La muestra “El ojo desarmado”, que se puede visitar hasta el 15 de diciembre en el Museo de Arquitectura, reúne obras que abordan la violencia machista a través de un desplazamiento de la mirada desde las víctimas hacia la de los perpetradores: “el arte nos ayuda a analizar cuestiones complejas desde otro lugar porque nos facilita estrategias innovadoras, estéticas y rompedoras”, dice su curadora, la española Nerea Ubieto.
Una mujer golpea a martillazos una réplica del Moisés de Miguel Ángel. Luego, cortará su cabeza. La performance, realizada por la artista Cristina Lucas (Jaén, 1973), lleva hasta las últimas consecuencias la violencia para revelar un gesto de reinversión simbólica de las estructuras patriarcales, sustentadas por las religiones. Algo similar ocurre con la pancarta artística “No violarás”, en referencia al mandamiento de la tradición católica “no matarás”, que la guatemalteca Regina José Galindo recupera como un reclamo de un lema que se cumple sistemáticamente a la inversa.
Las obras -videos, instalaciones, fotografías y dibujos- de la exposición organizada por el Centro Cultural de España en Buenos Aires, que ya hizo escala en Rosario en junio pasado, en algunos casos llevan hasta el límite lo que representa la cultura de la violación y el machismo; en otras presentan gestos sutiles que deconstruyen lo que a simple vista no se ve. Como su título indica, la invitación es a desarmar el ojo para enseñarle a ver por sí mismo.
Y en la medida que se preocupa por revelar el sistema opresivo, también formula una denuncia: “Es un tipo de mirada, de ojo, que no se cuestiona y simplemente acepta ciertos preceptos porque es lo que le han enseñado desde siempre, lo que ha aprendido de la sociedad. Naturalizamos comportamientos y formas de pensar porque es lo más cómodo y porque nos sentimos más integradas”, plantea Ubieto a Télam.
“Ir a contracorriente no es fácil, menos cuando piensan que estamos en contra de la mitad de la población, es decir, de los hombres. Para nada ese es el objetivo de esta exposición -advierte la curadora-, lo que propone es señalar a un sistema patriarcal que nos oprime a todos, hombres y mujeres, aunque evidentemente somos nosotras las que hemos salido más perjudicadas”.
Una obra que presenta muy claro esta formulación es el video “Cañón de carne”, de Valeria Andrade (Ecuador,1973), donde se ve a la artista caminando por la calle mientras los hombres se giran a su paso. De fondo, se oye la voz de la mujer angustiada por la falta de tranquilidad y el miedo que vive al salir, sintiéndose ella misma responsable de lo que ocurre.
Con trabajos de nueve de artistas de España, Guatemala, Ecuador e Irán, la muestra refleja la fuerza del heteropatriarcado y la forma en que somos educados y disciplinados en relaciones de poder, de género, clase. El lenguaje, la estética, los roles asignados, las tradiciones, las víctimas de abusos, conforman parte del temario de este corpus artístico que se puede recorrer de forma gratuita en el Museo de Arquitectura.
En relación a los efectos del lenguaje, por ejemplo, está la instalación “Polvo eres”: una escena colegial donde se ve un pupitre y un pizarrón con una oración escrita en tiza que reza “Este niño será el terror de las niñas”, en referencia a una frase recurrente en las familias cuando se trata de niños considerados lindos y que por su belleza tienen allanado el camino con las mujeres, al tiempo que se les recuerda el mandato de ejercer su poderío frente a ellas, en una triple partida de poder, hegemonía y heterosexualidad obligatoria.
O la reproducción de estereotipos y mandatos de masculinidad hegemónica blanca y heterosexual que recupera Marta Pujades en su serie de fotografías de varones envueltos en coronas de flores; o en las obras pictóricas de otro palmesano, David Martín. En un panel interactivo, el artista convoca a desmembrar la mentalidad de un varón a través de un juego de encastre que permite intercambiar las piezas de madera como si se estuvieran cambiando las partes del cuerpo.
Así como Martín y Pujades, Ubieto también destaca las obras de Arantxa Boyero coma parte de una tríada de artistas que “mediante las estrategias del juego, la meditación o la subversión de paradigmas estéticos nos conducen hacia la concepción de nuevas masculinidades sensibles, vulnerables y valientes. Este es el deseo al que aspiro con esta exposición -confía la curadora-, cambiar mentes y apostar por nuevos modelos y paradigmas que desplacen el mandato de masculinidad”.
Con esa intención, “El ojo desarmado” desplaza la mirada desde las víctimas hacia los perpetradores y el sistema que ampara la violencia. Si el ojo es un dispositivo formateado históricamente, entonces muchas de las opresiones que vivimos transitan sin dar aviso de su violencia y es ahí donde las obras de esta exposición “evidencian un engranaje demasiado bien constituido -el del heteropatriarcado – y señalan hacia dónde se tiene que dirigir verdaderamente la culpa y la responsabilidad”, plantea.
Pero ¿qué capacidad tiene el arte para proponer una mirada trasfocalizada que permita repensar lo que es cotidiano desde otra perspectiva? Para Ubieto el arte, en la medida que “nos ayuda a analizar cuestiones complejas desde otro lugar”, es “capaz de sacarnos de nuestra burbuja con inteligencia sin dejar por ello de exigirnos un esfuerzo”.
“Si estamos abiertas y receptivas, las obras de arte pueden provocar un click en nuestra mente y hacernos conscientes de realidades que hasta el momento nos habían pasado desapercibidas. Las artistas tienen esa virtud, son visionarias que se adelantan a la gente corriente y nos ayudan a ver de manera distinta. Así es cómo opera “El ojo desarmado”: las piezas desmontan la cabeza del espectador evidenciando una cultura machista que está arraigada en todos nosotros”, sostiene la curadora de la muestra.
Y ejemplifica con la obra de Olalla Gómez Valdericeda “¿Qué tienes en la cabeza?”, que presenta una secuencia taxonómina de dibujos de armas con sus definiciones. “Al principio puede que el espectador solo vea armas, pero conforme avanza en la visualización se da cuenta de que la artista está estableciendo una correlación entre las armas y el pene como instrumento violento con todo lo que eso conlleva. Este paralelismo se utiliza en expresiones cotidianas e implica una naturalización a través del lenguaje”, argumenta.
Organizada por CCEBA Centro Cultural de España en Buenos Aires, “El ojo desarmado” se puede visitar hasta el 15 de diciembre en el Museo de Arquitectura ubicado en avenida Libertador 999, CABA, con entrada gratuita.