El incremento en la expectativa de vida es una buena noticia, pero tiene su lado B: el aumento asociado de enfermedades asociadas a la tercera edad. Entre ellas, la demencia.
Si se tiene en cuenta que el aislamiento social es un factor de riesgo para desarrollar demencia, puede dimensionarse la importancia de implementar medidas para combatirla.
Por qué tener mascotas en la tercera edad
Soledad, pérdida de familiares, problemas de salud, tiempo ocioso. Muchas son las características que pueden hacer que la tercera edad no sea una etapa fácil de transitar.
La mayoría de los profesionales que abordan las problemáticas de esta etapa de la vida (gerontólogos, psicólogos, psiquiatras), coinciden en algo: la importancia de tener un propósito. En ese marco, cobra relevancia un consejo que tiene la virtud de reunir la respuesta a varias demandas: tener una mascota.
“Receto mascotas” decía en un reciente video subido a redes sociales el cardiólogo especialista en medicina del estrés Daniel López Rosetti.
“La ciencia ha comprobado que la relación con los animales, emocionalmente hablando, es beneficiosa. Disminuye el nivel de cortisol, que es la hormona del estrés, aumenta la dopamina, que es la hormona del placer o de la recompensa, aumenta la serotonina, que es un neurotransmisor que guarda relación con el bienestar, aumenta la oxitocina, que es una hormona que es la llamada hormona del amor y tiene una función muy particular: aumenta el apego”, desarrollaba.
“La relación con los animales sirve para reducir los niveles de ansiedad y depresión, y promueven la salud tanto en el orden físico, mental como emocional”, afirma.
Ricardo Jáuregui, presidente de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría, y director médico de We Care, enumera las ventajas de convivir con un animal doméstico.
“Los beneficios tienen que ver principalmente con la sociabilización, poder evitar la soledad, además del hecho de tener un propósito en la vida, tener que encargarse de alguien y llenar espacios. La compañía es fundamental”, reflexiona.
Según indica, esto hace que disminuyan los niveles de depresión, ya que el animal actúa también como un nexo con el afuera: “Tener mascotas hace que los adultos mayores interactúen más, porque tienen que salir de la casa a comprarles la comida, o si es un perro, para que hagan sus necesidades”, amplía.
¿Perro o gato? Las ventajas de cada uno
Justamente estas cuestiones son señaladas por Mónica Berjman, escritora y autora de “Cómo me convertí en una persona mayor”, que hace algunos años adoptó dos gatos.
“Siempre tuve perro, pero en un momento determinado, el golden creció tanto que no lo podía llevar por la calle, corría atrás de él hasta que un día me pegué un porrazo”, recuerda.
En función de esa experiencia, supo que debía implementar cambios, pero nunca puso en duda el hecho de vivir con una mascota.
“Hoy tengo dos gatos que me hacen compañía, ayudan con la depresión, te preocupas por ellos, lo observás, y ellos también nos observan, me ha pasado que en mis pesadillas me desperté gritando e inmediatamente vino el gato y se sentaba al lado mío, yo lo abrazaba y dormíamos. No estás sola si tenés un gato”, relata.
El rasgo que más destaca es el hecho de tener asegurada una compañía. “Es distinto saber que llegás a tu casa y hay dos que te esperan, te miran, te maúllan, te piden comida, que los acaricies, se ponen patas para arriba. Me dan mucha alegría porque además, a donde yo voy, están los gatos. Ahora que se dice que los animales son como personas, que tienen derechos, para mí es una persona-gato”, bromea.
Respecto a si gato o perro, asegura que cada uno tiene distintas características positivas para una persona de edad y cada uno debe atender a sus posibilidades y necesidades.
“El perro te obliga a salir porque hay que pasearlo, para eso tiene que ser un perro chico, pero el gato tiene la facilidad de que no tenés que salir en los días de lluvia o en invierno, es absolutamente limpio, ya que se acostumbra a hacer sus necesidades en sus piedritas, y además es un animal bellísimo: mirar un gato es placentero, la elegancia de su andar, la tersura de su piel, los ojos profundos, cómo se pone patas para arriba”, describe.
Por último, destaca un rasgo no menor: el animal ubica a la persona mayor en un lugar de suma importancia: “Tener una mascota es tener alguien que te necesita, en una etapa de la vida donde ya no te necesitan, te bajaste del escenario, pero el gato te necesita, no es solo que vos necesitás al gato”, analiza.
Las mascotas y el cerebro
Ahora bien, como destaca López Rosetti, las ventajas de tener mascotas no solamente son emocionales. Un estudio lo asocia, incluso, a mejores niveles a nivel cognitivo a partir de los 50 años.
El estudio, publicado en Jama Network, sugiere que tener una mascota puede estar asociado con un deterioro cognitivo más lento y un mayor nivel de fluidez verbal entre los adultos mayores que viven solos. Un dato interesante es que no vieron estas ventajas entre quienes vivían con otras personas.
Para llegar a esa conclusión, se analizaron 7945 participantes de 50 años o más con datos del Estudio Longitudinal Inglés sobre el Envejecimiento y concluyó que tener una mascota se asoció con tasas más lentas de deterioro de la memoria verbal y la fluidez verbal entre las personas que vivían solas.
En definitiva, tener una mascota contrarrestó la asociación entre vivir solo y la disminución de las tasas de memoria y fluidez verbal.
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