Desde Quito
Las elecciones en Ecuador antecedieron en una semana a las de Argentina. Enrique Pita, ingeniero civil de profesión, es vicepresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) que convalidó la victoria de Daniel Noboa como candidato a la presidencia. Página/12 lo entrevistó sobre cómo se desarrollaron los comicios, el contexto político-social violento en que se cumplieron, las particularidades del sistema electrónico, el riguroso régimen de sanciones monetarias para las autoridades de mesas y electores que no cumplen con su deber cívico y la votación en nuestro país de este domingo.
– ¿Cómo analiza el proceso que se dio en Ecuador entre la primera y segunda vuelta que le dio el triunfo a Noboa sobre Luisa González, de Revolución Ciudadana?
– Para el Consejo Nacional Electoral fue muy satisfactorio el hecho de que en la primera vuelta como en la segunda, el proceso se desarrolló en forma pacífica, sin contratiempos significativos que pudieran alarmar a la ciudadanía respecto a incidentes que afecten el resultado. Tanto la asistencia de los ciudadanos en la primera ocasión como el 15 de octubre, como de quienes fueron designados miembros de las juntas receptoras de votos, ha sido positiva. Hay que destacar que solo hubo incidentes aislados, marginales. En definitiva hubo demasiada paz y tranquilidad.
O sea, ¿una realidad que no se compadece de lo que se menciona sobre Ecuador en el exterior y los índices de violencia y criminalidad que tiene el país, incluido el asesinato de un candidato a presidente, Fernando Villavicencio?
– Claro, lo importante es destacar aquello, porque incluso en la primera vuelta electoral ya había situaciones que podrían hacer alarmar a la ciudadanía sobre salir a votar por la desconfianza de que podrían exponerse a algo. En la segunda vuelta, incluso, existiendo un nivel de alerta mayor que en aquella ocasión, la ciudadanía salió a votar. Pero, ¿qué quiero destacar?: en Ecuador, son las fuerzas armadas las que contralan la seguridad dentro de los recintos electorales. Ellas no intervienen en el proceso. Y la policía controla el exterior. Es toda una planificación que se ha llevado adelante entre las fuerzas armadas, la policía y el CNE para prevenir y tomar acciones que pudieran alarmar o afectar el proceso.
– ¿Cómo vio al proceso electoral ecuatoriano en el contexto regional, y en vísperas de la votación que se realizará en Argentina?
-Creo que Ecuador fue madurando y adquiriendo experiencia. Lamentablemente hay mucho ruido alrededor de crear desconfianza en la función electoral. Y obviamente en adelantar criterios que pudieran advertir supuestos compromisos del CNE con candidaturas o posiciones políticas. Pero la transparencia del proceso en esta ocasión, incluso en la primera vuelta, demuestra que nosotros trabajamos de una forma responsable. Hay que rescatar que en este país el voto es obligatorio. Hay que destacar el hecho de que los miembros de las juntas receptoras de votos son estudiantes universitarios y no obstante que pueden darse acciones indelicadas muy aisladas, no han sido determinantes. Por último, quiero resaltar el hecho que dentro de un marco de inseguridad que afecta a este país, la gente salió a votar, porque estaba decidida a aportar con su voto y elegir a quienes iban a ser sus mandantes.
– Si se comparara la situación de Ecuador con Brasil, donde un ciudadano puede acercarse a votar con identificaciones partidarias. ¿Cómo funciona acá?
– Las personas no pueden acercarse a votar con una identificación partidista de ninguna clase. No se permiten actividades proselitistas dentro de los recintos electorales. Y a diferencia de esto, si es que no me equivoco, en Perú los electores llevan el voto. Las organizaciones políticas imprimen los votos. Acá todo el paquete electoral que tiene los votos, las actas, el escrutinio, todo el material electoral es impreso, en este caso, por el Instituto Geográfico Militar por disposición del Consejo Nacional Electoral en paquetes blindados y cerrados. De tal manera que no existe en ningún caso la situación aquella de arbitrariedad respecto a votos que se imprimen y que pudieran aparecer en cualquier lado.
– ¿El sistema técnico electoral no tiene nada que pueda objetársele?
– Así es y la buena noticia es que ya venimos de varios procesos con este éxito en cuanto a resultados confiables, en cuanto al desarrollo del mismo. Obviamente no es casual. Esto es por un lado la experiencia que tenemos, por otro la capacidad profesional de nuestros funcionarios y el apoyo de organismos internacionales que acreditan delegados que nos acompañan en todas las instancias. En la capacitación de la misma organización para ver puntos débiles y recomendaciones. Incluso en instancias como ir ajustando el software, el programa informático respecto a las diferentes situaciones que se pudieran dar en cualquier elección.
– Llama la atención lo riguroso que es el sistema electoral con una autoridad de mesa si no se presenta, no se capacita o se retira antes de la votación, o si el ciudadano no asiste, aun cuando viva lejos de los recintos electorales también. ¿De dónde han tomado ustedes este modelo?
-Eso viene desde hace mucho tiempo. Este sistema de multas se aplica primero a las personas que no se acercan a votar, segundo a las personas que son miembros de juntas receptoras de votos y que no se presentan, a aquellos que siendo autoridades se presentan y abandonan la función. Y por último hay una multa a quienes no se capacitan, porque esto es muy importante ya que la no capacitación puede dar situaciones que afecten la transparencia del proceso. Por lo tanto, todo esto creo que es necesario. Obviamente hay mucha gente que está insatisfecha por aquello. Pero dentro de la costumbre con que llevamos el proceso electoral, la gente ya se ha adaptado y se acostumbró a las obligaciones.
– ¿Cuál es su reflexión sobre las elecciones argentinas del domingo 22?
– Bien, cada país tiene la posibilidad de escoger su futuro a través del voto popular. Y lo único que me corresponde decir es desearle toda la suerte del mundo a Argentina respecto a este proceso que se le viene adelante y que escojan a quienes puedan dirigir los destinos del país en una forma idónea, transparente y que resuelvan los graves problemas que sí tiene su país actualmente.