La muerte en un accidente de un adolescente en una fiesta, el dolor que atraviesa su familia y en especial el hermano de la víctima, es el centro de “El otro hijo”, la película de Juan Sebastián Quebrada que se estrena comercialmente este jueves.
La ópera prima de Quebrada, que fue parte de la Competencia Latinoamericana del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata que finalizó el domingo, es una ficción basada en la historia personal del director colombiano formado en la Universidad del Cine en Argentina, que perdió a su hermano hace ocho años.
“Creo que fue una manera de llenar el vacío o de lidiar con la ausencia”, cuenta el realizador en comunicación con Télam desde Medellín, sobre los motivos de abordar la tragedia personal desde una ficción.
En el relato, Federico (Miguel González) y su hermano Simón (Simón Trujillo), son dos jóvenes de clase acomodada que viven normalmente su adolescencia hasta que Simón muere en una fiesta por un accidente.
A partir de este hecho, la película indaga sobre el duelo familiar y en especial la manera que tiene de atravesar la angustia Federico, con todo el futuro por delante, que no encuentra respuestas a la ausencia de su hermano y, en su confusión, comienza a acercarse a Laura (Ilona Almansa), la exnovia de su hermano.
Además del Festival de Mar del Plata, “El otro hijo”, coproducción entre Colombia y Argentina, participó en la Competencia Oficial del Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz (Francia) y en la sección Nuevos directores en San Sebastián (España).
-Juan, ¿llevar al cine una tragedia personal es la manera que encontraste de lidiar con el dolor de la ausencia de tu hermano?
-Sí, creo que era una manera de llenar el vacío o de lidiar con la ausencia, como por ejemplo como hace la mamá en la película al querer hablar con su hijo en el más allá. Para mí hacer la película también era resignificar esa ausencia.
Creo que algo interesante de los duelos es cómo se hace presente a través de los objetos, también en las fechas, en el lenguaje, en todos los planos y, en este caso concreto, cómo se hace presente desde un gesto de creación, que implica pensar las formas, pensar la narración.
-¿Cómo llegaste a la resolución de que el hermano de la víctima sea el cronista de la angustia del entorno de Simón?
-Es curioso porque me han preguntado por qué no elegí a la mamá y siento que parte de la particularidad que buscaba en la película era tener el punto de vista de un adolescente, en donde normalmente a esa edad uno no está enfrentando esas situaciones en la vida, sino por el contrario, está con un mundo lleno de posibilidades, con la vida a flor de piel. Entonces me parecía mejor, que generaba más capas y más contraste, ver todo desde la mirada de un adolescente, sobre todo porque siento que en él se podía generar un relato más rico por lo que él está viviendo, terminando el colegio, teniendo que elegir qué va a estudiar, yendo a fiestas, en contraste con todo lo que siente.
Y también a nivel familiar, donde él no está en el centro del dolor, pero que justamente por eso genera como un contrapunto no emocional a unas emociones mucho más cargadas, mucho más desbordadas desde su introversión, pero al mismo tiempo como una olla a presión que en cualquier momento puede estallar.
-A la hora de plantear la historia, ¿qué elementos eran ineludibles para reflejar el duelo que atraviesan los personajes?
-Claramente lo que no se podía esquivar eran las emociones de los personajes y de lo que implica ese dolor; si las esquivaba, si me medía o si me protegía, podía ser una falla gigantesca en la película. Creo que esos eran como de los desafíos más grandes: cómo encarar la historia sin temor y lograrlo a nivel actoral, porque siento que estas películas que son de personajes, intimistas, si uno no les cree, se cae todo.
Gran parte del peso de la historia cae sobre los rostros y las emociones de los personajes, para que el espectador diga “los veo y creo en lo que estoy viendo”.
-La película también trabaja sobre el estupor de enfrentar lo inesperado de la muerte de un joven, a lo que se le agrega la posibilidad de un suicidio. ¿Coincidís en esa mirada?
-Absolutamente, siento que además acá en Colombia está sucediendo mucho, tanto accidentes como suicidios en jóvenes, se ha vuelto algo cotidiano, pero son temas de una clase social alta que no se permite reflexionar sobre eso, hay algo de negación y de tema tabú.
Pero además, también me interesaba cómo se generaban distintos relatos frente a ciertas formas de muerte; creo que era una de las cosas que también busqué reflejar en la película.
-¿Qué querías señalar al complejizar la historia con la relación que crece entre Federico y la que fuera la novia de su hermano?
-La cercanía o el acercamiento entre Federico y Laura siento que es un espacio que generan múltiples lecturas y significados desde distintos puntos de vista dependiendo del espectador. En esa forma de interpretar esa relación una de ellas es tan simple como que los dos se acercan buscando al ausente, una manera de conjurarlo. Pero al mismo tiempo y dentro de esas lecturas posibles, es que Federico un poco vive y se pone en los zapatos de su hermano para entender qué le pasó.