Los incendios en la Amazonía brasileña cayeron un 48 por ciento en agosto, frente al mismo mes de 2022, pero se dispararon frente a julio, según los datos divulgados este viernes por el Gobierno. El mes pasado se registraron 17.373 focos de calor en el bioma, un número 200 por ciento superior al de julio, cuando se reportaron 5.772 alertas de incendios.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), aunque los incendios de agosto fueron los más altos de todo 2023, en el acumulado del año han menguado. Los datos del sistema de alertas señalan que en total se han reportado 31.489 incendios en la más extensa selva tropical del planeta, el menor número desde 2018 para el período.
Para la organización ambientalista Greenpeace los datos son un reflejo de las acciones implementadas por el Gobierno de Lula da Silva para frenar la deforestación en el bioma. “La disminución de la deforestación en la Amazonía observada en los últimos meses influyó en el resultado de la reducción de los focos de calor en la región, ya que buena parte de los incendios también se utilizan para acabar con la deforestación. Esto está vinculado con la posición del actual Gobierno, opuesta a la del mandato de Bolsonaro y su agenda antiambiental”, señaló Romulo Batista, portavoz de Greenpeace en Brasil.
No obstante, el activista enfatiza la necesidad de “no bajar la guardia”, pues el verano Amazónico está “muy caliente” y el fenómeno de El Niño promete disminuir las lluvias ya escasas en la región.
Las últimas décadas
Brasil desforestó en los últimos 38 años cerca de 96 millones de hectáreas de vegetación nativa, un área equivalente a 2,5 veces el tamaño de Alemania. La mayor parte de esa deforestación fue en la Amazonía, según un estudio divulgado por la plataforma MapBiomas.
Solo en la más extensa selva tropical del planeta, el área convertida para algún uso humano como ciudades o actividades agrícolas, fue de 52 millones de hectáreas de vegetación nativa durante el período, casi la misma superficie de Francia. Los datos corresponden al último informe de Mapbiomas sobre el uso de la tierra entre 1985 y 2022, elaborado con la ayuda de imágenes satelitales e inteligencia artificial.
De acuerdo con el estudio, de toda el área que fue antropizada –convertida para uso humano– en cinco siglos en el país. De ese total, el 33 por ciento ocurrió en los últimos 38 años, lo que llevó a que la proporción de vegetación nativa que permanece intacta en Brasil cayera del 76 % al 64 % en el período.
Este proceso se dio con mayor fuerza en la Amazonía y en el Cerrado (sabana brasileña) donde, en ese lapso, se antropizaron 52 y 31,9 millones de hectáreas, respectivamente.