“El Estado garantiza nuestras oportunidades: la peleamos por una vida digna, pero tenemos la escuela para mandar a los hijos, el transporte que es barato porque está subsidiado, igual que la luz y el gas. ¿Tenés un proyecto de vida? ¿Querés ser algo?… vas a poder pelearla si todo eso sigue garantizado. Pero no cualquier candidato lo va a hacer, no Milei, tampoco Bullrich. La gente piensa que todo es seguro, y no lo es”, advierte la mujer. Está sentada en la primera filas de la asamblea, en un salón lleno donde casi todos los participantes son mujeres –algunas con sus niños en brazos–, y los hombres apenas un islote, un grupo menor. Es una asamblea del Movimiento Evita. La organización comenzó, en estos días, a hacer reuniones en la que junta a sus integrantes para discutir cómo salir a militar por Sergio Massa.
Barrio Ejército de los Andes o Fuerte Apache. El circuito electoral al que pertenece este barrio de monoblocks, conocido por sus altos índices de pobreza, registró en las PASO el ausentismo más alto de todo el municipio de 3 de Febrero. Por eso, una de las claves para recuperar la mayoría peronista es convocar a los que en las primarias no fueron a votar. El otro gran desafío es cómo hablar con los que votaron a Milei.
“Milei fue para nosotros una sorpresa, porque en los días previos no se escuchaba decir a la gente que lo iban a votar”, asegura Amalia Suárez, responsable del Evita en el distrito. El Evita llevó a las PASO su propia candidata a intendenta, Lis Díaz, que perdió la interna, aunque alcanzando el 40% de los votos de UP. Pero para las elecciones de octubre, deberá reacomodar el discurso. La decisión de ir a pedir a vecinos, hijos, parejas y conocidos el voto a Massa está tomada, y en las bases del Evita la exponen como el resultado de un cálculo –el voto que conviene–, más que de un sentimiento.
Vaso medio lleno
Convencer es la palabra más repetida en la ronda, un verbo con aplicaciones variadas. “¿Por qué ganó Milei?”, se pregunta una vecina de pelo corto, que andará por los cincuenta. “Fácil: porque la gente no estuvo convencida”, define. Su lectura busca ver el vaso medio lleno, que “no está todo dicho ni todo perdido. La gente puede estar enojada, ¿cómo que no?, pero no está convencida”, asegura.
Sin embargo, la dificultad de todos es con qué argumento salir a convencer. Una trabajadora del comedor popular apunta que “muchas veces no damos abasto porque son muchas las familias que vienen a buscar, a veces no tenemos para hacer la merienda”, y señala la paradoja de tener que hacer campaña, en un momento en que el dinero no alcanza, explicando a sus vecinos, por ejemplo, que hay que defender los planes Potenciar “porque si esto desaparezca mucha gente se va a quedar sin comer”.
La figura de Massa está en debate, más allá de que los dirigentes de la mesa nacional del Evita le haya dado su apoyo. Una chica de flequillo y largo pelo negro señalará que “Massa no nos convence”, y que es un tema que “no se haya presentado ninguno de los nuestros”.
“A Massa 100 por ciento no lo conozco, pero lo que hizo con el bono es un alivio”, opinará otra vecina, pero la chica replicará que cree que “Massa sí se dio a conocer bastante, y no ayuda”. “Nosotros lo vamos a votar porque sabemos que nos conviene, pero no todos lo ven igual”, adelanta. Otras personas creen que el candidato “tiene valor”, que “se puede plantar”. Y otras, que “el peor de nuestros candidatos es mejor que el mejor candidato de ellos”. En las filas de atrás está Emilce. Es tan nueva que no interviene, pero acepta contestar unas preguntas. Cree que los que votaron a Milei quieren “cambiar de aire”. “Las personas grandes no lo pueden ver”, agrega como señalando lo obvio.
