La Santa Casa de Ejercicios Espirituales, ubicada en el barrio porteño de Constitución por iniciativa de la beata santiagueña María Antonia de Paz y Figueroa, conocida popularmente como Mama Antula, es un “oasis de paz” en medio del “caos del centro porteño”, señaló el monseñor Ernesto Giobando, quien la consideró una de las mujeres “más audaces del siglo XVIII”,
Ubicada en Avenida Independencia 1.190, el predio ocupa casi toda una manzana es una de las construcciones más antiguas de la Ciudad de Buenos Aires, con lugar para aproximadamente 120 ejercitantes.
En una de sus habitaciones murió la beata, que se convertirá en la primera santa argentina, según anunció el Vaticano.
En diálogo con Télam, el monseñor Ernesto Giobando aseguró que están “muy agradecidos” por la canonización de Mama Antula, una mujer que “asumió una misión apostólica muy concreta mediante la difusión de los ejercicios espirituales”, los que llevó adelante en varias provincias, en ese momento del virreinato del Río de la Plata.
“Cuando llega a Buenos Aires más de 70.000 personas habían hecho ejercicios espirituales. Luego, en el año 1790 comienza la construcción de esta casa con los medios que tenía a su alcance”, comentó.
Con una arquitectura austera típica del estilo colonial de la época, la casa fue construida con la autorización del virrey Vértiz y del Cabildo para recibir a un gran número de ejercitantes.
Actualmente, en la casa viven las hermanas de la Sociedad de Hijas del Divino Salvador, que es la congregación que se inspira en Mama Antula, acompañadas por laicas consagradas que llevan adelante su obra.
El predio cuenta con ocho patios y un espacio en donde funciona el “refugio de María”, donde viven 18 mujeres en situación de calle de manera temporal.
Largos pasillos con habitaciones contiguas rodean cada patio, unas 45 en total, y un sinfín de faroles alineados alumbran los pasillos internos, que llevan a las distintas capillas, el comedor y la cocina del predio.
En una de las antiguas celdas vivió y murió María Antonia de Paz Figueroa, lugar en donde se encuentran algunos elementos personales como una túnica, su tradicional bastón con forma de cruz que llevaba consigo a todos lados, y un leño que fue utilizado como señal en el sepulcro de la beata, cuyos restos fueron hallados el 25 de mayo de 1867 en la Iglesia de la Piedad.
“Al recorrer la casa uno va descubriendo la impronta de esta mujer, que fue una de las más audaces del siglo XVIII. Estamos hablando de 250 años atrás, donde la mujer tenía un rol muy específico en la sociedad y ella se animó a cosas grandes”, expresó.
Y agregó que durante esa época los jesuitas habían sido expulsados y “no era bueno hablar de ellos y su obra”.
“Ella emprendió esa obra que habían dejado con gran coraje y marcó rumbo e inspiró a muchos y muchas. En esa casa no sólo había lugar para los ejercitantes sino también para las mujeres más excluidas, para las esclavas, prostitutas y menores que estaban abandonadas. Ella fue como su madre, por eso su apodo”, amplió.
En ese sentido, el monseñor destacó que al morir en 1799, Mama Antula dejó un testamento en donde expresaba su voluntad de que la casa sea llevada adelante por mujeres.
“Aquí hay dos hermanas y seis laicas que se encargan de la casa y reciben a quienes realizan retiros temporales durante dos, tres o hasta cinco días. Es una casa que está inspirada para los ejercicios espirituales”, añadió.
El silencio es una de las principales características del lugar que, a pesar de estar ubicado a metros de una de las avenidas más anchas de la ciudad, queda aislado de las bocinas y los ruidos.
Con cuadros de su historia e imágenes religiosas que datan del 1800, los pasillos con vigas de madera expuesta son alumbrados por una tenue luz que ingresa de los distintos ventanales que dejan ver sus pisos conservados y originales.
Además, en una de las capillas se encuentra una de las primeras figuras traídas a Buenos Aires de San Cayetano, encargada por Mama Antula a Europa, una fiel seguidora y quien se encargó de difundir su palabra.
Visitas guiadas
Los primeros domingos de cada mes se realiza una visita guiada del lugar y los primeros sábados de cada mes hay un retiro abierto, inspirados en los que hacía la beata, para aquellos que quieran acercarse para rezar, indicó el monseñor.