Alfredo Stroessner fue el presidente dictatorial que ostentó el poder por más tiempo en América del Sur, gobernando Paraguay durante 35 años, desde el 15 de agosto de 1954 hasta el 3 de febrero de 1989. Su mandato se caracterizó por la represión política, la violación de los derechos humanos y el control absoluto del poder. Este año marca el 35 aniversario desde la caída de su gobierno y también 70 años desde su instauración.
Continuidades en democracia
Si bien la dictadura terminó hace 35 años, su esquema de poder económico y dominación político-institucional continúa hasta hoy. “Lamentablemente, el proceso de apertura política que inició en 1989 no sentó las bases para el enjuiciamiento de los responsables de las graves violaciones de DDHH perpetradas por la dictadura,” explica la abogada paraguaya y magíster en DDHH, Milena Pereira Fukuoka. “Los crímenes de lesa humanidad y la apropiación ilícita por las elites stronistas de millones de hectáreas de tierras que corresponden legalmente al campesinado y los pueblos indígenas siguen impunes”.
“La cultura de la impunidad de los poderosos se expandió y hoy la sociedad sufre los impactos de un verdadero sistema de corrupción, crimen organizado, acaparamiento de recursos y oportunidades, por un lado, y precarización, inseguridad vital y desamparo crecientes de las mayorías sociales, por otro lado”, sostuvo la abogada. “Estos 35 años transcurridos desde el golpe, constituyen un desafío de memoria y de disputa, de construcción de una alternativa social y política al modelo imperante”, remarcó.
El ascenso del dictador tuvo lugar tras la Guerra Civil de 1947, acontecimiento en el que militares y líderes civiles del Partido Colorado lucharon por el poder, y un consecuente ciclo de inestabilidad política, que incluyó una sucesión de gobiernos cortos. En diálogo con PáginaI12, el historiador paraguayo Claudio Fuentes Armadans señaló que cuando Stroessner consolidó su poder y eliminó la oposición interna en las fuerzas armadas y el Partido Colorado, EE.UU. le brindó apoyo, lo que contribuyó a su prolongado gobierno. También indicó que su gestión no siguió el modelo de las dictaduras de junta comunes en el Cono Sur, ya que se presentaba como un gobierno democrático y se celebraban elecciones, aunque estas fueran meros simulacros.
El aspecto económico
Respecto al plano económico, durante el stronismo se produjo un cambio en las relaciones comerciales de Paraguay, pasando de depender de Argentina a acercarse más a Brasil. Según el historiador, la construcción de la represa de Itaipú en la frontera paraguayo-brasileña permitió un importante ingreso de dólares a la economía. A su vez, el principal producto comercializable del país cambió al algodón, donde sus buenos precios internacionales durante los años 60 y 70 impulsaron el crecimiento económico.
“Los más beneficiados fueron una nueva oligarquía empresarial aliada de Stroessner, los ‘barones de Itaipú'”, aclaró Fuentes Armadans, para dar cuenta que la población general no fue la más favorecida con las medidas. “Además hubo una serie de reformas agrarias que, si bien hizo que se repartan muchas tierras entre los campesinos, más del 50% terminaron en manos de amigos del poder militar, empresarios y sobretodo capitales brasileños”, añadió.
Control total
En lo que refiere a los derechos humanos Pereira Fukuoka, dijo a este diario que en el modelo represivo stronista no se crearon estructuras militares o policiales clandestinas diferentes o paralelas a las oficiales y públicas del Estado. Tampoco existieron centros clandestinos de detención y tortura, empleándose para ello dependencias policiales, militares, gubernamentales y civiles conocidas.
“El modelo se construyó sobre la proclamada ‘unidad granítica’ entre Stroessner, las Fuerzas Armadas y el Partido Colorado, y apuntó al control total del Estado y de la sociedad, persiguiendo, eliminando, excluyendo e incluso aniquilando cualquier intento o proyecto de oposición”, subrayó la abogada. “Como líder único, Stroessner era el eslabón esencial de dicha unidad, situándose en la cima de estas instituciones sobre las que ejercía control absoluto”, agregó.
En 1992, el abogado Martin Almada, preso político entre 1974 y 1977, descubrió en Paraguay los llamados “Archivos del Terror”. Estos contenían información detallada sobre seguimientos, detenciones, torturas y asesinatos perpetrados no solo durante el stronismo, sino también en las demás dictaduras de la región, como parte del Plan Cóndor. Este hallazgo evidenciaba la colaboración entre los distintos regímenes.
Hacia la caída
En los años 80, inició la decadencia del stronismo. La construcción de Itaipú terminó, por lo que se agotó el flujo de dólares y la burguesía empresarial vinculada al régimen empezó a cansarse del dictador. La oposición estaba debilitada, pero la Iglesia emergió como un actor importante, sobretodo con la visita del Papa Juan Pablo II al país en 1988, quien criticó abiertamente a Stroessner. También las relaciones con EE.UU. cambiaron, tras el acercamiento del fin de la Guerra Fría. “Tanto Jimmy Carter como Ronald Reagan impulsaron una transformación en la política estadounidense hacia los derechos humanos en Paraguay”, precisó Fuentes Armadans.
Mientras tanto, las voces de la resistencia se hicieron escuchar con cada vez más fuerza. Uno de ellos fue el político paraguayo Carlos Filizzola, quien en su juventud, mientras era estudiante de medicina, estuvo al frente del centro de estudiantes y, al egresar, se desempeñó como presidente de la Asociación de Médicos del Hospital de Clínicas, ambas de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Asunción.
“Me tocó estar privado de mi libertad de forma arbitraria y fui golpeado en varias movilizaciones porque en ese entonces no se permitía manifestarse”, relató Filizzola a PáginaI12. “La dictadura de Stroessner fue una de las páginas más negras y nefastas que tiene la historia de Paraguay, pero al mismo tiempo me genera satisfacción la lucha de tanta gente durante años hasta caer el dictador”, agregó.
Adiós al culto a la personalidad
Entre el 2 y 3 de febrero de 1989, un grupo de militares dirigidos por el general Andrés Rodríguez derrocaron a Stroessner y se dio paso a una transición hacia la democracia. “Lo saca a patadas el propio stronismo para salvar el stronismo”, destacó Fuentes Armadans, para dar cuenta que el Partido Colorado siguió en el poder hasta la actualidad, a excepción de la presidencia de Fernando Lugo entre 2008 y 2012.
En 1991, se realizaron las primeras elecciones municipales en la historia del país. Antes los intendentes eran designados por el Ejecutivo. Filizzola se impusó al Partido Colorado en Asunción y entre sus primeras medidas ordenó derribar una estatua de Stroessner en el Cerro Lambaré, amparándose en una ley que prohibía instalar monumentos públicos de personas vivas. “Tuvo un efecto simbólico muy grande. Hubo militares y policías que se opusieron”, recordó el político del Partido País Solidario, sobre aquel día de octubre en que las fuerzas custodiaban la estatua para impedir que los trabajadores municipales la quiten, pero luego el presidente Andrés Rodríguez pidió disculpas al entonces intendente.
Con los restos del monumento, el artista plástico Carlos Colombino hizo una escultura en la Plaza de los Desaparecidos, próxima al Palacio de Gobierno: cortó la estatua en fragmentos, dejando partes bien reconocibles, y las enterró entre dos bloques de cemento. “Es una ofrenda a la libertad, muestra que la dictadura estaba aplastada”, precisó Filizzola, al explicar el sentido de la obra.
Informe: Axel Schwarzfeld