S. Romero (5): vaya paradoja la de Chiquito. El partido en el que menos acción tuvo, fue el más doloroso. El mejor jugador boquense de la Copa no tuvo nada para hacer en los goles y respondió bien en los cuatro disparos restantes. Su mística y sabiduría penalera no pudo ser esta vez. El Maracaná le sigue debiendo una.
Advíncula (8): la cosa pintaba para recrear el viejo cantito xeneize de “y ya lo vé, es el peruano y su ballet”, dedicado a fines de los ’70 a su compatriota Meléndez. Apareció otra vez cuando más se lo necesitaba, excediendo las responsabilidades de un lateral. Y nuevamente de zurda (cuarto gol en la Copa con su pierna menos hábil). Las lágrimas derramadas cuando Fluminense metió el segundo emocionaron hasta a los neutrales. Nunca dejó de correr. También apareció en la foto del gol de Cano quien, muy pillo, se ubicó cerca suyo, aprovechando sus debilidades defensivas.
Figal (4): si Advíncula salió en la foto del primer gol es también porque sacó la cara por una defensa dormida. Uno de los dormilones fue Figal, quien perdió registro de lo que sucedía en la jugada y terminó sin marca. El central arrancó muy mal -cuatro pelotas directamente afuera- y levantó soberanamente en el segundo tiempo, incluso con una patada muy valiosa. Pero fue el que perdió la marca de Kennedy en el 2-1: un segundo de relajación que le costó la final a Boca. En el tiempo extra se le dio por tomar la pelota y conducir al equipo, aunque no duró demasiado ya que, ante tal sinsentido, Almirón lo reemplazó por Valdez. Se fue a los insultos, aportando poco al momento que atravesaba el equipo.
Valentini (4): el pibe de 22 años no la tuvo fácil ocupando el lugar del expulsado Rojo e intentó emularlo, pero para mal, cuando le metió un cabezazo insólito a Ganso antes de la media hora de juego. Era roja directa pero le perdonaron la vida. Se lo vio nervioso, siendo retado por Fabra y Pol en algunos pasajes. Eso sí, en el juego aéreo prácticamente no falló.
Fabra (1): tantas veces criticado por sus acciones muchas veces fuera de contexto, el colombiano volvió a evidenciar su endeble capacidad de concentración. El cachetazo que le valió la expulsión justo cuando su equipo estaba con un jugador más y un gol menos, lo dice todo. Como si fuera poco, en el primer gol quedó pagando y en ataque no pesó.
Medina (4): como en sus últimas actuaciones, el volante que pinta para grandes cosas dejó gusto a poco. La versión que le aseguró la titularidad, pisando el área rival, parece cosa del pasado: apenas una llegada en el primer tiempo. Muy poca incidencia, en sintonía con la propuesta de su equipo.
G. Fernández (5): otro que mejoró cuando Boca estuvo abajo en el marcador, producto del retroceso rival y de lo insostenible de la pasividad inicial de los suyos. Cuando quedó solo en el medio pudo distribuir, aunque nada del otro mundo para quien sorpresivamente no fue capitán.
E. Fernández (7): acaso el más regular de Boca y, de no darse la inspiración goleadora de Advíncula, hubiese sido la figura. Fue tomando confianza a pura entrega y barrida al piso, diferenciándose de sus compañeros, y luego tomó el control total de las acciones distribuyendo a diestra y siniestra, como quedó demostrado en sus múltiples participaciones en la jugada del gol del empate.
Barco (4): en su primera intervención seria habilitó a Merentiel para un disparo y, al rato, le metió un pase espectacular a Cavani. Parecía que el pibe maravilla brindaría un nuevo show pero a partir de allí se cayó de manera abismal, acumulando no menos de cuatro fallos seguidos, muchos indignos de su clase. Una actuación para el olvido, para pesar de un Boca que depende mucho de su atrevimiento. Tampoco tuvo una feliz participación en el 1-0 del Flu, soltando la marca en la pared que terminó en centro.
Cavani (4): al uruguayo no le salió una y tampoco tomó buenas decisiones, como en la mencionada habilitación de Barco. Cara a cara con el arquero -aunque apresurado por un par de defensores- tocó atrás como si el gol no fuera cosa suya de toda la vida. En el segundo tiempo metió otro pase atrás comprometedor, muy difícil de explicar. Que Boca haya esperado demasiado detrás del círculo central tampoco lo ayudó demasiado.
Merentiel (5): fue de las pocas buenas noticias de Boca en la primera media hora. Dueño de un ímpetu y velocidad que parecían hacerle justicia a su apodo autoimpuesto. Mucho esfuerzo en la presión -aunque no en el primer gol, cuando él y Cavani dejaron meter el pelotazo a Felipe Melo- lo terminó agotando. Metió un lindo bombazo que dio en el palo y salió.
Benedetto (4): ingresó a los 77 por Cavani -acalambrado- y, para ser justos con el Pipa, su entrada no responde más que a la apuesta de una versión goleadora que ya no le corresponde. Arrancó tomando un par de malas decisiones y fue anticipado por jugadores más rápidos. En la jugada que casi terminó en el 3-1 -la que dio en el palo- calculó mal un cabezazo y complicó seriamente las cosas.
Langoni (4): entró a los 77 por Barco. Otro que venía torcido y no se le dio. No le salió una en ataque y zafó en la última acción del tiempo regular, cuando perdió la marca del lateral Barbosa, quien definió horriblemente.
Janson (4): reemplazó a Merentiel al inicio del tiempo extra y, cuando Boca tuvo la pelota, ya en desventaja, le tocó sufrir -por su altura- el sinfín de centros desesperados al área.
Saracchi (-): entró a los 105 por Equi Fernández y fue opción de pase por su banda, aún más que Fabra en sus pocos minutos de juego.
Taborda (-): entró por Medina para el segundo tiempo extra y se hizo cargo de la pelota. Fue de mayor a menor y le costó levantar algunos centros, acaso de las jugadas más exasperantes del fútbol. Se empecinó en acciones individuales cuando la acción pedía otra cosa, pero de todos modos resulta valorable su propuesta.
Valdez (-): provocó el enojo de Figal con su entrada a los 112. Eso nomás.