La rapidez y la sincronización con la que decenas de clubes de todas las categorías se expresaron el sábado pasado en contra de la creación de la Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) terminó de dejar muy en claro el concluyente dominio político que el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, ejerce en estos tiempos del fútbol argentino. A diferencia de Julio Grondona, que siempre trató de mantener equidistante a la entidad de los distintas contingencias políticas del país, Tapia no dudó en tomar partido y alinear a las instituciones más relevantes de Primera y del Ascenso a favor de las sociedades civiles sin fines de lucro y en contra de la incorporación de los capitales privados. Que es lo mismo que decir a favor de la candidatura presidencial de Sergio Massa y en contra de la de Javier Milei.
Tapia hace política a fondo porque tiene con qué: la gesta mundialista de Qatar, los 52 millones de dólares que trajo para repartir junto a la Copa del Mundo, su relación privilegiada con Lionel Messi y el espléndido momento que atraviesa la Selección Argentina le han concedido una espalda de la que el dirigente sanjuanino carecía cuando en 2017 se sentó por primera vez en la poltrona presidencial de la AFA. Tapia, además, aprendió a jugar en otras canchas donde antes no jugaba: sin ir más lejos, el 27 de octubre pasado se reunió en Montevideo con los presidentes de la Argentina (Alberto Fernández), Uruguay (Luis Lacalle Pou) y Paraguay (Santiago Peña) y el titular de la Conmebol (Alejandro Domínguez) para empezar a trabajar en la organización de los tres partidos inaugurales del Mundial 2030.
Además, el titular de la AFA trata de anticiparse al oportunismo histórico de los dirigentes del fútbol argentino habituados a mover sus fichas con los resultados puestos. Llevarse bien con el poder político de turno y tener acceso fácil a los despachos oficiales para conseguir rebajas o desgravaciones impositivas, favores o simplemente dinero fresco siempre ha sido visto por los propios dirigentes, los socios y los hinchas como una muestra de astucia y/o inteligencia. Tapia va a contramano de todo eso y apura a los clubes para plantar bandera a partir de la idea de que con Massa todo será mejor y con Milei, mucho peor.
Un sólo club evitó el pronunciamiento: Talleres de Córdoba no se sumó a la movida y volvió a quedar como el único equipo de Primera que no le da apoyo explicito a las sociedades civiles sin fines de lucro. Se sabe que su presidente, Andrés Fassi, comulga con el modelo de sociedades anónimas deportivas vigente en el fútbol mexicano (de hecho es director del FC Juárez de la liga de ese país). Pero que también tiene ideas muy diferentes a las de Tapia respecto de cómo gestionar el fútbol argentino. Fassi es acaso, el único dirigente verdaderamente opositor que hay en la AFA. Pero por ahora está aislado. El resto, más por conveniencia que por verdadera convicción, juega cada vez más cerca de “Chiqui” Tapia. Quien por estos días en el fútbol argentino es el dueño del poder, todo el poder. Y sabe cómo demostrarlo.