“Las tres metas fiscales iniciales del año que prevé el acuerdo con el FMI no se han logrado alcanzar y, de acuerdo con lo planteado en la sexta revisión, parece ser un desafío considerable cumplir con la meta de diciembre, ya que para noviembre y diciembre el gobierno tendría solo 320 mil millones de pesos para usar de déficit. La situación resulta más compleja si consideramos las recientes medidas de alivio fiscal. Teniendo en cuenta la estacionalidad del déficit en el último bimestre y lo que ocurrió en los últimos 5 años, la última meta fiscal del año sería incumplida“, advierte el último informe fiscal del Centro de Economía Política (CEPA).

De acuerdo a cálculos del Iaraf, el déficit fiscal primario del año cerrará en un 2,8 por ciento del PBI, que llega al 4,9 por ciento si se suman los intereses de deuda. Esto debería representar un problema para que la nueva gestión económica, liderada por Luis Caputo, encare la negociación de un nuevo acuerdo con el FMI que le permita obtener fondos frescos. Vuelve a poner en la mesa una cuestión central asociada a cómo funciona el Fondo: detrás de las bambalinas repletas de técnicos y expertos está la decisión política de apoyar o no a una gestión. Y es ahí en donde juega el alineamiento incondicional a los Estados Unidos que Milei ya le transmitió al gobierno norteamericano, junto al clásico programa de reformas estructurales, como la laboral, previsional y las privatizaciones que el presidente electo anuncia desde la campaña.

Los números del año muestran que el recorte de gastos ya se venía dando, aunque la caída de ingresos a raíz de la sequía complicó el resultado final. El Iaraf estima que el gasto público terminaría con una caída interanual del 4 por ciento en términos reales.

Escenario que viene

El año que viene será de fuerte ajuste en el gasto público. El plan de Caputo se inclinaría por una baja del orden de 5 puntos del PBI. De acuerdo al Iaraf, el equilibrio fiscal el año que viene, incluyendo el pago de intereses de la deuda, se alcanzaría con una enorme baja del 25 por ciento real en el gasto primario, número que está en línea con lo que mencionaba Milei antes de las elecciones, de 15 puntos del PBI.

Sin embargo, este tipo de planes de ajuste se suele enfrentar al problema de la caída de ingresos por la baja de la actividad económica en un contexto tan recesivo. “La recesión puede ser peor si los salarios no acompañan el proceso inflacionario, con lo cual el efecto de la baja actividad puede generar un círculo vicioso de reducción de recaudación que agrande el déficit, y la reducción de gastos reduzca la actividad”, explica el economista del Centro Cultural de la Cooperación, Martín Burgos.

Para Matías Wilson, Economista Jefe de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), “si las exportaciones buscan el año que viene un nivel más o menos normal, eso va a ayudar a que el ajuste fiscal no sea tan recesivo. Seguramente tomen algo de deuda para amortiguar esa corrección. Va a haber una inercia inflacionaria producto de cómo se financió el gobierno saliente hasta que se equilibre el mercado monetario y se arreglen todas las distorsiones de precios. Si eso va a ser suficiente o no, se verá”.

Hernán Letcher, director del CEPA, plantea que “el volumen del recorte es recesivo. Ello redundaría en una caída de la recaudación. Esa caída de la recaudación implicaría un nuevo ciclo de recortes. Si se plantea una salida endeudadora, ello implicaría un aumento del déficit financiero, por lo que se necesitaría un recorte aun mayor”.

Es muy difícil eliminar el déficit con la economía en recesión. Nuestro sistema tributario se basa en impuestos procíclicos (IVA y Ganancias), por lo tanto cuando la actividad cae, la recaudación acompaña la caída. Además el año que viene las jubilaciones se tienen que ajustar según la inflación de este año. Esto le pone un piso al gasto nominal. Por otro lado, sin sequía el ingreso por retenciones retomará sus niveles habituales. Por último se conoció la intención de Milei de anular la rebaja del impuesto a las ganancias de 4ta categoría y el IVA cero para los alimentos. Es decir, puede pensarse en un escenario con un déficit menor al actual pero difícilmente pueda llegarse al déficit cero”, considera Ricardo Ariel Rotsztein, profesor de la UBA.



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