“En vos confío”, segunda película en solitario de Agustín Toscano que narra la historia de amor de las dos exmonjas Susana y Nélida (años más tarde autopercibido como varón bajo el nombre de Daniel), condenadas a 20 años de cárcel por el famoso caso de la maestra tucumana desaparecida en 2006 Beatriz Argañaraz, puede verse desde el jueves en el porteño cine Gaumont.
“La idea surge en algún momento viajando con Pablo Gugliota, productor de la película. Me lo había cruzado en un aeropuerto y le había dicho que tenía ganas de incursionar en el documental. Le tiré un mini ‘storyline’ sobre el caso de Beatriz Argañaraz, que es casi mítico en Tucumán. Ahí lo cristalicé como documental, algo que alguna vez había sido una representación teatral en mi cabeza”, dijo a Télam el director.
“Yo presento una historia de amor, que es lo que a mí me interesa mostrar. Pero yo no tomo partido por nadie y decido ir a buscar la otra voz. La película escucha a los dos lados”Agustín Toscano
Toscano llega a este filme luego de la muy buena ficción “El Motoarrebatador”, también filmada en su Tucumán natal, y con la que cosechó grandes críticas en diversos festivales. En “En vos confío”, el también realizador de “Los dueños” (junto a Ezequiel Raduzky) ha ganado premios en Málaga y el Fidba con una historia íntima que le demandó alrededor de cinco años.
“Empezó en 2019 y tuvo su continuación luego de la pandemia. Había empezado con muchas dificultades y prohibiciones con el Sistema Penitenciario Tucumano, que no te deja mostrar casi nada. Fui muchas veces y fui ganando confianza con el personal, las reclusas y las directoras del penal. Así que al final creo que termino mostrando de punta a punta el penal. Fue de mucho aprendizaje, tanto como cineasta como de la vida misma”, contó.
Sinopsis
Susana y Nélida se conocieron en el noviciado y, luego de entablar en una profunda amistad, se enamoraron. Al abandonar el convento, se juntaron y adoptaron a una niña. Todos los años se iban de vacaciones a Florianópolis. La situación era ideal, hasta que un día la policía golpeó a su puerta y las encarceló por la desaparición de Beatriz Argañaraz, una compañera de trabajo donde Susana era maestra y con la que competía por ser la próxima directora del establecimiento.
Ambas condenadas, juran y perjuran su inocencia. El abogado de ellas asegura con convicción que es imposible que hubieran cometido semejante delito. Pero la fiscal del caso, junto a familiares de la víctima, no tienen ninguna duda sobre la autoría de lo que se caratuló como homicidio.
“Yo presento una historia de amor, que es lo que a mí me interesa mostrar. Pero yo no tomo partido por nadie y decido ir a buscar la otra voz. La película escucha a los dos lados, como a la fiscal o recortes de prensa de la época. La película envuelve varias películas. Con respecto al crimen, yo no sé nada. Es un gran misterio qué es lo que pasó para que la hicieran desaparecer, si es que ellas fueron. Yo solo soy un cronista que muestra puntos de vista. En eso, se filtra un poco de lo que yo pienso de las personas”, comentó el director respecto a la cercanía con las protagonistas del documental.
La película pareciera no terminar y a cada minuto surge un nuevo nudo en el conflicto central, lo cual no solo genera empatía con los personajes, sino también el deseo de avanzar junto a ellos
“Muchas cosas me impactaron del caso desde el minuto uno -señaló-, como el sketch que practican en la casa de Susana Acosta. Ese mundo me es familiar cuando fui alumno y cuando fui docente. Algo de eso hay todavía en mi vida. Me parecía un escenario muy cinematográfico para personajes que pasan a ser protagonistas de un thriller. De la investigación, me sorprendió todo. Hay una cantidad de cuerpos NN que han aparecido durante la investigación… hay infinitas cosas que me nutrieron para escribir ficción. Era un mundo que no conocía, pero había una película de no ficción ahí para hacer”.
La película pareciera no terminar y a cada minuto surge un nuevo nudo en el conflicto central, lo cual no solo genera empatía con los personajes, sino también el deseo de avanzar junto a ellos. Es como si fuera un reality show del submundo judicial y penitenciario, donde las injusticias están por todos lados: desde la violación de derechos elementales hasta la desaparición de Argañaraz, victima principal de la historia.
“No sé cuándo decidí terminar de filmar y me sobrevuela hacer una segunda parte. No tengo muy en claro si me la sacaron de las manos o no, pero estuvo lindo cuando empecé a editar con algunos días de rodaje que faltaban. Así que ahí empecé a cerrar el cuento. Tuve la posibilidad de filmar sobre escenas que ya tenía filmadas. En algún punto, estaba adicto a seguir filmando estas vidas”.