En línea con la caída del slogan del presidente Javier Milei de que el ajuste lo pagaría la casta política, también cayó en desgracia la inicial del líder libertario de cerrar el Banco Central (BCRA) o, en su defecto, llevarlo a una independencia total del poder político. Es que parte del plan de los hombres que trabajan con Santiago Bausili, actual titular de la entidad, es que la misma tenga un vínculo “estrecho” con el ministerio de Hacienda que conduce Luis “Toto” Caputo. Según supo Página I12, creen allí que “es mejor tener un vínculo estrecho” con el ministro, porque entiende que eso está dado de hecho, por el nexo de dinero que ya existe entre el BCRA y el Tesoro Nacional.
A decir verdad, cuando Milei designó al tándem Caputo-Bausili, alguien le avisó que son voluntades indivisibles: Bausili fue mano derecha de Caputo durante su gestión en el gobierno de Mauricio Macri y fueron socios, antes de asumir con Milei, en la consultora Anker. Esa dupla es el mayor exponente de que el presidente libertario debió admitirle a la casta política que una cosa es hacer campaña y otra jugar en cancha pesada una vez que el árbitro pone la pelota en el centro del campo.
Esa amalgama de ambos es clave en el esquema de Milei: es la que garantiza el ancla fiscal y cambiaria y, a la vez, el ajuste recesivo sobre los salarios y jubilaciones. La idea que tiene el BCRA es lograr una contracción fuerte y un refuerzo a las reservas que permite, en un plazo medio, la unificación cambiaria y la remoción de los controles de capitales. En el medio, cerca del Bausili entiende que los dichos de Mile de una inflación que bajará en no menos de 24 meses, “podría darse antes de ese plazo”. No lo dicen de este modo, pero el proceso devaluatorio y la liberación total de los precios terminarán apurando un derrumbe de los ingresos que congele la economía y ordene los precios a la baja. En la sede de Reconquista, donde hace días pasó Miguel Pesce, todos hablan de ajuste ortodoxo, ajuste fiscal pero aseguran que los salarios no son un tema del que deban preocuparse.
Los técnicos del BCRA aseguran que, en realidad, el plan de ajuste fiscal que se lleva a cabo es parte del plan económico que presentó Caputo. Lo particular es que, precisamente, lo que parece faltar es un plan que explique qué ocurre después del ajuste, qué pasa con la actividad, con la producción y con los ingresos. Es esa una crítica que hicieron, entre otros, los economistas Martín Redrado y Carlos Melconian. En el Central no caen bien, por estas horas, las menciones a las opiniones de esos dos cuadros.
“La inflación es de Massa, esta que vemos ahora, pero durante un tiempo se van a mezclar la de él y la nuestra”, aseguran quienes conocen la dinámica interna de la entidad. Para la conducción actual del Central, la inflación se da sólo por exceso de emisión de pesos, aunque está a la vista que el ancla real del plan son los ingresos de la población. De todos modos, no esperan que haya cierto órden hasta marzo o abril del año 2024.
Devaluaciones, dólares e importaciones
Hace unos días, en la reunión que Bausili mantuvo con los bancos para contarles el programa del BCRA, admitió que la devaluación que llevó el dólar de 400 a 800 pesos tuvo un “overshooting”, es decir, se sobre aumentó el precio para tratar de calmar expectativas. Hoy, entienden en el Central que el crawling peg (microdevaluaciones) de 2 por ciento mensuales serán suficientes y evitan hablar de nuevas devaluaciones bruscas.
En las empresas, entienden lo contrario: observan que con este nivel de liberación de precios relativos que para el BCRA es clave, el nivel de inflación dejará al dólar atrasado en cuestión de semanas. Por eso, se espera una nueva devaluación a fines de enero o principios de febrero.
En paralelo, cuando se les pregunta los laderos de Bausili por la cantidad de dólares que esperan captar para reforzar reservas, la respuesta es que no tienen un número, que hay negociaciones pero no detallan el orígen de esos fondos. Naturalmente, tienen un punto al señalar que el esquema de deudas comerciales de los privados que dejó la gestión Massa es preocupante: según los números que manejan, se aprobaron por 6000 millones mensuales cuando la media era 4500 millones. Eso obligó, ante el faltante de dólares, que las empresas se busquen los dólares afuera. Hoy el BCRA les debe plata y Bausili interpreta que a cubrir ese hueco llega este bono para garantizarles dólares a futuro. En el Central aseguran que “no es la estatización de la deuda privada”, porque el Central ya tenía una deuda con el sector privado.