Desde Quito
El día después de una elección, como canta Joan Manoel Serrat en Fiesta, su célebre canción “…con la resaca a cuestas/vuelve el pobre a su pobreza/ el rico a su riqueza/ y el señor cura a sus misas”. Este país despertó entre medidas celebraciones del amplio espectro de la derecha por la victoria de Daniel Noboa y el reconocimiento hidalgo de la derrotada Luisa González. Pero los graves problemas siguen y ahora le toca enfrentarlos al nuevo presidente, un joven y acaudalado empresario de 35 años. Es tal la gravedad de la crisis que provoca la criminalidad, que el alcalde de Guayaquil – la ciudad más poblada del país -, Aquiles Alvarez Enriques, de Revolución Ciudadana, declaró: “Necesitamos estar unidos para sacar adelante a Ecuador, siempre sin sesgos ni egos”.
Ahora se comprobará si ese estereotipo político construido por las élites, que dicen querer “ayudar al país”, despojándose de todo interés subalterno, se cumple. La experiencia indica que suele suceder casi siempre lo contrario. Ejemplos sobran. El del presidente saliente aquí, Guillermo Lasso, es uno más. El de Mauricio Macri en la Argentina ratifica esa retórica deshilachada. Había dicho Noboa allá por julio pasado, cuando era apenas un candidato marginal hacia la primera vuelta y con el 4 por ciento de expectativa en las encuestas: “Si las cosas estuviesen bien estaría tranquilo en mi casa viendo la caída del sol con mis perros en vez de estar en una carrera política”.
Al día siguiente de su victoria electoral despertó en la paradisíaca playa de Olón, sobre el Pacífico ecuatoriano, donde esperó los resultados que lo ungieron en nuevo jefe de Estado, pero apenas por un año y medio. Completará así el período vacante que deja su antecesor, el banquero en retirada Lasso. Sin demasiada infraestructura en el lugar, pero sí recursos económicos para disponer, se improvisó a escasos metros de la costa un helipuerto para los invitados. El sitio digital Primicias de Ecuador describió en un artículo todo el despliegue de medios a disposición del presidente electo, reforzado claro está, por la inseguridad que recorre el país de norte a sur.
Noboa ganó en 16 de las 24 provincias de Ecuador, prometió y prometió, y sobre todo con consignas dirigidas al segmento más joven de la población, que es casi un cuarto de ella. Egresado de la Universidad de Nueva York, con un paso por Harvard, ahora deberá garantizarles el cupo en la universidad pública a quienes lo votaron. Se lo recordó la candidata González después de felicitarlo. Sí hubo una conquista destacada durante el gobierno de Rafael Correa y que está prevista en la constitución de 2008, es el acceso gratuito a la educación superior. Considerada “un bien público social”.
El presidente electo se ha sentido cómodo en ese terreno dominado por los jóvenes, con una gran disposición para recorrer casas de estudios, que incluyeron al sector privado. En enero de este año visitó la USFQ, la Universidad San Francisco de Quito, que se define en su portal como la primera “de Artes Liberales del mundo hispanoparlante, considerados como la Universidad Nº1 de Ecuador entre las 800 mejores del mundo por ‘QS World University Rankins”. En aquel encuentro con estudiantes escuchó palabras muy dulces a sus oídos: “La academia debe jugar un rol importante en la dirección del país. Son las élites intelectuales y empresariales que aquí se están formando las llamadas a liderar el Ecuador”, en palabras de una autoridad académica.
Desempleo y jubilaciones
Noboa pertenece a esas élites, se siente muy cómodo entre ellas y no disimula su prédica libre emprendedora. Plantea traer inversiones extranjeras al país, como si fueran la llave maestra para resolver otro de los graves problemas de Ecuador: el desempleo. Entre las afectadas hay miles de mujeres que lo acompañaron con su voto. Pero además los jubilados que pretenden llegar a un haber de 450 dólares al mes. El sistema previsional es mixto y en él conviven el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) con empresas privadas que ofrecen jubilaciones dolarizadas como si fueran la panacea. En Ecuador la gente puede retirarse a los 60 años.
Pero si hay un problema que supera al de la economía dolarizada -ya asimilada con cierta resignación por la población desde el 9 de enero del 2000-, y la falta de trabajo, es el de la criminalidad con índices que se acercan a los de Haití. No se incluye en este balance de dificultades para Noboa una ley votada en Estados Unidos que afecta la soberanía del país y es casi una doctrina Monroe de esta época. Se parece a una receta colonial, que incluye cómo enfrentar “la influencia extranjera negativa”. El proyecto fue ideado por un halcón republicano, Marco Rubio y otro demócrata, Bob Menéndez con la idea, acaso, de entorpecer la creciente influencia de China en la región.
Hasta ahora no se conoce el pensamiento de Noboa sobre esta cuestión. Su moderación en campaña fue el mejor argumento para captar indecisos en un país polarizado. Para Revolución Ciudadana, en cambio, se abre una nueva oportunidad dentro de un año y medio. Correa, dirigiéndose hacia los ecuatorianos, escribió en un posteo de X: “Esta vez no lo logramos. Enfrentamos poderes enormes. Hasta se asesinó a un candidato para evitar nuestra victoria. La traición de Lenín Moreno sigue causando estragos, pero que nadie dude de que, al final, Ecuador volverá a la senda del desarrollo…”