Ni todo tiempo pasado fue mejor ni tampoco el futuro asegura progreso y felicidad: la misma historia se encarga de desmentir tales máximas. Pero no es menos cierto que aquello que vivimos construyó lo que somos, tanto individual como colectivamente. Repasar la historia es viajar a otro tiempo, a otros colores y a otros aromas, que puede servir para explicar el presente. Y si recordar proviene del latín “re-cordis”, que significa volver a pasar por el corazón, escapar de la estructura académica para observar lo que fuimos siempre es una manera inteligente de sumar perspectivas. Bien lo sabe Felipe Pigna, el historiador acostumbrado a revisitar el pasado de grandes nombres y acontecimientos, y que encontró en su ciclo televisivo Archivo general de la emoción una manera emotiva y cotidiana de recorrer la historia. El programa de la TV Pública estrena su tercera temporada el sábado 14 a las 20.

Sin vergüenza por intentar activar las fibras sentimentales más que las racionales, aunque sin renunciar a fechas y contextos, Archivo general de la emoción es un auténtico viaje social, cultural, deportivo y político con el que cada televidente tiene la oportunidad de recrear su propia historia. Un programa que desde su misma propuesta intentó recuperar una costumbre perdida entre tanta tecnología individual y contenidos audiovisuales ultrasegmentados: sentar a la familia frente al televisor.

“Es un programa que tiene la virtud de juntar a distintas generaciones”, reconoce Pigna a Página/12. “Todo aquello que nos contaron nuestros abuelos o nuestros padres puede compartirse a través de material de archivo. La sección musical, por ejemplo, es muy celebrada, por la posibilidad de ese mismo arte de perdurar en el tiempo. Hoy vemos que hay una enorme cantidad de pibes y pibas escuchando Pink Floyd o los Beatles, y eso no podría suceder si no existiese un puente generacional”, detalla el divulgador.

La tercera temporada de Archivo general de la emoción comenzará con un envío dedicado exclusivamente al año 1960. El debut recorrerá distintos sucesos, personas y objetos que formaron parte de aquél año: el terremoto en la ciudad de Valdivia en Chile; el surgimiento de Siam, una empresa que fue emblema de la industria nacional; la aparición del jerarca nazi Adolf Eichmann en la Argentina; el recuerdo del boxeador Luis Ángel Firpo, llamado ‘El toro de las pampas’; y hasta el icónico debate presidencial entre Richard Nixon y John Fitzgerald Kennedy por la presidencia de los Estados Unidos.

“El programa va a comenzar con un recorrido vertiginoso por los ’50 para poner en contexto de dónde veníamos”, cuenta Pigna. “Arrancamos con 1960 porque es un año interesantísimo, porque ya en ese momento se adelantaba lo que iba a ser la década. Había indicios muy fuertes: la revolución cubana del ’59 marcaba un rumbo, la llegada de Kennedy a la presidencia de Estados Unidos otra, la lucha de los derechos civiles en ese país estaba candente, el quiebre del movimiento beatnik, con Elvis Presley en el ejército y el rock que ya estaba esperando el surgimiento de una banda que iba a revolucionar la música como los Beatles”.

Con su costumbre de recordar procesos culturales y políticos, eventos deportivos y artísticos, personajes y objetos de un mismo año por cada programa, la tercera temporada de Archivo… seguirá estructurada bajo sus clásicas secciones: deportes, cine nacional e internacional, política nacional e internacional y literatura. “Tratamos de que siempre haya material de archivo inédito o poco visto, en un trabajo enorme que hace Silvina Müller como productora y todo el equipo, con el archivo del canal y del Archivo General de la Nación, desde la perspectiva de trabajar la memoria emotiva, que es un elemento alucinante para ejercitarla”, subraya.

En las dos primera temporadas, hubo un hecho que sorprendió a Pigna y a su equipo: el fuerte arraigo que tienen las antiguas publicidades en la ciudadanía. “La gente se vuelve loca con la publicidades televisivas, que encima ahora las pueden ver en color -detalla-. No se acuerdan quién era el ministro de economía de tal o cual año, pero las publicidades las tienen muy presentas y les llegan con mucha sensibilidad. No es casualidad: la Argentina siempre tuvo una historia muy potente de publicistas. Fundamentalmente en aquellos años, cuando era una publicidad muy creativa y con otros tiempos, por lo que se creaban piezas que eran auténticas historias. Por ejemplo, la de los escarpines de Crespi con Hugo Arana y Beatriz Galán, o una de biromes Sylvapen con Ugo Tognazzi y Chunchuna Villafañe, por ejemplo. No por nada hasta Mad Men hizo referencias a Buenos Aires como un lugar creativo destacado”.

¿Sirve repasar la historia, incluso desde su aspecto emotivo, para no repetir tormentos del pasado? Aún con el actual contexto, el historiador no tiene dudas. “La historia siempre ayuda, aunque no es garantía de nada. Conocer nuestra historia ayuda a construir identidad y a crear autoestima. El poder siempre trata de dañarla, de hacernos creer que no somos nada, que tenemos lo que nos merecemos, tratando incluso de negar lo que fuimos. La apropiación de parte de la derecha de la palabra ‘tradición’ vinculándola a lo conservador es un ejemplo de eso. Nuestra tradición son nuestras costumbres y nuestra cultura, son el folklore y el rock, es la militancia y salir a la calle a pelear por lo que creemos justo. Por eso me gusta la frase que dice que la historia la ganan los que la escriben. Sin otras miradas, sin contar la visión de los vencidos, la historia sí sólo estaría contada por los que ganan”.



Fuente Pagina12