Francisca limpia, baila y sueña con ser la dueña de casa. Pero las diferencias de clase y el machismo brutal de su patrón tienen otros planes para ella. Dos veces no muero, unipersonal escrito e interpretado por Fernanda García, pone el foco sobre la violencia hacia la mujer desde una mirada singular, con ritmo de cumbia y humor. El proyecto cuenta con el auspicio del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, con dirección de Daniel Casablanca y Guadalupe Bervih, y la producción de Cynthia García. Podrá verse este jueves 30 a las 19, con entrada gratuita, en la Sala Astor Piazzolla de la Casa de la Provincia de Buenos Aires (Callao 237).
“Sabemos que abordamos un tema tremendo, pero creo que hemos logrado un despliegue en escena que despoja a la puesta de toda solemnidad con toques de grotesco, música y risas. Porque creemos que es la única manera de poder atravesar un drama absoluto como el de la violencia de género”, comenta la autora y actriz Fernanda García, quien se pone en la piel de múltiples personajes para contar la historia de Francisca, una mujer humilde que trabaja como empleada doméstica en la casa de gente poderosa.
Cuando lo urgente es lo que domina la agenda, el teatro vuelve a poner la lupa en lo importante. Según datos del Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación, hasta el 15 de noviembre de 2023 se registraron 282 femicidios. Con un promedio de un femicidio cada 27 horas, el aumento en las cifras de asesinatos de mujeres por razones de género supera incluso las cifras de 2020, el año de la pandemia.
“La propuesta nos planteó un gran desafío porque es un tema muy fundamental y necesario”, dice al respecto la directora Guadalupe Bervih. “Este es un espectáculo popular, y en algún aspecto divertido, pero profundamente entrañable y doloroso”, suma Casablanca. “Estamos muy contentos y entusiasmados con lo que pasa con los espectadores”.
-¿Cómo surgió la idea de escribir esta obra?
Fernanda García: -La idea inicial fue poder llevar a cabo un unipersonal que plantara agenda sobre la violencia de género con el objetivo de visibilizarla desde el arte para que nos interpele y nos haga reflexionar. Es un aporte personal a la tragedia que significa que una mujer muera cada 24 horas producto de un femicidio. Y es que el teatro es lo único que nunca dejé de hacer a lo largo de mi vida. Actuar y escribir siempre fue mi refugio y mi lugar seguro. Lo que se llama “el cuarto propio”, para poder expresar desde la actuación dolores propios y ajenos.
–La temática de la violencia de género es compleja de abordar. ¿Cómo trabajaron esa dificultad desde la dirección?
Daniel Casablanca: -Sin dudas es una temática difícil, porque es una problemática grave y contemporánea a la cual no se le puede faltar el respeto. Pero, al mismo tiempo, no se puede tratar de forma solemne. Hay una información que es importante comunicar pero también es importante a través del teatro transformar eso en poesía. Y la manera que nosotros tenemos de encarar eso tiene que ver con la emoción de la risa, y con el hecho de poner al espectador de nuestro lado, de forma cómplice, para luego poder conectar con temas más profundos como en este caso. Ese fue el objetivo de entrada: poder lograr situaciones lúdicas para que el espectáculo no se hiciera tan espeso desde el comienzo.
Guadalupe Bervih: -La violencia de género es algo muy difícil de tratar, pero me parece que nos urge masticar, desentrañar, comprender y exponer la maquinaria de nuestra sociedad que lleva a atravesar cuestiones como estas. Es complejo, pero absolutamente necesario. Sentimos desde la dirección que era prioritario encontrar la poesía, y dentro de eso encontrar el humor que es nuestro vehículo para abordar todos los temas. La idea era conmover a los espectadores desde la desfachatez para, una vez dentro de esta historia, poder llegar a la profundidad del texto y a la necesidad de desenmarañar estas cuestiones. Y creo que lo hemos logrado.
-¿Qué advierten que puede aportar el teatro en la tarea de ayudar a tomar conciencia acerca de esta problemática?
F. G.: -Creo que el teatro puede abordar desde otro lugar las problemáticas sociales. El teatro independiente, como fenómeno cultural por fuera de los parámetros del mercado, se anima a lo que otros formatos no. Es absolutamente necesario afrontar el hecho cultural como bastión de lucha, de resistencia y de acompañamiento a las víctimas y sus familias. Además, el teatro, a diferencia del cine y la televisión, tiene la magia de tener al público vibrando al unísono con les actores y es una oportunidad hermosa para que entre todes reflexionemos y tomemos conciencia de lo que nos atraviesa como sociedad.
G. B.: -El teatro es transformador porque uno sale modificado después de ver un espectáculo. Por eso queremos hacer esta obra también en otros lugares como colegios o casas de la mujer. Si logramos que los espectadores salgan de esta obra hablando sobre lo que vieron y analizando lo que contamos, sería interesante conocer las inquietudes que la puesta pueda despertar en cada uno de ellos.
D. C.: -Creo que el teatro hace pensar a partir de una experiencia que es muy vívida. El ritual teatral nos lleva a una situación como si realmente estuviera sucediendo, y eso después nos permite poder sacar conclusiones y repensar lo que se vio para que eso siga latiendo. Eso sólo lo ofrece el teatro, entonces es imprescindible aprovechar esa herramienta para tocar este tipo de temáticas.
-Estamos transitando un tiempo complejo en esta materia, dado que el nuevo presidente electo y su fuerza política niegan las desigualdades de género. ¿Cómo analizan esa situación?
D. C.: -Estos temas son urgentes en cualquier agenda política, pero hoy más que nunca, dado que podemos llegar a perder derechos en este sentido. Con este espectáculo lo que hacemos es, justamente, volver a poner en primer lugar la alarma de que esto sucede y de que es nuestra responsabilidad de que esto no siga sucediendo. Esta obra es una manera de militar esta problemática.
G. B.: -Las desigualdades de género son innegables, y por eso veo con mucha preocupación el hecho de que se hagan declaraciones tan livianas al respecto. Creo que es muy importante que haya políticas de Estado que acompañen nuestra lucha, pero sé también que, aunque esto no ocurra y haya menos empatía, la lucha continúa. Las mujeres somos un movimiento popular y poderoso en las calles. Y así seguirá siendo, porque seguiremos defendiendo los derechos adquiridos y luchando por todo lo que nos falta.
F. G.: -Es complejo y triste pensar que los derechos conseguidos por los colectivos de mujeres y LGBTIQ+ estén amenazados. Pero es justamente en estos momentos cuando más fuerza tiene que tomar la cultura para hacerle frente a quienes nos quieran doblegadxs, chiquitxs e invisibles. La calle, los escenarios y la alegría siempre serán nuestros.
-¿Qué proyectos tienen con esta obra?
F. G.: -Queremos llevarla de gira por las ciudades de todo el país y la región. Nos encantaría que se corra la voz por todas las que ya no tienen voz, y que cada vez sean más quienes puedan ver este trabajo. Por lo pronto, los jueves de febrero vamos a estar en el teatro Border, de Palermo (Godoy Cruz 1838). Tenemos pensado un 2024 con todo.