La asamblea reúne a los trabajadores del Plan Potenciar en un centro comunitario construido por sus cooperativas. En lo que eran unas cocheras abandonadas, en la planta baja de uno de los grandes monoblocks, los planeros crearon un polo de salud y educativo. Tienen un consultorio en los que atienden, de manera gratuita, un médico clínico y una ginecóloga, un dispensario para acceder a los remedios, el comedor popular, la casa Pueblo que da contención a personas con adicciones, un equipo para trabajar casos de violencia familiar, un bachillerato popular. El lugar sirvió también para que se organizara una cooperativa de liberados que arregló las cloacas, un avance especialmente valorado en el barrio.
Los que hablan en la asamblea están con el agua al cuello porque, a pesar de tener varios trabajos, todos informales, el dinero no les alcanza. Pero al mismo tiempo, se sienten el blanco de ataques por estar cobrando un Potenciar. La campaña contra los planes, que con diferente intensidad han compartido los tres candidatos con chances a la presidencia (la promesa de “convertir planes en trabajo” es transversal), ha vuelto más tensas las relaciones con sus vecinos, a los que ahora se plantean abordar. “Hay que mostrar la verdad, más que tratar de convencer”, apuntará en la rueda una voz con un argumento desafiante. La vecina señala que “la Argentina es egoísta”.
“¿Por qué a él le regalan y a mi no?’, eso es lo que están planteando todos”, describe. “Pero acá estaban felices y contentos cuando nos dieron la vacuna gratis. La gente piensa que no hacemos nada, que sólo cobramos un plan. Eso muestra que al país le falta compañerismo: el que tiene no quiere que al que no tiene le puedan colaborar, y la verdad es que con el plan no vivimos… ¡ojalá yo tuviera un trabajo en blanco! Pero los que tienen más no pueden ponerse en el lugar de los que menos tienen: falta compañerismo. Y lo que Milei representa es ese puro egoísmo”.
El salón permanece a tope y asomándose desde la puerta, otra integrante del Evita porta su mirada. “Como extranjera sé que no es fácil tener salud pública como se tiene en Argentina”, dice. “Acá podés trabajar y estudiar. Hay que ir a plantearle a la gente ¿por qué perder estos derechos? Yo me vine de mi país porque era todo muy privatizado y acá pude trabajar y estudiar, son cosas que hay que valorar más. Hay que recordarle a la gente que nadie tiene que excluirse de votar, nadie tiene que excluirse de la política porque cuando venga el ajuste, el ajuste los va excluir”.
En lo que hay un acuerdo total es sobre el horizonte represivo. Si ganan Milei o Bullrich, vuelven los gases y los palos. “Nosotros, gobierne la derecha o gobierne el peronismo, siempre nos vemos obligados a salir a la calle. La diferencia es que cuando estaba Macri teníamos que salir corriendo porque nos cagaban a tiros y nos gaseaban. Bullrich o Milei van a hacer lo mismo”, apunta Amalia, la responsable del Evita de 3 de Febrero. Añade que “Massa puede gustarnos o no, pero a Massa podemos exigirle que cumpla con lo que promete”.
Dos opiniones más escuchadas en la asamblea: la primera es un balance que hizo Lis Díaz que contabilizó que en los casi cuatro años de gobierno de Alberto Fernández “pasamos de tener un jardín a sostener cuatro, y de un bachillerato popular a contar con nueve; de una casa Pueblo pasamos a dos, y de tener un psicólogo a contar con un equipo de salud mental. Fuimos reconocidos como espacio de salud comunitaria”. “¿Creen que otro gobierno va a permitir que lo sigamos haciendo?”, se planteó. La segunda es una consideración de una asambleísta: “A mí me cuesta decir que Milei es de derecha, porque en principio es diferente a Macri, aunque sean socios él no es el dueño de las empresas”, dijo sobre la búsqueda de argumentos para hablar con los vecinos. Puedo hablar, sí, de que me preocupa su salud mental, porque clonó a los perros y dice que habla con su perro muerto. Si uno lo piensa racionalmente, no puede ser presidente. Para mí, lo peor es que Milei no es solo un peligro político sino cultural, porque con él va a haber más muros, cada vez más alambrados para sostener la fantasía de que un sector de la sociedad vive libremente”.