El FMI actualizó al alza su pronóstico de inflación para la economía argentina: desde un 120 por ciento hasta el 135,7 por ciento interanual para finales de diciembre. Además, sostiene que la caída del PBI será del 2,5 por ciento y que el desempleo crecerá hasta el 7,4 por ciento. Los datos forman parte del World Economic Outlook.

Aun así, los cálculos del Fondo todavía van por detrás de los augurios de las consultoras privadas que el Banco Central compila en su Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM). La última entrega de ese informe, de mediados de septiembre, arrojó una inflación interanual para diciembre del 169,3 por ciento, con el llamado “IPC Núcleo” corriendo al 173,2 por ciento y una caída del nivel de actividad del 3 por ciento.

Tanto la estimación del FMI como de las consultoras privadas plasmadas en el último REM están desactualizadas respecto de la brutal corrida cambiaria que se viene registrando en las últimas semanas, que llevaron el precio del dólar “blue” al escalón de los 1000 pesos y que ahora amenaza en contagiar al sector bancario, a partir de las irresponsables declaraciones del candidato presidencial de ultraderecha, Javier Milei, respecto de la situación de los depósitos a plazo en pesos.

La mirada del FMI

La caída del 2,5 por ciento en el PBI que el organismo espera para la Argentina contrasta con la situación del resto de la región sudamericana, que en conjunto crecería un 1,6 por ciento. Brasil, por ejemplo, mejorará 3,1 por ciento, mientras que Colombia y Perú lo harán en un 1,4 y 1,1 por ciento, respectivamente. También se registran subas en el PBI de Ecuador (1,4 por ciento), Venezuela (4,0), Bolivia (1,8), Paraguay (4,5) y Uruguay (1,0 por ciento). Chile caería un 0,5 por ciento este año.

Incluso a nivel global, no hay muchos países cuyo PBI este año muestran peor rendimiento que el de Argentina. Según el FMI, la economía de Iraq bajará un 2,7 por ciento; la de Sudán, un 18,3 por ciento y la de Guinea Ecuatorial, un 6,2 por ciento.

A nivel cualitativo, respecto de la actividad económica a nivel global, el FMI advierte que “la economía mundial continúa recuperándose lentamente de los golpes de la pandemia, la invasión rusa a Ucrania y la crisis inflacionaria. En retrospectiva, la resiliencia ha sido notable. A pesar de la interrupción en los mercados de energía y alimentos causados por la guerra, y el endurecimiento sin precedentes de las políticas monetarias globales, la economía global se ha desacelerado, pero no estancado.

“La actividad global tocó fondo a finales del año pasado, mientras que la inflación está siendo gradualmente controlada. Pero parece que una recuperación total hacia las tendencias prepandémicas está cada vez más fuera de alcance, especialmente en los mercados emergentes y las economías en desarrollo”, agrega.

Las diferencias en contra de la Argentina en materia de inflación son incluso más pronunciadas. El cálculo, a esta altura bastante optimista, del FMI es que la suba interanual de los precios para diciembre sería del 135,7 por ciento, lo cual ubica al país es un reducido podio que completa Venezuela (250 por ciento de inflación), Sudán (238 por ciento) y Zimbabwe (396 por ciento).

En promedio, la inflación en América latina y el Caribe cerraría este año en el 13,6 por ciento, algo por debajo del promedio de 20,3 por ciento de los países periféricos del este europeo, pero mucho más arriba de los emergentes de Asia (4 por ciento).

Razones

El fuerte deterioro de la economía argentina en este año está determinado por una serie de factores, entre los cuales sobresale un shock exógeno como fue la histórica sequía que afectó al sector agropecuario, que redujo al 50 por ciento la producción en los principales cultivos. Este evento redujo sensiblemente el flujo de divisas que ingresó a la economía, ya que el BCRA captó 8 mil millones de dólares menos que en 2022 producto de la liquidación de exportaciones, así como también complicó a los ingresos fiscales, debido a la caída de la recaudación por derechos de exportación.

La sequía, a su vez, se montó sobre un escenario muy débil en cuanto a las reservas internacionales, que son el sostén real y simbólico del precio del dólar en la economía, el gran determinante de los demás precios. La tensión elevó las brechas cambiarias ya existentes, que a su vez profundizan los problemas en el sector externo.

Si bien el nivel de actividad en el mercado interno se pudo sostener en el último tiempo, la aceleración inflacionaria, que corrió fácil gracias a la gran inercia acumulada en los últimos años, puso un freno en el consumo a raíz del deterioro de los ingresos, que es especialmente profundo en los sectores más informalizados, lo cual acentúa la heterogeneidad del mercado laboral, en donde hay una crema de trabajadores que festeja la suba del mínimo no imponible de Ganancias hasta casi los 2 millones de pesos mensuales, mientras que otra gran porción es parte de los “trabajadores pobres.



Fuente-Página/12