En su primera intervención como ministro de Economía, Luis Caputo dejó en claro que el nuevo gobierno apunta con todo a cerrar el déficit fiscal. Al margen de la lectura que ofreció acerca de la génesis de la inflación y del resto de los problemas económicos, que estarían asociados únicamente a la cuestión fiscal, el anuncio del gran ajuste le da letra a Javier Milei para conseguir el beneplácito del FMI y de otros potenciales prestamistas, que son claves para la estrategia oficial.
Ahora bien, del anuncio y la puesta en práctica inicial a efectivamente lograr el equilibrio fiscal en 2024 hay un trecho. Uno de los desafíos es que en realidad la analogía del presupuesto del país respecto del presupuesto de un hogar, es falsa: si un país achica su gasto, perjudica sus ingresos. De modo que frenar toda la obra pública, por ejemplo, traerá perjuicios en la recaudación de impuestos asociados a dicha actividad.
Por el contrario, la gran aceleración inflacionaria le juega a favor al gobierno, porque le permite licuar gastos. Otro factor a favor serán las retenciones a las exportaciones, impulsadas por la buena cosecha que se espera. Por último, está por verse en qué medida los sectores perjudicados logran presionar para suavizar el ajuste. Ese es el análisis que realizaron varios economistas ante las consultas de Página/12.
Círculo vicioso
Martín Mangas, profesor de Finanzas Públicas de la Universidad Nacional de General Sarmiento, advierte que “la recaudación fiscal se relaciona de manera directa con el nivel de gasto público. A diferencia de lo que sostiene la corriente económica dominante, el Estado no recauda para gastar, sino que gasta para recaudar.
“El riesgo es caer en un círculo vicioso: más ajuste y menos actividad, demandarán nuevos recortes del gasto por caída, por partida doble, de los ingresos fiscales. Y por último, si a eso le sumamos un potente incremento de tarifas de servicios públicos y de otros bienes y servicios básicos, estaremos frente a una tormenta perfecta”, explica.
Efecto precios
Para Martín Kalos, director de EPyCA Consultores, “el plan fiscal puede tener éxito porque no es tan terrible la reducción necesaria. Hay dos o tres puntos flexibles del gasto que se pueden recortar. La obra pública y los subsidios a la energía pueden bajar, aunque se requiere voluntad política. Las jubilaciones van a jugar su rol porque la aceleración inflacionaria va a licuar el gasto, dado que los haberes corren un trimestre atrás”.
“Ciertamente hay un costo en el nivel de actividad, aunque justo en un año de tanta inflación, el efecto negativo recaudatorio es menor: cae menos la recaudación por la baja de la actividad de lo que suben los ingresos fiscales por la inflación. Además, en definitiva se trata de un tema contable, si la recesión se concentra a principios de año y para finales del 2024 asoma la recuperación, la inflación ayuda al tema fiscal”, agrega.
El impacto
Si bien es cierto que en 2024 Argentina va a entrar en franca recesión, la cosecha va a ser más importante que en 2023 y además en materia energética se va a pasar a una situación de superávit. Creo que el éxito o el fracaso de Milei para conseguir el superávit fiscal no pasa tanto por un Excel sino que se dirime en las calles. En el caso de Macri, los trabajadores en la calle le terminaron poniendo un freno. Veremos si el caudal de votos le permite a Milei evitar ese tipo de enfrentamientos. Es indudable que el recorte de la obra pública y el despido de trabajadores estatales va a generar resistencia. El éxito del plan de la motosierra pasa por el clima social en medio de un ajuste brutal”, considera Guido Lapa, economista y docente de la Universidad de Buenos Aires.
En tanto, Sergio Chouza, de la consultora Sarandí, sostiene que “el principal desafío para el gobierno de Milei es en materia fiscal, porque ahí está la señal que el mercado le pide. Hasta ahora, se vio apenas una muestra de buenas intenciones, que se reflejó en el precio de los activos financieros. Pero hay que esperar todavía a que Milei tenga el temperamento, logre los consensos y las mayorías necesarias para hacer las transformaciones que quiere. La consolidación fiscal le permitiría tener mayor plafón para reducir presiones cambiarias por la vía de las expectativas. Eso junto a un buen ingreso de dólares, es un paso para destrabar el funcionamiento cambiario“.
“Sin embargo, no está clara la factibilidad de una trayectoria fiscal exitosa sobre la base de un programa fiscal restrictivo. Todo está conectado y hay efectos de segunda ronda. Por ejemplo, cuando se reduce la inversión pública, cae la recaudación por IVA y por Ganancias. Entonces, soy bastante escéptico respecto de que un programa económico tan contractivo logre tener éxito. Creo que es un programa muy de máxima. Tal vez con arrimar el bochín se puede narrar una historia de ordenamiento, aunque sea de forma más gradual. Me preocupa que esto se esté planteando, desde la comunicación, como un pleno y no como puntos medios”.