Entre diciembre del 2019 y hasta fines del 2022 la Argentina tuvo un importante excedente comercial, por encima de los 10.000 millones de dólares promedio. Solo en cuatro meses hubo déficit. Sin embargo, ese excedente no se visualiza como incremento de reservas internacionales en el balance del BCRA. Durante este 2023, solo un mes hubo superávit comercial y por lo tanto, menos capacidad para incrementar las reservas internacionales.

De enero a julio el BCRA resignó más de 21.000 millones de dólares por distintos mecanismos de salida de divisas y la recomposición de reservas con el desembolso del FMI luego de las PASO del 13 de agosto pasado ya se escurrieron. El monto de reservas registradas actualmente en la información diaria del BCRA es equivalente a las que había al comienzo de julio pasado, lo que supone un “barril sin fondo”.

No importa cuánto ingrese que termina escurriéndose. De hecho, es lo que informó la entidad cumbre del sistema financiero local respecto del ingreso de divisas durante el periodo 2015/19. En efecto, el 86% de los recursos ingresados había salido por cancelación de deuda, remesas de utilidades al exterior o constitución de activos externos del sector privado local.

De hecho, la posición internacional del país es acreedora, precisamente por esa situación de tenencias de activos en el exterior del sector privado por casi 400 mil millones de dólares, que, netos de pasivos, superan los 200 mil millones de la moneda estadounidense. Por el contrario, el sector público presenta una situación acreedora.

La información comentada, cuya fuente es el propio BCRA nos lleva a interrogarnos sobre las causas. No se trata de ineficiencia, como algunos suponen, sino de una cuestión estructural. Remite a la apertura liberalizadora gestada desde 1976, que en lo financiero se gestó desde la aplicación de la Ley de Entidades Financieras de 1977.

El libre movimiento de capitales instaurado hace casi medio siglo induce un mecanismo de monetización del excedente económico, socialmente generado, pero destinado a la acumulación en el sistema mundial.

Así resulta la subordinación de la lógica económica local y que no permite retener divisas productos del comercio internacional o de inversiones, sin perjuicio de que gran parte son especulativas y destinadas a la valorización financiera, no productiva.

Que el BCRA no pueda acumular reservas no significa ineficacia operativa, sino que es el resultado de la lógica de apertura vigente en el país por décadas.

Revertir esa situación, supone un debate ausente sobre reestructuración del orden económico y social, que modifique la estructura económica y social aperturista y de primarización de las exportaciones, con efectos sociales que se miden en reducción de ingresos salariales con impacto en alza del empobrecimiento social.



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