“Leer es una fiesta”. En tiempos inflacionarios y bolsillos agujereados, el lema de la segunda edición de la Fiesta del Libro Usado (FLU), que se realizará este sábado y domingo de 12 a 19 horas en La Plaza del Lector de la Biblioteca Nacional (Av. Las Heras 2505 ) con entrada libre y gratuita, contagia la alegría que genera la experiencia de la lectura y visibiliza el rol de los libreros, que invitan a descubrir nuevos universos literarios con sus recomendaciones. La comunidad lectora disfrutará de un fin de semana mágico con un combo imbatible: libros a precios económicos, charlas y lecturas con Dolores Reyes, Martín Kohan, Fernando Noy, Alejandra Kamiya, Emilio García Wehbi, Gabriela Franco, Silvia Castro y Nacho Damiano; música en vivo con el trío Miau y el grupo Urraka, propuestas gastronómicas y café de especialidad. El ideólogo de la FLU es el librero y escritor Patricio Rago, fundador de Aristipo Libros, una librería de usados ubicada en Villa Crespo, autor de Ejemplares únicos también conocido como “el Roberto Galán de la literatura” por la cantidad de parejas que se han formado en las Francachelas, fiestas con vino, chori, libros y bailongo que organiza en su librería.

“Los libreros cumplen un rol muy importante. Son los que le acercan los libros a los lectores y los ayudan a elegir su próxima lectura. Yo los consulto todo el tiempo, aprendo de ellos”, reconoce Rago y menciona a varios colegas con quienes intercambia información, descubrimientos, sorpresas y decepciones, como Natalia Ureña, de la librería Guadalquivir; Facundo Leone, de la Librería del Fondo; Cecilia Fanti, de Céspedes y Sandro Barrella, de Librería Norte. El librero de Aristipo dice que se formó como lector gracias a Hugo, un librero de Parque Centenario “que ya no va más al parque”, cuyo puesto frecuentaron escritores, críticos y periodistas como Hernán Ronsino, Juan Mattio, Kike Ferrari, Federico Barea y Nacho Damiano. “Tuve la suerte de conocer a Hugo a mis dieciocho años. Él fue el que me dijo: ‘tomá, leé a (William) Faulkner, a (Marguerite) Yourcenar, a (Vladimir) Nabokov, a Carson McCullers, a (Juan Carlos) Onetti, a (Juan) Rulfo y a Olga Orozco’. Tener un buen librero te ahorra muchas malas lecturas, te abre mundos, te motiva, posta que te mejora la vida”, enfatiza el librero y escritor. En Aristipo, cuando alguien le pide una sugerencia, siempre le pregunta qué tipo de experiencia quiere tener con la lectura. “A veces uno necesita algo que le explote la cabeza y otras veces anda buscando algo más tranqui, más ágil, no tan complejo. Depende de cómo esté uno o de qué tenga ganas. También le pregunto qué libros, autores o géneros le gustan. Entonces ahí le tiro opciones y le cuento un poco de cada libro, le sugiero que lea las primeras frases, que vea un poco qué le pasa en el cuerpo, y ahí elija”, explica el librero a Página/12.

Las huellas de Marito

En esta segunda edición de la FLU hay más librerías de usados participando. Si en la primera Fiesta fueron 20, este año son 34: Aristipo Libros, The Book Cellar, La Teatral, La Grande, El Juguete Ilustrado, Jade, El Escriba, Textos Cautivos, El Sobaco Ilustrado, Nuestro Arcón, El Silenciero, Bisnidem, Librería Aguilar, Cadáver Exquisito, Fetiche, Librería Didon, Sudeste, Mastronardi, Himnos de la Noche, Plazoleta, Rústica Libros, Los Siete Pilares, Helena de Buenos Aires, El Escondite, La Internacional, Aquilea, La Libre, Ral Veroni, Mompracem, Thesauros, Racconto, Librería Libertad, Charlemos de Libros y Tangerine. En La Plaza del Lector de la Biblioteca Nacional desplegarán una selección curada de sus títulos más destacados, con clásicos literarios y joyitas difíciles de encontrar. Rago anticipa algunas opciones para tentar a lectoras y lectores: Querido Miguel, de Natalia Ginzburg, en la edición de Fausto (4.000 mil pesos); el librazo Los peces no cierran los ojos, del escritor italiano Erri de Luca (5.000 pesos); Eclipses y fulgores, de Olga Orozco, (2.500 pesos) y Moby Dick, en la hermosa edición en dos tomos del Fondo Nacional de las Artes, con la traducción de Enrique Pezzoni (8.000 pesos).

“Hace unos años compré una biblioteca particular que era una locura”, confiesa Rago con las pupilas eclipsadas por el recuerdo. “Muchas veces, cuando estoy yendo a comprar una biblioteca, me gusta imaginarme algunos de los libros que puedo llegar a encontrar. Me acuerdo perfecto que en ese viaje en bondi pensé mucho en el Borges de (Adolfo) Bioy (Casares). Hacía banda que lo quería leer. Llegué, la hermana me mostró las habitaciones con los libros y me dejó para que revisara tranquilo. En una bibliotequita de madera oscura, en el estante de abajo de todo, entre un libro de (Mario) Levrero y uno de Joseph Roth, estaba el Borges”, repasa el librero de Aristipo el hallazgo más deseado. “Marito anotaba las fechas de compra de los libros y dejaba algunas anotaciones con un lápiz muy fino. Cada vez que leo el Borges pienso en él, me río con sus comentarios mordaces, coincido con sus signos de exclamación, me sorprendo con algunas marcas. Siento casi como una complicidad con una persona a la que nunca vi en mi vida. No tengo ni una imagen mental de Marito, pero ahí está, conmigo, siempre que abro el Borges”, reconoce el librero y revela que dentro de los libros se encuentran muchas cosas: servilletas, entradas de cine, de teatro, boletos de avión, de tren, de colectivo, flores secas, recortes de diario, volantes, señaladores, dibujos infantiles, facturas y fichas con anotaciones.

Tres librazos usados por uno nuevo

Rago comenta que una vez encontró una carta de un padre a un hijo “en la que le decía que él no lo había estafado, que por favor lo escuchara, que le atendiera el teléfono”. El librero de Aristipo subraya los libros que lee siempre con lápiz. “Marco al costado del texto, hago círculos, armo corchetes en fragmentos que me gustan mucho. El trazo no es ni muy suave ni muy violento; con letra de médico anoto algunas cosas que se me ocurren, ideas para cuentos”. En un contexto inflacionario, el libro usado “llega tarde al precio del nuevo” porque “sus tiempos son otros”, aclara y precisa que hay muchos libros que “escapan a la dinámica de lo nuevo”. Un ejemplo a mano ilustra la cuestión: la edición nueva de Alfaguara de La fiesta del chivo, de (Mario) Vargas Llosa, según calcula el librero, debe salir más de 10.000 pesos. “En el mercado del usado lo podés conseguir a 2.500. El mismo libro, el mismo texto, la misma edición. Hoy en una librería de usados, quizás te llevás dos, tres o hasta cuatro librazos por el mismo valor que pagarías por uno nuevo -compara-. Por eso me parece tan necesario, en este contexto, un evento como la FLU”. 



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