó. Ella tenía 17 años. Habían cenado en su casa con su novio de entonces, su mamá Etelvina y su hermano mayor, Hugo. Su otro hermano, Héctor Morán, no estaba. Era delegado en Astilleros Río Santiago y no vivía con elles, pero unos meses atrás había hecho el trámite de cambio de domicilio hacia allí. Terminada la cena, su novio, de nombre Daniel, de quien no quiso dar su apellido, se retiró porque tenía guardia en 1 y 60, donde era oficial. Ella lo había conocido a través de su primo que también era efectivo allí. Con él, Stella Maris y Hugo habían compartido casa, pues Etelvina lo había alojado mientras estudiaba en la Vucetich. Era Luis Ángel Schumacher.
Un rato después, una patota comenzó a golpear la puerta a los gritos: “Abran la puerta, Ejército argentino”, advirtieron. Revolvieron todo, cubrieron la cabeza de los tres con una frazada tejida al crochet y los subieron a un camión, en donde “había más personas”. Fueron depositados en 1 y 60. Ella, recordó, fue “esposada a una cama, de mi brazo derecho, vendada en los ojos”. La fue a ver su novio al calabozo, le dijo que “no entendía lo que había pasado”, que se quedara “tranquila”. Tras esa visita, Stella Maris fue interrogada en 1 y 60 y también, bajo tortura, en Regimiento 7. De allí, su mamá volvió “destrozada”.
Su hermano Hugo, que había hecho formación en Aeronáutica, fue quien reconoció a Schumacher en 1 y 60. “Hugo me contó que por la parte de abajo de la venda alcanzó a ver los borcegos” de quien lo estaba pateando. “Eran los suyos. Acomodó un poco la cabeza y vio más arriba, su campera de vuelo de la Aeronáutica. Eran todas cosas que tenía Hugo en mi casa. La persona que lo estaba pateando en el piso era mi primo, con la ropa de él. Mi casa fue desvalijada totalmente”, añadió Spósito.
La primera en ser liberada fue Etelvina, ex telefonista de la Escuela Naval Militar. Un día antes del secuestro, a Etelvina la despidieron. “Le dijeron que era una muy buena empelada pero que no podían sostenerla cuando su hijo (Héctor) había pasado a la clandestinidad”, dijo Spósito. Ella y su hermano Hugo fueron “blanqueados” a mediados de agosto del 76.