Las palabras son “dolor” y “bisturí”. Ambas están, respectivamente, al comienzo y al final del primer episodio de Dr. Death (domingos a las 23.30 por USA Network), la escalofriante y quirúrgica reconstrucción de la obra del neurocirujano tejano Christopher Duntsch. Un verdadero artesano de la mala praxis, responsable por la muerte de dos personas y la mutilación de una treintena de pacientes. La producción, basada en un podcast de true crime, se centra en la particular psiquis de alguien que se comparaba con Dios y, de paso, esboza una fuerte crítica contra el sistema de salud privado estadounidense. El título, para más datos, deviene del apodo mediático que se le impuso al oriundo de Montana. Para Joshua Jackson, encargado del papel principal, los ocho episodios surgen de plantearse dos preguntas muy simples. “¿Por qué y cómo se le da el espacio para ser tan espectacularmente malo? Todo se reduce a ello”, manifestó el actor canadiense en una entrevista a la que tuvo acceso Página/12.
“Usted sabe que le voy a conceder una segunda vida”. “Esto es a lo que me dedico”. “Soy un cirujano”. Las palabras y el carisma de Duntsch reconfortan a sus pacientes. Personas que entraban a su consultorio con problemas en la columna y acababan con lesiones hechas por un “cavernícola”. Así lo define Randall Kirby (eléctrico Christian Slater), el profesional de la salud que inicia una cruzada junto a Randall Kirby (Alec Baldwin) para detener el accionar de su colega. En su carrera contra reloj, se destapa un esquema que avala la impericia y persiste por la entrada de millones de dólares. “La rentabilidad de los médicos está protegida por encima de la de sus propios pacientes y eso es aterrador. Da mucho miedo porque nosotros, no estemos tan informados y necesitamos que estas personas en las que confiamos tanto nos protejan”, apunta el intérprete.
Nervios cercenados. Camillas de las que chorrea sangre. Huesos pegoteados con masilla. El mismo Jackson confesó que a su familia le costó ver su desempeño en la sala de operaciones. “Mi suegra no pudo tolerar la primera cirugía, lo cual creo que es el mayor cumplido que se le puede dar a esta actuación”, señaló. Es así como Dr. Death amplía el portfolio del terror médico, subgénero hoy en boga por la crisis de opioides (La caída de la casa Usher, Dopesick, Medicina letal), aunque aquí el foco esté puesto sobre un galeno criminal y el esquema que avaló su faena. La producción –creada por Patrick Macmanus– tenía destino de miniserie, pero el suceso derivó en su transformación como antología. La segunda temporada se enfocará en Paolo Macchiarini, otro profesional que trocó lo de eminencia en su campo por prontuario policial. Lo atractivo de esta clase de sujetos, según Jackson, es que se ven como héroes de su propia historia. “En el centro, este hombre se aferra a una ficción sobre sí mismo. Creo que probablemente sea un sociópata. No estoy calificado para hacer ese juicio. Pero ciertamente es un narcisista. La ficción para él, a medida que se hacía cada vez más difícil de mantener, se dedicó cada vez más a ella”, declara Jackson.
-¿Qué fue lo primero que le cautivó: la historia o el personaje?
-Después de escuchar el podcast, las preguntas aún persistían. Entendía el argumento legal. Y entendí el camino de los pacientes hacia la búsqueda. Ni siquiera sé si se puede llamar “justicia”, pero al menos un remedio legal. No creo que haya justicia por lo que les hicieron. Entendía las partes técnicas de la historia, pero todavía no tenía idea de este hombre y de cómo había llegado a ser. Fue a través de conversaciones con Patrick Macmanus que pude profundizar en el guion y el material de investigación en torno a esta historia. Ahí comencé a tener una mejor idea de todo. Aun así, es un personaje fascinante para un actor porque sentís esa picazón. Creés que debe haber una respuesta fácil porque la alternativa es terrible. Pero no hay una respuesta cómoda. Y la alternativa es terrible. Y los resultados fueron terribles. Y ese es un personaje realmente extraordinario para interpretar.
-¿Cuál fue la clave para poder interpretarlo?
-Suena sencillo cuando lo digo, pero fue mucho
más difícil llegar y me llevó mucho tiempo. Una vez que estuve dispuesto a dejar de juzgarlo
y permitirme sentarme dentro de la disonancia cognitiva de él pensando: “Soy
brillante”. No sólo soy brillante, de hecho, soy tan brillante que nadie más
puede entender el peso de mi genio. Y como ellos no pueden entender el peso de
mi genio, me veo obligado a revolcarme en el barro con estos simples mortales
que constantemente destruyen mi buen trabajo”. Es una locura. Pero una vez que
entré con él, todas las demás cosas empezaron a desbloquearse.
-El Dr. Kirby y el Dr. Henderson son los dos héroes de esta historia. ¿Cómo fue trabajar con Christian Slater y Alec Baldwin?
-Honestamente, lo único que lamento de esta serie es no haber podido hacer más con ellos. Porque estar en el set con ellos es único. Su sincronización, el juego entre sí: es un truco difícil de lograr como actor para que algo muy preciso parezca muy suelto y creo que lo hicieron de manera brillante. Fueron precisos, concisos en el momento, en hacer bromas y en ser serios, al tiempo que honraron absolutamente la seriedad de lo que intentaban transmitir. Realmente no es nada fácil de lograr. A veces ponés a dos actores juntos y simplemente se encienden el uno en el otro. Entonces, es un placer verlos en el set trabajar en lo suyo.
-¿Existe un mayor sentido de responsabilidad al llevar a la pantalla una historia real como ésta?
-Sin dudas. Estás contando la historia del peor momento de la vida de 33 personas, al menos. No hay reparación por la violencia que se cometió contra esas personas y, por tanto, contra sus familias y sus comunidades. Nada podrá jamás arreglar lo que fue destruido por Christopher Duntsch y por el sistema que lo apoyó: por los hospitales, por la junta médica, por el sistema legal. Por lo tanto, existe la responsabilidad de ser potencialmente brutal en la honestidad al contar esa historia y hacer que rindan cuentas las personas porque si no esto se convertiría en un momento desagradable en sus carreras. Algo que recordarían años después y dirían: “Qué época tan terrible”. Ciertamente, existe la responsabilidad de contar la historia y de tener una opinión. Patrick y yo tuvimos esta conversación mucho durante el transcurso de esto, asegurándonos de que la serie no dejara pasar a nadie que mereciera tener un momento de incomodidad por esto, que mereciera que su parte de esta historia saliera a la luz. Entonces sí, seguro, hay una mayor responsabilidad con eso.