Demián Rugna venía de recibir grandes críticas con su anterior película, Aterrados, pero con Cuando acecha la maldad, de estreno en la Argentina este jueves, no sólo se convirtió en el primer ganador latinoamericano en Sitges sino que superó las expectativas de recaudación en Estados Unidos.
“La distribuidora que compró la película esperaba recaudar 150.000 dólares, pero ahora me dijeron que están manejando una recaudación de 600.000 en Estados Unidos”, le contó a Télam el realizador, quien explicó que la película se estrenó en 670 salas estadounidenses. Para magnificar el suceso, los tanques de Marvel cuentan con 3.000 pantallas en sus salidas.
Por ser una película argentina, hablada en español, lo que logró Rugna tiene aroma a hecho histórico para el cine nacional. Sumado a estos números tras el estreno en la meca del cine, Cuando acecha la maldad ganó el premio a mejor largometraje en el festival de cine fantástico de Sitges (España), y se erigió como la primera película latinoamericana en hacerse con el premio mayor del certamen más prestigioso del cine de terror.
“Fue una coronación -comentó-, yo lo sentí como el cierre de un ciclo de las cinco películas que hice. Hace 20 años que hago este género y luego de varios intentos y frustraciones, llegué al premio máximo. Todo lo que está pasando con la película me divierte mucho, me da gracia y lo disfruto con los pies en la tierra, con la satisfacción de que salga bien algo a lo que aposté. Yo tengo películas que ni siquiera se estrenaron en Argentina”.
“Cuando estuve en Estados Unidos, vi que la recepción fue increíble, aunque tenía mis reservas porque ellos son bastante exagerados. Pero ya estando acá, empecé a recibir un montón de críticas y comentarios de gente que salía del cine y eran alucinantes”, completó.
Y el “batacazo”, como él lo llama, fue apoyado por los especialistas. A pesar de haber competido en su lanzamiento con El exorcista: Creyentes, Cuando acecha la maldad tiene el mejor puntaje del año para las producciones del género dentro del sitio “Roten Tomatoes”, que reúne y promedia un consenso de calificaciones de la crítica.
En concreto, la historia es simple: en un campo bonaerense aparece un “embichado”, que no es más que un poseído y con el que hay que seguir una serie de reglas para que ese demonio no salga del cuerpo, a la vez que todo lo que tenga contacto con él será presa de una maldad absoluta. Dos hermanos, con un sinuoso pasado, son los que intentarán vencer al demonio en un fin de semana infernal rodeado de un entorno rural.
Lo atrapante de la cinta es el ritmo vertiginoso que le impregna Rugna; un ritmo que impide levantarse del asiento. Con varias escenas memorables que quedarán en la historia del género, sumado al engaño al espectador en varias otras y la sutil y jugada apuesta por empezar la historia directamente desde la acción del segundo acto.
La película tendrá estreno en 112 salas del país y cuenta con un elenco encabezado por Ezequiel Rodríguez, Demián Salomón, Silvina Sabater, Virginia Garófalo, Luis Ziembrowski, Emilio Vodanovich, Marcelo Michinaux, Paula Rubinsztein y Desiré Salgueiro.
– Es medio extraño que una película de género extranjera, con todas las que hay en EEUU, haya entrado tan bien en ese mercado. Por lo general, son la películas más políticas o sociales las que consiguen instalarse.
– Coincido con vos, a veces llama la atención las películas que hablan de nosotros porque en definitiva tiene que ver con lo que busca el espectador de afuera, algo exótico. Y acá salimos con algo que hacen ellos y nos está yendo rebien. Es reloco. No lo puedo creer, es muy raro.
– Te llega el éxito, pero, ¿es cierto que llegaste a pensar en largar el cine y dedicarte a vender muñequitos importados por Mercado Libre?
– Yo había hecho “No sabés con quién estas hablando” (2016) y creí que me iba a ir bien, pero no consiguió nada, ni festivales ni distribución, y me agarró una decepción enorme. Pensé que con “Aterrados” me iban a matar y, cercano a los 40, viviendo en el fondo de la casa de mi vieja, tenía que decidirme a ganar guita. Tengo un amigo importador y entonces me decidí a traer algunos cargamentos de muñecos. Después estrenamos “Aterrados” en México y la cosa cambió… pero creo que el 90% de los cineastas dejan porque esto es muy frustrante.
– ¿Se puede lograr este recorrido sin el apoyo del Incaa? ¿Sólo con privados?
– Eso depende de en qué lugar del mundo naciste, acá sin el Incaa es muy difícil hacer una película y mostrársela al mundo. Mi tercera película, “No sabés…”, la hice con el Incaa y no pasó nada. “Aterrados” la hice también con el Incaa y sí pasó. Pero no sólo tiene que estar el Instituto, también tiene que haber medios de comunicación para que apoyen los lanzamientos y por otro lado debe haber un espectador que crea en el cine. Son muchas patas de la mesa. Por lo general, luego hay que mandar a festivales y ahi se arma el círculo virtuoso. A eso, sumarle tenacidad y talento.
– Con respecto a la película, surge con la idea de los pueblos fumigados. ¿Esa lectura social te interesa que se vea en primer plano?
– El objetivo principal no es hacer una denuncia, sino que dentro de una buena historia de terror se pueda reflexionar sobre el fascismo y cosas que los medios nos meten en la cabeza y hacernos reflexionar sobre nuestra condición humana. Si eso pasa, genial. Esa es otra capa de esta historia. Pero lo mas importante es que la gente no salga decepcionada luego de haber pagado una entrada.
– Hay escenas muy violentas de niños, ¿te pusiste algún límite?
– Cuando escribo, no sé a dónde voy. Tengo dos o tres escenas en la cabeza y las empiezo a desarrollar. Esta es una película descarnada y honesta. Está pensada desde las entrañas, no desde la cabeza. Es un desafío técnico y de productores llevar este guion a la pantalla. Para mí usar niños y animales era lo que había que hacer. No quería censurarme ni limitarme. Es una película de terror. Si te limitan o te cuidan, es un lugar de confort contraproducente para el terror y nadie lo quiso hacer.
– Además, es una película que no da respiro. Arranca con la acción y no para hasta el final.
– Con “Aterrados” teníamos una vara que no podíamos bajar. Yo siempre intento hacer lo mejor en las áreas. El ritmo en un momento me lo planteé y sentí que ya tenía todo lo necesario y le puse más oscuridad en los últimos 20 minutos. Parece que nunca frena, pero sí en la estructura del guion. De todas formas, me encanta analizar después mis películas.